La Crisis de Conciencia de Arjuna
श्रीमद्भगवद्गीता
Śrīmad Bhagavadgītā
॥ श्रीमद्भगवद्गीता ॥
॥ ॐ श्री परमात्मने नमः ॥
॥ अथ श्रीमद्भगवद्गीता ॥
अथ प्रथमोऽध्यायः । अर्जुनविषादयोगः
Comentario del
Capítulo Uno del Bhagavad-Gita
Este primer capítulo del Bhagavad-gita se
contempla frecuentemente como un prólogo superficial hacia el corazón de las
enseñanzas de Kṛṣṇa.
Y sin embargo podemos encontrar la llave hacia el significado del Gita en la
crisis de conciencia de Arjuna. De hecho el capítulo ha sido titulado, arjunaviṣādayogaḥ, अर्जुनविषादयोगः, apegándonos formalmente a
los títulos de cada capítulo en concordancia con el sistema de Yoga enseñado en
su interior. Entonces ¿qué sistema de Yoga se enseña en el primer capítulo?
Hace miles de años, posterior a la batalla y la
conclusión de la batalla de Kurukṣetra y de que el Mahābharata fuera
compuesto por Vedavyāsa,
el filósofo Platón comenzó a establecer el modelo de discurso filosófico
occidental con base a diálogos. Hoy, por supuesto, esto es ya un lugar común,
pero la mayoría de los críticos dan crédito a platón de inventar esta fórmula.
En realidad, podemos encontrar el precedente a los diálogos de Platón en el
Bhagavad-gita y el diálogo entre Kṛṣṇa y Arjuna.
Si un diálogo carece de conflicto, es plano,
anodino, inerte. El mero catecismo carece del carácter de un verdadero diálogo.
Al principio del Bhagavad-gita, hay un conflicto formidable. Hombres armados
están a punto de arremeter entre sí en una batalla sin cuartel por la dinastía,
que enfrentará a gurus contra discípulos, nietos contra abuelos. Este ha de ser
el conflicto más sangriento de la historia antigua, eclipsando incluso a la
guerra de Troya. Pero mientras que en Ilíada no contiene ningún diálogo
filosófico, el Mahābharata
nos otorga el Bhagavad-gita como su eje principal. Así como la guerra de Troya
depende de si Aquiles luchará, la batalla de Kurukṣetra depende
del deseo de Arjuna a pelear. Sin Arjuna, los Pāṇḍavas y Yudhiṣthira están
perdidos al igual que su causa: el dharma.
El Aquiles de Homero se mueve a causa de la
venganza por la muerte de su amante Patroclo. La venganza atrajo a Arjuna al
borde de la guerra, pero antes de sumergirse en la masacre, hace una pausa.
Duda un momento. Es esta duda la que dispara la conversación entre Kṛṣṇa y Arjuna.
Quien no entra en la cuestión como un verdadero creyente, sino como un guerrero
renuente.
Cuando Arjuna inicia la conversación con Kṛṣṇa mira hacia
los ejércitos reunidos y ve a primos, hermanos, padres e hijos, incluso gurus
listos a matar o morir. Baja su arco, sobrecogido de compasión. Pero Arjuna no
es un cobarde como algunas veces es representado; es el más grande guerrero del
mundo antiguo celebrado en Sánscrito en miles de líneas. Ya ha derrotado a
Shiva en un duelo de caza, disputado con su padre Indra el mismísimo dios del
trueno en la quema del bosque de Khandava. Ha conquistado una raza entera de
guerreros fantasmales, en el Nivata-kavachas y los ha enviado al infierno,
Arjuna no es una tímida violeta.
Ningún cobarde exige que su carro se conduzca
hacia la tierra de nadie entre dos ejércitos enemigos cuando ya las flechas empiezan
a volar. Y sin embargo, tras haber sido preparado para esta batalla, haber
obtenido el arma más grande de guerra de los dioses, en lugar de entrar a la
batalla balanceando espadas y tirando flechas desde su famoso arco Gandhiva, él
duda un momento.
Vishada pude significar “desesperación,
desaliento.” Creo que en la jerga contemporánea es llamada “crisis de
conciencia.” El Bhagavad-Gita nos lleva en un viaje desde el desaliento y
sufrimiento hacia la iluminación y la bienaventuranza. Pero partimos de la
crisis de conciencia de Arjuna.
Puede parecer una presunción llamar Yoga a una
“Crisis de Conciencia”. Sin embargo si “yoga” es un sistema que nos conduce a
entrar en contacto con lo divino, ese viaje frecuentemente se inicia con duda.
Si no nos tomamos el tiempo a cuestionarnos acerca de quien somos y qué estamos
haciendo, tal vez nunca nos confrontemos a nosotros mismos con la verdad acerca
de la realidad. La crisis de conciencia de Arjuna le hace dudar de todo. Le
pregunta a Kṛṣṇa.
¿Por qué él ha de ser un guerrero? ¿Cuál es el sitio de la sociedad, la religión,
el deber, la auto conciencia, Dios, la Conciencia? ¿Qué sucede cuando chocan
deber y religión? Arjuna no es un tonto. Ha participado en discusiones con
grandes sabios y santos del bosque de Kamyaka en los planetas celestiales. Está
bien informado con las conclusiones Védicas acerca del deber y el karma. Y sin
embargo su crisis de conciencia le permite a él y a nosotros explorar en las
cuestiones más profundas a través de su conversación con Kṛṣṇa.
Si el mismísimo Kṛṣṇa nos lleva en
un recorrido hacia cada posible yoga y práctica, Arjuna manifiesta toda duda
posible, no desde las preguntas ensayadas de un profesor erudito, sino con la
duda dolorosa de un guerrero experimentado, reacio a derramar sangre. La
intensidad de su crisis de conciencia se corresponde a cada paso con las
verdades del mensaje de Kṛṣṇa.
Al final, la crisis de Arjuna es la nuestra. Si
nos aproximamos al mensaje del Gita en el mismo espíritu que Arjuna, indagando,
pero deseosos de aceptar la verdad, tal vez entonces podamos aspirar a alcanzar
la misma iluminación. “Crisis de Conciencia” como yoga es útil, especialmente
si nos aproximamos sumisamente a un maestro realizado y en espíritu de
consulta. La crisis yógica de conciencia de Arjuna es sincera, y su diálogo con
Kṛṣṇa y
la verdad ahí contendida concluye en la comprensión máxima del yoga: el yoga
del amor divino.
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