Mahābharata
Una versión de
Michael Dolan, B.V. Mahāyogi
Romance Hindu XIX
La Incredible y Triste Historia de un Amor Prohibido Por los Dioses:
Nala y Damayanti
De
Mahābhārata 3.64.9-19
11 evám
bruvantaṃ rājānaṃ niśāyāṃ jīvalo 'bravīt
Kam enam śocase nityam śrotum icchāmi
bāhuka
12 tam uvāca nalo raja mandaprajñasya kasya
cit
asid bahumatā nārī tasya dṛḍhataraṃ ca saḥ
13 sa vai kena cid arthena tayā mando
vyayujyata
viprayuktaś ca mandātmā bhramaty asukhapīḍitaḥ
14 dahyamānaḥ sa śokena divārātram atandritaḥ
niśākāle smaraṃs tasyāḥ ślokam ekam sma
gāyati
15 sa vai bhraman mahim sarvam kva cid āsādya
Kim cana
vasaty anarhas tadduḥkhaṃ bhūya evānusaṃsmaran
16 sā tu purusam tam nārī kṛcchre 'py anugatā
paleta
tyakta tenālpapuṇyena duṣkaraṃ yadi jīvati
17 Eka bālānabhijñā ca mārgāṇām atathocitā
kṣutpipāsāparītā ca duṣkaraṃ yadi jīvati
18 śvāpadācarite nityam paleta mahati dāruṇe
tyakta tenālpapuṇyena mandaprajñena Marisa
19 dad evám naiṣadhoraja damayantīm anusmaran
ajñātavāsam avasad rājñas niveśane tasya
11 एवं बरुवन्तं राजानं निशायां जीवलॊ बरवीत
काम एनां शॊचसे नित्यं शरॊतुम इच्छामि बाहुक
12 तम उवाच नलॊ राजा मन्दप्रज्ञस्य कस्य चित
आसीद बहुमता नारी तस्या दृढतरं च सः
13 स वै केन चिद अर्थेन तया मन्दॊ वययुज्यत
विप्रयुक्तश च मन्दात्मा भरमत्य असुखपीडितः
14 दह्यमानः स शॊकेन दिवारात्रम अतन्द्रितः
निशाकाले समरंस तस्याः शलॊकम एकं सम गायति
15 स वै भरमन महीं सर्वां कव चिद आसाद्य किं चन
वसत्य अनर्हस तद्दुःखं भूय एवानुसंस्मरन
16 सा तु तं पुरुषं नारी कृच्छ्रे पय अनुगता वने
तयक्ता तेनाल्पपुण्येन दुष्करं यदि जीवति
17 एका बालानभिज्ञा च मार्गाणाम अतथॊचिता
कषुत्पिपासापरीता च दुष्करं यदि जीवति
18 शवापदाचरिते नित्यं वने महति दारुणे
तयक्ता तेनाल्पपुण्येन मन्दप्रज्ञेन मारिष
19 इत्य एवं नैषधॊ राजा दमयन्तीम अनुस्मरन
अज्ञातवासम अवसद राज्ञस तस्य निवेशने
Damayanti llega al Reino de Cheri
Damayanti caminaba toda la noche y toda la mañana
bajo el sol, hasta que finalmente llgó a la ciudad de las torres de enormes
piedras pintada en oro. Preocupada, demacrada, cubierta de polvo, con el pelo
enredado y el vestido desgarrado, Damayanti casi ni mostraba ser una reina. Los
niños de la calle empezaron a seguirla por las calles y a burlarse de ella, le
gritaban apodos. “¡Maniaca!” gritaban, y “¡Loca!” Los perros gruñían y
mordisqueaban sus talones, ladraban.
Siguió caminando, pasó el mercado de tiendas coloridas y banderas. Los
chicos del pueblo la seguían y le tiraban piedras. Y rodeada de un montón de
perros y niños, se tambaleo hacia las puertas del palacio.
En ese momento, la Reina Madre regaba sus rosas en
su terraza en la parte alta del techo del palacio. Cuando arrancó una hierba,
escuchó ruidos abajo.
“¿Qué pasa?” Dijo a su dama de honor. “¿Es día de
festival otra vez? ¿Por qué la gente hace ese alboroto?”
Y su dama de honor miró por encima de la muralla
del palacio.
Damayanti se había desmayado. Los chicos se
presionaban a su alrededor, deleitados con la diversión de atormentarla con
insultos. Los perros se animaron más y saltaban con alegría canina.
Damayanti yacía inconsciente ante las puertas del
Rey Chedi.
La Reina Madre cortó una flor marchita del rosal.
Se unió a su dama de honor en la muralla de la ciudad, miró hacia abajo, hacia
la plaza pública que estaba ante el palacio.
La Reina Madre vio el escándalo de los ladridos de
perros y los niños sucios riendo de la loca medio vestida tirada ente las
puerta. Y desde la elevada torre de la ciudad, llamó a un guardia. “¡Para ese
escándalo! Despide a esa turba de inmediato. Ayuda a la señora a pararse”.
El guarida, que estaban viendo a los niños, dio un
paso adelante con una mirada feroz, con la mano derecha empuñando su espada.
Los chicos vieron que iba en serio y salieron corriendo alegremente, llevándose
con ellos a los perros. Fue entonces hacia Damayanti.
La Reina Madre le dijo a su doncella, “Baja y
tráeme a esa mujer. Tráela quiero saber quién es ella”.
“Tal vez es solo una mujer loca” dijo la doncella.
“Tal vez sea peligrosa traerla aquí”.
La Reina Madre dijo. “Sí parece una loca y una
maniática, pero hay algo en ella que me dice que es especial. Nunca la he visto
en el pueblo. Por su vestido veo que viene de muy lejos. Y sus ojos de loto me
dicen que ella ha de ser de una familia real. Aunque disfrazada como una loca
medio desnuda, me parece un ángel del cielo. Por favor, baja y trémela”.
Y así la sirvienta de la Reina Madre bajó las
escaleras de mármol del palacio del Rey Chedi. Y cuando llegó a la puerta
principal, encontró aún inconsciente a Damayanti, a quien cuidaban los guaridas
reales.
Con una poción hecha de hierbas la revivieron. Y
tomándola de la mano le dijeron, “Ven con nosotros. La Reina Madre te dará una
audiencia”.
Y así que subieron las escaleras del palacio hacia
la torre que se elevaba por encima de la ciudad del Rey Chedi, en donde la
Reina Madre tenía sus rosas en la terraza del techo.
Y cuando llegaron, le dieron a Damayanti un
asiento fino digno de una princesa de sangre real. Las doncellas le trajeron
bebida refrescante hecha con agua de rosas y refrescaron su frente con paños
humedecidos con lavanda.
La Reina Madre dijo, “¿Quién eres mi niña? Aunque
deteriorada de angustia, medio vestida en harapos, cubierta de polvo, tu
belleza brilla como un rayo a través de la tormenta oscura. Tu forma es más que
humana. Aunque no llevas joyas ni ornamentos, aun así, tienes un encanto casi
trascendente, como si fueras la prometida de un dios. ¿Eres una diosa caída a
la tierra con algún propósito para el rey? ¿O una apsara que ha venido a
bendecir al pueblo y liberarnos de alguna oscura maldición?
Y Damayanti contó su historia: cómo nació como
hija del Rey Bhima en el reino de Vidarbha en donde Sita tuvo su corte: como
los dioses la quisieron como prometida; cómo eligió a Nala, y del infortunio en
que cayó cuando Nala apostó su reino. Le dijo de cómo Nala la abandonó en el
bosque tras tomar la mitad de su vestimenta, cómo vagó a través del bosque y de
cuando se encontró con los hombres sabios, y de cómo los elefantes enloquecidos
destrozaron la caravana.
A continuación......Maldecida por los dioses por su belleza.
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