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Bhagavad-Gita
Capítulo Sexto
El Camino de Meditacion
Por Michael Dolan/ B.V. Mahāyogi
Traducido por Teresa Loret de Mola, Tapanandini DD
Al principio del Capítulo VI, Kṛṣṇa resume
su tesis de los capítulos previos: “Quien está desapegado de los frutos de su
trabajo y trabaja como por obligación, está en la orden de renuncia de la vida,
y es un místico auténtico: No quien no enciende un fuego y no trabaja.” El
verdadero sannyāsa o renunciante se realiza a través del desapego de los
resultados materiales del karma mientras se dedica a sí mismo a Dios, devotamente
. El conocimiento trascendental se refuerza con ello.
Este capítulo algunos comentadores le
llaman atma-jñāna. La edición de Bhaktivedānta Swāmi lo tiene como saṃkhya-yoga.
Nosotros seguimos las versiones de Baladeva Vidyābhusana y Śrīdhar Swāmi que le
llaman dhyāna-yoga, que significa el “yoga” de meditación.
Yoga en sí tiene diferentes significados y
connotaciones. En general significa “yugo” y se toma en el sentido de cómo
estamos vinculados a un poder superior. Subyugar a dos bueyes conduce a un viaje, que en
sánscrito se mide en una unidad de distancia llamada yojana. Entonces, un
“yugo” se refiere no sólo al vínculo físico entre dos bueyes, sino al viaje que
se realiza al establecer un proceso. En este sentido, la palabra yoga también
significa, “La Senda”.
Por lo tanto, hablamos de la senda del
karma, la del conocimiento, o la senda óctuple del yoga. Esto puede ser
confuso, en el sentido de que parece que hablamos de numerosos caminos
distintos, mientras que la meta es la misma. Hemos visto que cuando atma es
expuesta al conocimiento trascendental verdadero de la relación entre el alma y
la Súper Alma, se ilumina y naturalmente tiende a dedicar todas las acciones en
amor divino o bhakti-yoga. Un alma realizada de verdad llega a la conclusión
que la acción dedicada en amor a la divinidad es la mejor forma de
conocimiento. Por ello, tanto el karma como el jñāna culminan en bhakti. Este
es el propósito de los cinco primeros capítulos del Bhagavad-Gīta.
Haciendo a un lado la síntesis de karma y
jñāna tal como Kṛṣṇa enseña, muchos buscadores de la verdad se apegan a la idea
de la realización trascendental a través de la pura meditación. Tal vez todo el
sacrificio es innecesario, razonan. ¿Por qué dedicar todas las acciones de uno
a Dios si podemos realizar la divinidad a través de la meditación? Tal vez con
sólo la senda de la meditación será más fácil y exitoso que a través del
sacrificio y la dedicación. Arjuna siente curiosidad acerca de la senda de la
meditación como un esfuerzo independiente. Si lo que Kṛṣṇa está diciendo acerca
del alma eterna es verdad, tal vez es tiempo de sentarse y meditar. Puede dejar
atrás la lucha del campo de batalla, dejar a un lado el deber y meditar en el
ser eterno. ¿Qué hay del yoga meditativo como medio para la salvación?
Kṛṣṇa ha hablado de yoga en formas
diversas, Arjuna quiere saber cómo se realiza uno mismo a través de la meditar
en el yoga. Y puesto que ha expresado un interés en entender la naturaleza de
la meditación, Kṛṣṇa se extiende en el entendimiento del yoga místico en el
Capítulo VI, llamado yoga de la meditación, dhyāna-yoga.
Kṛṣṇa conoce lo que hay en la mente de su
amigo. Empieza a explicar por ello la senda de la meditación o dhyāna y
mostrarle cómo la senda del yoga conduce hacia la perfección. Y, sin embargo,
la meditación no puede divorciarse de la dedicación. Al final, la perfección
depende no en conocer a la divinidad, sino en el amor divino. Pero como Kṛṣṇa
atraviesa sistemáticamente todas estas ideas, aquí tratará con la senda del
sistema óctuple del yoga casi como un
asunto independiente, debido a que ya ha explicado como convergen todos estos
caminos.
Un buscador sincero de la verdad hallará
que el karma-yoga, el jñāna-yoga y el sannyāsa-yoga o renunciación conducen hacia
la dedicación. Y así, Kṛṣṇa dice, “No hay diferencia alguna entre la
renunciación tal como te la he explicado y el yoga.” Kṛṣṇa ha señalado que la
renunciación no es un show externo de abnegación propia, sino la sinceridad
interna acompañada con la dedicación auténtica a la divinidad. No hay
posibilidad de práctica real del yoga a menos que uno abandone el propósito
egoísta. En este sentido, la renunciación al interés propio es el yoga real.
Entonces, los principiantes en el camino
verán la salvación a través de los medios externos: el trabajo, por ejemplo.
Trabajo o karma es tangible y concreto. Cuando podemos ver prácticamente la
realización de un trabajo, entender que está progresando. Así que el trabajo de
los neófitos será el medio para alcanzar el yoga: poder ver el resultado. En un
nivel más sutil, sin embargo, la intención y sinceridad conducirán hacia una
realización más elevada. Pero esto es más difícil detectar externamente. Uno
alcanza tranquilidad completa y abandona el apego por el trabajo. Pero incluso
uno quien ha abandonado el apego sigue trabajando. Así que es difícil ver la
diferencia entre el alma auto realizada
que trabaja sin apego y el materialista que trabaja para obtener ganancias.
Ambos están involucrados en el mismo trabajo. La diferencia es interna.
Es por esto que los neófitos prefieren los
rituales; es más fácil aparentar. El auto-sacrificio interno no siempre es
fácil que otros lo vean.
Y, sin embargo, la auto-realización es
personal. Puede que haya una pequeña evidencia del trabajo interno espiritual
personal. Por esta razón Kṛṣṇa dice, “Para un yogī neófito, se dice que el
trabajo es el medio; pero para alguien que ha alcanzado ya el yoga, el desapego
completo de las actividades kármicas se dice que es el medio.”
Y continúa, “Cuando uno está desapegado
tanto de los sentidos como de las acción y aun así actúa, y está más allá de la
necesidad de propósito, entonces se dice que ha alcanzado el yoga” Aquí Kṛṣṇa
explica la naturaleza de la abnegación propia de un yogī. “Indiferente a gustos
y desagrados, a través de la rendición completa a la voluntad de Dios el yogī
abandona el ego. De este modo se hace posible el control de la mente y los
sentidos, pues una vez absorto en el Supremo, el yogī se hace extático y
rechaza los impulsos de los sentidos. Si los sentidos nos proveen de ciertos
impulsos, la mente acepta esos impulsos y piensa. “Me gusta esto, no me gusta
aquello”. Cuando la mente corre tras los gustos y desagrados temporales de los
sentidos se descontrola. Cuando la mente no está controlada nos perdemos en
busca de los impulsos fugitivos de los sentidos. De este modo olvidamos nuestra
naturaleza espiritual y el ego se involucra en la vida material, Controlando la
mente a través del yoga nos ayudará a alcanzar la plenitud y la satisfacción
espiritual.”
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