Fe, una Forma de Saber
Significado y Argumento
En este punto, hemos examinado unas cuantas
justificaciones filosóficas de la existencia de Dios: Los argumentos
ontológicos de Anselmo nos dicen que
Dios debe existir, pues puedes concebirlo. Aquino argumente que diseño implica
diseñador y los seres dependientes dan pista de un ser necesitado. Estos
argumentos pueden convencernos a ser más firmes en nuestra fe. Al final, los
argumentos no son concluyentes. Un salto de fe ha de hacerse. De acuerdo a
Kierkergaard [i]. Tenemos que confiar en nuestra inspiración divina y abrazar
el ideal más elevado o vivir nuestra vida en el fango. Los argumentos
intelectuales a veces pueden ayudar a la fe al darnos una base firme para
seguir hacia adelante. Hay distintas maneras de conocer las cosas. Y la
comprensión del conocimiento es la rama de la fisiología conocida como
epistemología.
La Fe como forma de saber
La fe es la forma más poderosa de saber.
Habrá quienes cuestionen si la fe merece ser incluida como forma de conocer,
pero muchos aspectos del aprendizaje y el conocimiento desafían la razón. Por
ejemplo, conocer el rostro de tu madre o lo que se siente ser amado es algo muy
distinto de conocer el cuadrado o el círculo. La formula para determinar el
volumen de un círculo es una forma diferente de conocimiento que el de saber
que mis hijos están bien, o saber cómo llegar al trabajo.
Distintas formas de saber.
La epistemología es la rama de la filosofía
responsable de contemplar cómo conocemos lo que conocemos. Estudia lo que es
llamado “Teorías del Conocimiento”. De acuerdo a la antigua sabiduría
tradicional de los Upaniṣads, hay distintas formas de conocimiento: Existe la
experiencia directa, o lo que en sánscrito es llamado pratyaksha. Lo que se y
he aprendido a través de mis sentidos, percepción mental, y experiencia. Luego
está pratyaksha, que significa lo que aprendo de otros. La historia de la
humanidad ha luchado contra la ignorancia por siglos y ha aprendido a través de
la experiencia. La sensualidad colectiva y la experiencia mental de la
humanidad tal como se transmite a través de la educación es llamada
apratyaksha. Estas son poderosas formas de conocimiento, no para ser
descartadas fácilmente o tratadas a la ligera. Aún así, es posible “saber” sin
haberlo comprendido con la lógica rigurosa.
Necesitamos una avalancha de fe para pasar.
Hay muchas cosas que sabemos y hacemos sin
tener que atravesar un complicado proceso de justificación lógica. Cuando
caminas por la calle lo haces sin calcular cada paso. Te mueves automáticamente
de un sitio al otro en el metro, si conoces las paradas. Navegas por las calles
de la ciudad a la velocidad permitida sin entender ni siquiera el trabajo
interno del motor de combustión. Te subes y bajas de los aviones a Europa sin
resolver la prueba de Eratóstenes de que la tierra es redonda. Estableces tu
reloj en el horario de ahorro de energía ignorando completamente la prueba de
la longitud, la causa de las zonas horarias, o la razón del porqué el gobierno
exige los cambios. Hacemos suposiciones, asumimos como verdad y actuamos. Si bien
podría reclamar primacía, la razón no es el único aspecto de la epistemología.
Sólo para atravesar un día, necesitamos una avalancha de fe. La razón no es el
absoluto. La razón no es la única epistemología.
En palabras de Pascal, “El corazón tiene
razones que la razón no conoce”. Y al final, actuamos. La inacción es también
una forma de acción, tal como señala Pascal en su apuesta famosa. Podremos
actuar en ignorancia, ignorando el anhelo de nuestra propia alma preciosa. Tal
vez actuemos en conocimiento, usando la razón como luz que nos guíe hacia la
fe. O tal vez actuemos con fe y dejemos que la fe nos guíe hacia el amor
divino. Pero la inacción no es una opción. La propia acción en sí misma es una
especie de fe. Pues actuamos con base en lo que asumimos como cierto. La razón
no es concluyente en asuntos del corazón, del espíritu y de la mente. Si, en
última instancia, nuestros argumentos filosóficos no son concluyentes, si no
puede haber certeza en términos de lo racional que prueben a Dios, la presencia
de Dios, sin embargo, es sentida con fuerza a través de la fe. La experiencia
de Dios es auto-evidente a través de la fe. Cuando la experiencia de lo divino
nos guía a través de la verdad eso es llamado fe.
Oposición
Y así, tal vez podremos hallar las llamadas
“pruebas” de Dios como inconclusas en el sentido de la razón crítica de Kant.
Es fácil de ver que la posición filosófica de los teólogos desde Anselmo hasta
Tomás Aquino hasta los teólogos modernos ha enfrentado la oposición crítica.
Los ateos y pragmáticos desde Kant hasta Bettand Russell y Richard Dawkins han
hecho lo posible para reducir la idea de la fa e una mera superstición.
Dawkins, por ejemplo, present la idea de que la fe es “una creencia basada en
lo no evidente”. En el Delirio de Dios, por ejemplo, declara que el creer en
Dios, es una ilusión, “una creencia falsa persistente frente a una evidencia
fuerte contradictoria” [ii] Sus argumentos dependen por supuesto en cómo
definimos la evidencia. Si aceptamos lo arriba mencionado el concepto de
pratyaksha o la experiencia directa, será suficiente que yo tenga una
experiencia directa de Dios. Otro aspecto de evidencia, como hemos visto, es
apratyaksha, o lo que aprendemos de la experiencia de otros. La evidencia no es
siempre concluyente, Puedo estar confundido por la tradición, o por lo que mi
padre me haya enseñado, pero sin embargo es evidencia. Ya que la humanidad, a
través de los hombres sabios, los poetas, santos y las escrituras reveladas me
han enseñado que Dios existe, tal vez debo basarme en ese recuento histórico
como evidencia. El apóstol Pablo decía lo que muchos pioneros de la ciencia
creen, que la propia naturaleza es parte de la evidencia de la existencia de
Dios. ‘Desde la creación del mundo, las cualidades invisibles de Dios- su poder
eterno y su naturaleza divina-se han visto claramente, siendo entendidas a
partir de lo que ha creado. Así que el hombre no tiene excusa’ [iii]
La Existencia de Dios es Razonable
El punto del argumento filosófico es el de
demostrar la existencia de Dios, aunque no sea plenamente demostrable para el
raciocinio occidental, es razonable. Aunque la fe vaya más alla de la razón no
es irracional tener fe. Las grandes mentes en la historia de la civilización
humana han gastado años de sus vidas en contemplar y defender la fe. La fe
puede tener consecuencias devastadoras para la razón, pero al final la tragedia
de la muerte nos sobrepasará a todos con las consecuencias más devastadoras.
Los materialistas podrán destruir la fe con base a la razón. Pero la razón no
puede explicar la consciencia, la existencia, o la propia vida, a pesar de los
mayores esfuerzos de los filósofos mundanos. Y luego de siglos de progreso
científico la sociedad humana mantiene su sentido innato de fe, no sólo en el
alma, sino en un poder supremo. A pesar de toda la propaganda en su contra.
La Unión Soviética tras la cortina de
hierro vio casi un siglo de estado ateo, pero tan pronto como se levantó la
cortina, la gente regresó a su adoración. Es difícil ver esto como una mera
superstición. ¿Es posible que las mejores mentes de miles de generaciones de la
humanidad incluyendo a Aquino, Dante, Milton y otros fueran víctimas ingenuas
de la superstición. Esto no es razonable.
¿Qué es la fe?
Entonces ¿Qué es exactamente la fe? La fe
no es un concepto fácil de captar. No quiere decir “una creencia infundada” Se
planta ante la razón como una forma distinta de entendimiento de la realidad.
La fe no es sólo creer. La fe implica confianza; incluye la idea de confianza
en la senda correcta. Tengo fe de que mis pies me conducirán hacia adelante, de
que la tierra soportará mi peso y de que el sol brillará mañana. No puedo
explicar esta confianza, pero está basada ciertamente en evidencia. La fe en
Dios está basada en una confianza similar en lo que sé, lo que se me ha
enseñado y en lo que he experimentado.
Nuestra preocupación última.
Sin embargo, la fe es difícil de definir,
el teólogo cristiano Pau Tillich ha señalado en su obra, El Dinamismo de la Fe,
“Difícilmente habrá una palabra en el lenguaje religioso, tanto teológico como
popular, que sea objeto de mayores malentendidos, distorsiones y definiciones
cuestionables que la palabra ‘fe’ Tillich define la fe como nuestra
“preocupación última’ por encima de nuestra preocupación con la subsistencia, la
comida y el refugio. Con los avances en la ciencia de la evolución, la línea
entre el hombre y el animal se ha desdibujado, Toda vida se preocupa de la
subsistencia. Como seres humanos también estamos preocupados con la
supervivencia. La comida, el refugio, y la supervivencia de nuestras
necesidades básicas son todas animales. Y sin embargo la sociedad humana, en
contraste con la sociedad animal tiene otras preocupaciones. La fe es nuestra
preocupación suprema, pues encara la vida interna, la vida de la consciencia.
La fe es una forma de conocimiento que guía al alma hasta su destino inmortal.
Animales políticos, racionales y espirituales
Los animales no producen arte; los seres
humanos tienen preocupaciones estéticas. Los animales no tienen literatura; la sociedad
humane es auto-reflexiva. Más que los perros, que son altamente sociales, los
humanos son animales sociales. No podemos imaginar la vida en solitario.
Anhelamos la compañía humana, el amor humano. Por encima del amor de una
pareja, somos sociales en la medida de una comunidad humana mayor. Tenemos
preocupaciones sociales. Organizamos a la sociedad a través de medios
políticos. Somos animales políticos, dijo Aristóteles. Y sin embargo más que
moralidad, sociedad y razón, más que política el hombre es un animal
espiritual. Tenemos preocupaciones espirituales. Aunque tenemos numerosas
preocupaciones, la preocupación espiritual es la más profunda, ya que va hacia
el mismísimo centro de quienes somos. La pura razón es incapaz de revelarnos
nuestra total identidad espiritual. La lógica y la razón tal vez puedan
señalarnos la dirección de la realidad espiritual, pero tenemos que transitar
la senda de la verdad espiritual solo con la fe como guía.
Razón Vs. Fe
El gran poeta de la fe en el mundo medieval
fue Dante Alighieri. Quien escribió su obra hace cerca de 700 años en 1316. En
su Comedia Divina hace lo que puede para justificar la fe como la guía suprema
para la razón. La razón es útil, dice Dante: puede guiarnos a través del
infierno, tal como el poeta Virgilio le guió a él en sus momentos de crisis. La
razón es incluso capaz hasta cierto punto de mitigar las torturas de la
realidad marginal, el purgatorio, en donde uno puede quedar suspendido entre la
eternidad y el mundo de la explotación. Pero sólo la fe es capaz de acercarnos
a la divinidad. La razón nos falla cuando necesitamos de una guía superior que
sólo la fe puede brindarnos, Y así Virgilio lo deja cuando halla guía superior
en la fe, representada por Beatriz.
El poeta ciego Virgilio era un guía competente
a través del tránsito por el infierno e incluso de los tormentos del
purgatorio, pero ya que representa a la razón, su consejo es dejado atrás cuando Dante está listo para entrar a su viaje
final hacia la divinidad. Virgilio representa a la razón, la literatura y la
autoridad de los poetas. Su visión es limitada, pero al final está ciego y no
puede percibir la luz espiritual directamente. Virgilio no puede penetrar más
allá del purgatorio, el margen entre el infierno y el cielo. Incapaz de elevar
a Dante más allá del plano marginal, se despide.
La Razón es Falible.
Igual a nuestro sentido de lógica y
ciencia, la razón de Virgilio es falible. Como un padre gentil guía a Dante
tanto como puede hacia la luz divina de amor perfecto, pero como un buen padre,
conoce sus límites. Virgilio retrocede llegado el momento y deja que Dante
proceda con la ayuda únicamente de la fe en la forma de Beatriz. Ella
representa la fe en el amor divino para Dante. Sólo la fe puede llevarlo más
allá del reino de la razón. Ha de despedirse de la razón en la forma de
Virgilio. Virgilio confiesa todo esto cuando le dice a dante que suspenda sus
dudas hasta que escuche lo que Beatriz como la luz entre la verdad y el
intelecto le diga, [iv] Virgilio confiesa sus propios límites como
representante de la razón y encomia a Dante hacia la verdad de la fe. “Cuanto
en ello ve la razón” dice el anciano poeta de Roma, “puedo decirte; en lo
demás, espera a Beatriz, porque es obra de la fe”. Purgatorio 18. 46-48.
Virgilio, el representante de la razón que guía a Dante con la ayuda de la
filosofía no puede llevarlo más allá del reino de los retos humanos; no puede
ir más arriba a percibir la visión y la realidad paradójica de la divinidad.
Sólo la fe representada por Beatriz puede ayudarlo a entrar a ese reino. [v]
El argumento mundano es inadecuado.
El rechazo del argumento mundano como
inadecuado es un lugar común en la literatura basada en la fe desde el Mahābhārata
hasta el poeta Dante. El antiguo sánscrito del Mahābhārata dice, acitya khalu
ye bhavana tams tarkena yojayetprakrtibhyah param yac catad acityasya laksanam:
“Cualquier cosa trascendental, para la naturaleza material es llamada
inconcebible, puesto que todos los argumentos son mundanos. Ya que los
argumentos mundanos no pueden tocar los temas trascendentales. Uno no ha de
intentar entender los temas trascendentales a través de argumentos mundanos”.
Más Allá de las Puertas de la Percepción
No podemos entender lo que se halla más
allá de la percepción de nuestro conocimiento. Las cosas que se hallan por
encima de nuestra percepción, no debemos simplemente de intentar entenderlas
por la lógica y el argumento. Es una pérdida inútil de tiempo, debido a que
nadie puede decidir una teoría. Lo que se halla más allá de tu experiencia no
puede argumentarse. Las cosas que están por encima de nuestra concepción no
pueden establecerse simplemente a través de argumentos, lógica, la llamada
ciencia y la filosofía, eso no es posible. Así que para las cosas que se hallan
más allá de nuestra concepción, los simples argumentos serán inútiles. Virgilio
abandona a Dante, puesto que Dante ha de ser guiado en lo más alto por la fe.
Esta es la idea esencial de la Divina Comedia.
La Incertidumbre de la Lógica
Tras mucho análisis quedamos únicamente con
incertidumbre en las palabras de Heisenberg. El lenguaje de los científicos es
condicionado: Ningún doctor le dice a su paciente que no tiene esperanza de
sobrevivir. El lenguaje es equívoco. “Podría ser… pudiera pasar, tal vez, a lo
mejor” No hay certeza en sus argumentos; pueden ser refutados siempre con
argumentos nuevos. Así que mientras se enorgullece de la certeza matemática, el
argumento lógico no tiene valor. Depende de un lenguaje equívoco. Es por ello
que Wittgenstein redujo la filosofía a las sutilezas del lenguaje Ahí no pueden
haber certezas. Entonces la antigua sabiduría del Mahābhārata dice: acintyah
khalu ye bhavah. “Más allá de la percepción, más allá de la percepción
sensorial, no traten de entender a través de los argumentos y la lógica. Entonces ¿cómo conocerlo? Conócelo a través
de la persona que lo conoce. Eso es conocimiento.”
El Ciego Guiando al Ciego
Nuestro conocimiento de este mundo material
es dependiente, relativo, subjetivo. Así como en la historia de los ciegos y el
elefante, el argumento “lógico” de la ciencia no resuelve nada- El poeta (vi)
nos dice que había una vez hace mucho tiempo, seis hombres ciegos que se
toparon con un elefante por primera vez en su vida. Formaron un comité para
investigar y tratar de entender la naturaleza del animal. Uno sostuvo la pata
del elefante y dijo “El elefante es como el tronco de un árbol”. Otro sostuvo
la cola y dijo: “No, te equivocas: el elefante es igual que una cuerda”. El
tercer ciego tocó la larga trompa del elefante y dijo, “No, el elefante es como
una enorme serpiente”. El cuarto hombre tocó al elefante de un lado al otro y
dijo, “No. El elefante es una larga pared de cuero”. Otro tocó la oreja y dijo:
“No el elefante es como la vela de un bote”. De este modo, todos argumentaron
una y otra vez sin ser capaces de descubrir la verdad acerca del elefante. Del
mismo modo podemos discutir la consciencia como la hemos sentido o como si
fuera un epifenómeno del cerebro, sin entender nunca la consciencia, el alma, o
a Dios. Los argumentos solo terminan en lo incierto, tal como nos dice
Heisenberg.