Mahābharata
Una versión de
Michael Dolan, B.V. Mahāyogi
Romance Hindu XXI
La Incredible y Triste Historia de un Amor Prohibido Por los Dioses:
Nala y Damayanti
Anteriormente:
Nala y Damayanti en el bosque
Ante lo cual Sudeva dijo, “He tenido la fortuna de conocer al monarca de Vidarbha, Bhima, quien es siempre generoso con los brahmanes. Allí, en ocasiones, he dado mi consejo a ese gran rey. Esta señora es Damayanti, la hija del Rey Bhima, princesa de Vidarbha. La reconozco por la hermosa marca de su frente. La conozco desde que era una niña, jugando en la corte del rey- Su esposo es el Rey de Nishadha, Nala, hijo de Virasena. Nala fue timado con su reino por su envidioso hermano, Pushkar, quien jugó con él a los dados. Cuando Nala fue exiliado, la fiel Damayanti lo siguió hacia el bosque. La buscamos desde entonces. La ha salvado usted de morir de inanición. Que Viṣṇu bendiga la piedad de tu alma.
La Reina Madre no pudo detener las lágrimas y se acercó y abrazó a Damayanti. “Entonces eres la hija de mi mismísima hermana,” dijo. “Tu madre y yo, somos ambas hijas del Rey Sudaman de Dasharna. Nos separamos hace mucho tiempo, cuando ella se casó con el Rey Bhima y yo me casé con el Rey Virabahu. Y ahora te recuerdo, mi niña. Fue en casa de mi padre en Dasharna. Mi hermana, recientemente casada con Bhima vino de visita. Eras sólo una bebé pegada al pecho de tu madre. ¿Cómo podría haberte reconocido, tan crecida?”
A lo que Damayanti contestó, “Nadie ha sido tan amable conmigo como lo has sido tú. Me aceptaste, pensando que era una extraña, pero me cuidaste como si fuera tu propia hija. Sólo hay un sitio en el mundo más placentero que tu hermoso palacio aquí en Chedi, y es mi propio hogar en Vidrbha. Y ahora que mi regreso es seguro, por favor, oh Reina Madre, dale a este pobre mujer desterrada permiso para partir hacia mi hogar. He de regresar a casa en donde mis pequeños hijos esperan por mi regreso. No han visto a su padre Nala desde hace tanto tiempo, pero tal vez si estoy ahí. Puedo darles algo de consuelo. Oh Sudeva, gracias. Me has devuelto la esperanza. Vayamos a Vidarbha”.Y la Reina Madre, con lágrimas de felicidad en los
ojos dijo, “Sea, hija mía”. Y llamó a los guardias: “Preparen el palanquín.
¡Irán hacia Vidarbha!”
Brihad Aswa dijo, “Y fue así que un espléndido
palanquín se preparó para Damayanti. Ocho hombres fornidos transportaron el palanquín
real sobre las montañas de Vindhya custodiadas por un poderoso ejército. Y
debido a su elevado nacimiento, le otorgaron finos ropajes, bebidas
refrescantes y comida deliciosa.
Regreso a Vidarbha
Poco a poco la princesa regresó a Vidarbha, en
donde Sita, nacida de la tierra, reinara alguna vez. Los ciudadanos de Vidarbha
se regocijaron y cantaron mantras Védicos al ver su regreso. Hallo ahí a sus
parientes en buena salud. Indrasena e Indrasen corrieron hacia su pecho y la
abrazaron con fuerza, mientras las lágrimas de Damayanti bendecían sus frentes.
El Rey Bhima abrazó a su hija y olió su cabeza. Él
también lloró lágrimas de dicha y cubrió a besos a Damayanti entre su larga
barba blanca. El rey declaró el día festivo y recompensó al viejo brahmán Sudeva
con mil vacas, tierra para que pastaran, oro y plata, y un templo para la
adoración a Viṣṇu. Y en todo el
territorio se regocijaron por el regreso de su hija y princesa, Damayanti.
Cuando todos se hubieron retirado y la noche
estaba en paz, la madre de Damayanti fue a verla.
Damayanti Abandonada en el Bosque
Y tras haber hablado largamente en la noche, luego
de que Damayanti le contara todas sus vicisitudes en el bosque, al final le
dijo: “Estoy muy feliz de ver de nuevo a mis hijos. Si he de vivir, será una
vida estéril sin mi Nala. Si me amas madre, haz lo que puedas para ver que
encuentren a Nala. Que sea tu principal encomienda encontrar al heroico Nala y
traerlo de vuelta a casa. Esto es todo lo que te pido.”
Ante esto la honesta madre no pudo dar respuesta,
pues estaba segura de que Nala estaba perdido para siempre. Su rostro se
ensombreció, no pudo contener su dolor. “Oh Damayanti”, dijo, “Pídeme lo que
quieras, pero me temo que hemos perdido a Nala”. Y tras esto tanto la madre
como la hija lloraron desconsoladas, y así pasaron la noche.
El Cantar de Damayanti
Cuando el sol se elevaba por entre los árboles
Ashoka en los jardines ralaes de Vidarbha en donde Damayanti un día vio al
cisne mensajero, la Reina dejó dormida a su hija y se dirigió hacia los
aposentos privados del Rey.
“¿Qué novedades?” dijo él. “Se ha reanimado
nuestra hija después de su arduo calvario?”
“Ella duerme ahora” dijo la Reina. “Pero se
lamenta por la pérdida de Nala. Mientras lloraba, rompió el silencio y me dijo
que debemos buscarlo”.
El Rey Bhima frunció el ceño. “Oh, el pobre Nala
murió hace mucho en el bosque. He enviado brahmanes a buscarlo por todas
partes. No hemos sabido nada en muchos meses. Cómo sería posible que semejante
gran rey abandonara a su esposa. No, Nala ha de haber muerto”.
“Debemos
intentarlo de nuevo”, dijo la Reina. Y de nuevo el rey Bhima convocó a los
brahmanes a la corte. “Por favor hablen con mi hija”, dijo el rey. “Está
desconsolada”.
En ese momento la joven Damayanti se aproximó a
los brahmanes reunidos y les hablo así:
“Mis queridos padres santos. Creo que Nala está
vivo. Creo que se ha disfrazado para evadir la sentencia de muerte dictada por
su cruel hermano, el Rey Pushkar. No pregunten abiertamente por Nala”.
Y uno de los brahmanes dijo, “¿Cómo hemos de
proceder, mi señora? Somos brahmanes honestos, siempre directos. ¿Por qué
medios hemos de preguntar por Nala?”
A lo cual la princesa de Vidhara respondió de la
siguiente manera: “Han de hablar con precaución. En cada reino vayan hacia
donde los hombres se reúnen. En cada reunión repitan estas palabras una y otra
vez:
९ क्व नु त्वं कितव छित्त्वा वस्त्रार्धं प्रस्थितो मम
उत्सृज्य
विपिने सुप्ताम् अनुरक्तां प्रियां प्रिय
१० सा वै यथा
समादिष्टा तत्रास्ते त्वत्प्रतीक्षिणी
दह्यमाना
भृशं बाला वस्त्रार्धेनाभिसंवृता
११ तस्या रुदन्त्या सततं तेन शोकेन पार्थिव
प्रसादं कुरु
वै वीर प्रतिवाक्यं ददस्व च
(Mahābhārata
Book 3. 68.9-12 )
kva nu tvaṃ
kitava chittvā vastrārdhaṃ
prasthito mama |
utsṛjya
vipine suptām anuraktāṃ
priyāṃ priya ||
sā vai yathā samādiṣṭā
tatrāste tvatpratīkṣiṇī |
dahyamānā bhṛśaṃ bālā
vastrārdhenābhisaṃvṛtā ||
tasyā
rudantyāḥ satataṃ
tena śokena pārthiva
|
prasādaṃ
kuru vai vīra prativākyaṃ
dadasva ca ||
“¿A dónde has ido, jugador, rey mío?
Me abandonaste mientras dormía.
Rompiste mi vestidos y desapareciste, amor mío.
Me dejaste durmiendo en el bosque, amor mío.
Sola, abandonada y perdida.
“¿A dónde has ido, ahora que me has dejado?
Ella se sienta y espera por tus órdenes;
Torturada por el dolor y la pérdida;
Constantemente llora de dolor, rey mío.
Ten piedad y vuelve a mí”.
“Reciten esto en donde quiera que haya hombres
reunidos”. Dijo ella, “Y añadan esto:
“Una esposa ha de estar protegida; no abandonada y
dejada en soledad.
Oh héroe noble, en donde quiera que estés, escucha
mi plegaria. Tal como el fuego ha de atenderse con cuidado, así la esposa he de
ser protegida por su esposo. ¿Has olvidado tus deberes, tú quien eres tan
experto en todo compromiso? La bondad se dice es la mayor de todas las
virtudes. ¿Has olvidado cómo ser bueno?” Añadan esto, para que si Nala está
vivo, si está usando un disfraz y escucha mi mensaje, su corazón pueda ser
pinchado por la compasión. Al escuchar esta canción, saldrá de su escondite”.
“Si alguien al escuchar esta canción se muestra,
han de enviarme noticias. Pero sean discretos. Nadie ha de saber que este
mensaje viene de la Princesa de Vidarbha. Pero sean cuidadosos al observar a
quien quiera que entienda este mensaje. Y regresen a mí con noticias. Averigüen
todo lo que puedan acerca de quien responda a este llamado. Pues el hombre que
responda a mi mensaje con seguridad será el propio Nala”.
Así advertidos, los brahmanes de nuevo fueron en
pos de ayudar a la Princesa de Vidarbha. Fueron a todos los reinos lejanos que
rodeaban el reino. Fueron a Ayodhya y Vishadha y a los valles y montañas de
Vindhya. Atravezaron ciudades, pueblos, aldeas, caseríos, sitios habitados por
pastores y los retiros de ermitaños en el bosque. Y en todos los sitios que
visitaron buscaron al Rey perdido, Nala. Y en todas partes en donde estuvieron,
recitaron el canto de Damayanti tal como ella les enseñara.