-->
Censura
“Hay una total confrontación entre la mente
literal e irónica: entre cada especie de comisario e inquisidor y burócrata y
aquellos que saben que sea cual sea el rol social y la fuerza política, las
ideas han de ser formuladas y los libros deben ser escritos por individuos. “
Christopher Hitchens
El gran arte posee una cualidad eterna.
Como si siempre hubiera existido. Es difícil pensar en Egipto sin las pirámides
o al Louvre sin la Mona Lisa. Difícil concebir la pintura sin los Girasoles de
Van Gogh o sin el Guernica de Picasso; las películas de Hollywood sin Fred
Astair y Ginger Rogers o sin Bogart y Bacall. Yo en lo personal no puedo
concebir India sin el Taj Mahal o la música sin el Cello desafiante de Pablo
Casals tocando las Suites de Bach, perdidas para la memoria humana antes de que
él las rescatara.
En retrospectiva se siente que cada una de
estas obras ha existido siempre, que la fábrica cultural de nuestras vidas
estaría raída sin ellas. Pero esas grandes obras de arte no existieron siempre.
En un momento dado fueron sólo un producto imaginado en la mente del
arquitecto. Y hubo una gran lucha entre la imaginación y la ejecución para
concebir estas obras de arte hacia la existencia de la realidad física. Hubo
una confrontación entre el artista y el escritor y los comisarios de cultura.
Dada la tormentosa relación entre Miguel Ángel y el Papa Julio, es un milagro
que los frescos de la Capilla Sixtina llegaran a terminarse. Y, sin embargo
apenas y podemos concebir a Dios sin ellos.
Y, sin embargo, cada una de estas obras
efímeras involucran una gran lucha no únicamente en contra de los críticos y la
mafia comercial de su tiempo, sino también en contra de la audiencia e incluso
en contra de los demonios de los propios artistas. Muchas de las obras que
consideramos esenciales hoy en día fueron censuradas y ridiculizadas en su
época, desde las pinturas de Da Vinci hasta el impresionismo de Gauguin y la
música de los Beatles. Recuerdo cuando el “Imagina” de John Lenon fue
considerada escandalosa pues imaginaba un mundo “”también sin religiones”.
Ahora su música se toca en las iglesias. Con el tiempo los herejes se
convierten en santos. Juana de Arco fue quemada en la hoguera por la propia
iglesia que más tarde la canonizara como santa patrona de Francia.
Grandes libros no son la excepción a esta
dinámica. Sin Shakespeare no podría existir el drama moderno, pero muchas de
sus obras fueron fracasos en su tiempo o fueron censuradas. La obra de Shakespeare era considerada sediciosa
en tiempos de la propia Reina Isabel cuando Lord Essex le ordena que se
presente Ricardo II en el teatro durante una insurrección que había organizado.
Ricardo II es una obra de un rey débil, depuesto por el popular Enrique. Pero luego de una investigación, se decidió
que Shakespeare era inocente y pudo reanudar su trabajo. Sus obras fueron
inéditas en vida, revividas luego de su muerte por actores.
Tras una carrera fallida como dramaturgo,
su contraparte española, Miguel de Cervantes, inventó la novela moderna, cuando
al final de su vida escribe el Quijote en la prisión. Estos hombres inventaron
las propias formas que son estudiadas y criticadas hoy en día.
En ocasiones ellos son considerados
representaciones inadecuadas a las propias formas que inventaron. Miguel de
Cervantes fue perseguido por la Inquisición Española, ya que ésta era el blanco
de bromas hechas por su personaje ficticio Don Quijote de la Mancha.
Simplemente señaló que él identificaba a su caballero como loco al comienzo de
su libro. “De poco dormir y de mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que
vino a perder el juicio”. En resumen, era un hombre enloquecido. En su defensa
ante la Inquisición, Cervantes señala que las críticas a la iglesia de un
hombre loco no han de tomarse en serio. De hecho, e la críticas del Quijote a
la iglesia es meramente el delirio de un loco, dandeo Cervantes así evidencia
de que sólo un loco criticaría a la iglesia. Los representantes de la
Inquisición española retiraron entonces su denuncia y aprobaron la publicación
de la obra sin aplicar censura.
En mi propia vida he visto muchas
manifestaciones curiosas de estos principios en acción. En los 80’s algunos
amigos míos hallaron a un gran maestro en India: bhakti Rakshak Sridhar. Era
prácticamente desconocido entonces. Nos sentamos a sus pies y grabamos sus
pláticas en filosofía, espiritualidad, vida divina y la austeridad monástica.
Mientras que en la década de los 70’s vimos una gran influencia de gurus y
cultos basados en enseñanzas indias, el auge prácticamente había terminado.
Impávidos, configuramos una pequeña imprenta y empezamos a publicar. Pasé
incontables horas escuchando conferencias y analizándolas en secciones más
pequeñas que podían coserse en párrafos, ordenarse en capítulos y organizarse
como libro.
El grupo de yoga al que pertenecíamos
entonces estaba furioso. “Debes mostrar castidad a la institución”, nos
dijeron. Nuestro trabajo fue criticad como herejía. Nos habíamos ido en contra
de nuestro Guru. Hubo una oposición increíble, tanto de estos amigos que se
sintieron traicionados porque nos habíamos desviado de los objetivos de su
organización de yoga, como de otros críticos que sentían que habíamos ido
demasiado lejos. Reconocimos como “sectaria” mucha de esta crítica y lo dijimos
entonces. La organización de yoga tomó medidas draconianas para castigar
nuestro trabajo. Fuimos atacados también por cristianos. A veces se organizaba
la oposición: nos enfrentábamos fuera de la prensa con fanáticos religiosos
armados con bates de béisbol y argumentos débiles. Incendiarios desconocidos
prendieron fuego al edificio que albergaba nuestra prensa, donde dormíamos por
la noche. Nuestro libro fue criticado, burlado, vilipendiado, calumniado y
finalmente, pirateado. Mientras la calumnia dolió, la piratería asesinó nuestro
proyecto. Tan pronto como imprimimos 3 mil copias, “amigos” decidieron que el
libro era suficientemente bueno para
piratearlo. Imprimieron otras 10 mil copias en Singapur, ignorando cualquier
mención de nuestro trabajo, robando efectivamente el libro. Lo mismo sucedió en
Londres, donde un “amigo” compró 10 copias de nuestro trabajo y las utilizó
para imprimir su propia versión. Nuestro modelo económico se vino abajo.
Estábamos en buena compañía. Incluso Cervantes encontró pirateada su obra
durante su vida. Lisiados económicamente, y trabajando contra reloj,
continuamos publicando. El nuestro era un trabajo de amor. A pesar de que
perdíamos dinero al publicar y que nuestra imprenta se fue a la bancarrota,
nuestro Guru en India estaba contento de ver que sus palabras habían sido
ordenadas y habían tomado forma. Nos dio
sus bendiciones, incluso llegó a decirnos que habíamos hecho el trabajo de Vyāsa
y Ganesh. El libro en cuestión fue llamado “La Búsqueda de Śrī Kṛṣṇa”. También
imprimimos otros. Uno en particular que es sumamente interesante llamado “Śrī
Guru y Su Gracia” Era muy controvertido en ese momento y generó muchas críticas
y llamadas a la censura. Si hubiéramos escuchado las llamadas a censura y
“castidad”, ese libro nunca habría aparecido. Ahora se cita frecuentemente para
resolver diputas. 35 años después de la publicación de la Búsqueda de Śrī Kṛṣṇa,
el libro sobrevive. Los ashrams se han formado internacionalmente, y los
discípulos de los discípulos de mi maestro lo predican como su mensaje. Yo
mismo estoy involucrado en otros proyectos ahora, por ejemplo este blog, Y sin
embargo es irónico que las mismas fuerzas que obraron tratando de impedir la
publicación de obras como la Búsqueda de Śrī Kṛṣṇa y Śrī Guru y Su Gracia
continúan llamando a la censura. Voces similares demandan “castidad” a la
institución que fue creado con base en los libros que publicamos. Pero yo no
soy miembro de ninguna organización o institución. Tengo gran respeto por el
mensaje de mi maestro y hago lo mejor que puedo para honrar sus enseñanzas.
Pero no reconozco la tal “castidad” a una institución. Puesto que las instituciones dependen de
organización y el último partido es meramente una cuestión de política. Esto se
señala en Srii Guru y Su Gracia, en donde la posición de guru y maestros es
explorada a profundidad. Los llamados a “castidad” exigen censura y silencio de
aquellos que se desviarían de la “línea de partido” de la escuela y dan voz a
sus propias realizaciones y verdades. Cuando escucho a los fieles gritar por
silencio, recuerdo las palabras de Bhaktivinod Ṭhākura, las palabras que nos
inspiraron a reimprimir su conferencia acerca del Bhāgavat cuando estábamos en
medio de tratar de sacar a la luz las obras de Sridhar Maharaja. La censura fue
criticada nada menos que por Bhaktivinod Ṭhākura como una solución superficial
en la búsqueda por la verdad. Un verdadero crítico, afirma él, dará orden a
diferentes ideas sin necesidad de quemar libros o intimidar a los artistas que
las producen. “Los estudiantes han de leer los hechos con una visión de crear y
no el inútil objetivo de retención. Los estudiantes, como satélites, han de
reflejar cualquier luz que han recibido de los autores y no aprisionar los
hechos y pensamientos como aprisionan los magistrados a los reos en la cárcel.
El pensamiento es progresivo. Los pensamientos de un autor han de progresar en
el lector en la forma de corrección o desarrollo. Él es el mejor crítico quien
pude mostrar el desarrollo posterior de un viejo pensamiento. , pero un simple
denunciante es el enemigo del progreso y consecuentemente de la naturaleza. “El
estudiante útil… leerá a una viejo autor y hallará su posición exacta en el
progreso del pensamiento. Nunca
propondrá quemar el libro basado en que contiene pensamientos inútiles. Ningún
pensamiento es inútil. Los pensamientos son los medios por los cuales
alcanzamos nuestros objetivos. El lector quien denuncia un mal pensamiento no
sabe que una senda mala es capaz de mejorarse y convertirse en una buena. Un pensamiento es la ruta que conduce hacia
otro. Por ello los lectores hallarán que un pensamiento que puede ser hoy el
objetivo, podrá ser el medio para un objeto posterior el día de mañana. Los
pensamientos necesariamente continuarán hacia una infinita serie de
significados y objetivos en el progreso de la humanidad. Los grandes
reformadores siempre afirman que no han venido a destruir la ley sino a
satisfacerla. Valmiki, Vyasa, Platón, Jesús, Mahoma, Confucio y Chaitanya
Mahaprabhu afirman el hecho ya expresamente o por su conducta. “
Bhaktivinod Ṭhākura (1869)
No hay duda en mi mente que las enseñanzas
de Sridhar Maharaja halladas en la Búsqueda de Srii Kṛṣṇa son percepciones
atemporales de la realidad espiritual. En ese sentido es una obra de arte. En
retrospectiva parece ser que la Búsqueda de Śrī Kṛṣṇa ha de haber existido
siempre. ¿Cómo podría no habe3r existido? La verdad siempre halla manera de
revelarse a sí misma, de aparecer ante nosotros
para darse a conocer. Y sin embargo, si no hubiéramos ido a India con
una grabadora, si no nos hubiéramos sentado horas a escuchar cuidadosamente sus
conferencias y hubiéramos hecho preguntas, y si no las hubiéramos archivado
cuidadosamente las conferencias grabadas, la Búsqueda de Śrī Kṛṣṇa nunca habría
existido. Si hubiéramos escuchado a las voces que demandaban silencio y censura
nunca hubiéramos fundado una imprenta para publicar las obras. La publicación
de La Búsqueda de Śrī Kṛṣṇa fue publicada con base en el sacrificio, sangre,
sudor y lágrimas del equipo de individuos cuyos talentos eran únicos y quienes
se deddicaron a financiar y producir el proyecto contra todos los augurios. Sin
su talento y dedicación el libro nunca habría salido. En uno de sus cuentos
cortos, Jorge Luis Borges argumenta que si Cervantes no hubiera escrito el
Quijote, éste tendría que haber sido escrito. Otros señalan que si a cien
millones de monos se les dan máquinas de escribir, tarde3 o temprano uno de
ellos escribirá el soliloquio de Hamlet. No soy tan optimista. Sé lo que nos
costó la publicación de la Búsqueda de Sri Kṛṣṇa. Tuvimos que combatir la
depresión económica, la represión religiosa, e incluso la auto-censura para
llegar al primer borrador. Y luego discutimos por cada punto, coma, y dos
puntos, antes de la lucha para publicar de hecho la obra. Hoy está disponible
en al menos 15 idiomas. Ha sido traducida de vuelta al Bengalí para los
lectores de India. De haber escuchado el llamado al silencio y la censura, no
podríamos haber producido tal obra. Nuestro Guru, Su Divina Gracia Bhakti
Rakshak Sridhar Dev Goswāmī, el fundador-ācārya del Śrī Caitanya Saraswat Math,
habría sido silenciado y olvidado. Tal como sucede, su nombre y enseñanzas
sobreviven. Si jugué algún papel pequeño en eso, estoy agradecido de que mi
servicio haya sido aceptado. Aun así, mi punto es que cualquier artista o escritor ha de luchar por
superar la constante oposición que silenciaría su voz. Así como enfrentamos
oposición para publicar la Búsqueda de Śrī Kṛṣṇa y otros libros, actualmente
enfrento cierta oposición para publicar este blog. Hasta ahora, he escrito y
publicado más de mil publicaciones y ha sido visto más de 250 mil veces en
términos de visitas de páginas. Pero es difícil escribir algo todos los días
sólo para enfrentar la negatividad de troles anónimos de internet. La crítica
constante tiene su precio. Confronto críticas de ateos, hedonistas,
derechistas, izquierdistas, cristianos, hindúes y científicos. Aun así, hago lo
posible por no ofender a los demás. Simplemente intento analizar la realidad
sobre la base de mis propias realizaciones y la enseñanza y capacitación que
recibí de mi gurudeva. He hecho lo posible para evitar el discurso ofensivo,
para decir la verdad con dulzura, pronunciar la verdad tal como me fue mostrada
por mis maestros. Nos dicen que evitemos la especulación pues distrae la mente
del verdadero interés propio. Muchos gurus enseñan disciplina espiritual; mi
propio maestro fue más allá del mero ejercicio para proveerme de un marco para
la interpretación, abriendo mis ojos. Yo estaba enceguecido por la oscuridad de
la ignorancia, pero mi gurudev me enseñó como ver y pensar las cosas. Algunas
personas me han dado ánimos a continuar escribiendo en éste espacio, así que
estoy tomando de nuevo la oportunidad y trataré de hacer lo mejor para mantener
viva la conversación a pesar de la presión social, política y eclesiástica para
el silencio.