Sánskrita original de Mahabharata |
Mahabharata: Prologo por Michael Dolan
traducido por Teresa Loret de Mola, Tapanandini
Mi estudio de trabajo, 2015 |
Este es el principio del recuento del Mahābharata
en el que estoy trabajando.
Prologo: Kurukshetra
Empezaremos al final de la batalla de Kurukṣetra,
contemplando los horrores de la guerra y su causa y origen. Era el fin del mundo. Cuerpos masacrados yacían
por todas partes.
Cientos de miles de guerreros asesinados.
Derribadas y destrozadas estaban las cuadrigas doradas, sus ejes rotos.
Cadáveres de caballos. Miles de elefantes habían muerto. Caótica estaba la
tierra quemada de flechas y hombres agonizantes, cercenados por las jabalinas y
los dardos, gemían de dolor.
Las mujeres se lamentaban, sollozando por
los muertos. Las espadas de bronce y hierro se mezclaban con las lanzas y la
sangre, cubrían a los soldados apiñados. Hombres decapitados, de cuyos cuellos
fluía sangre a borbotones. Había cuerpos por todas partes. El horror de la
guerra. El fin de una era.
Desde los albores del tiempo, una gran
civilización había florecido, decaído y se desvanecía. La impresionante matanza
de la guerra de Kurukṣetra concluía la tercera era de la Civilización Védica,
dando lugar a la era de Kali la del hierro y corrupción.
Nuestro panorama del campo de batalla
muestra una devastación completa. Los buitres tomaban ya los huesos de los
caballos medio muertos mientras el humo giraba hacia el cielo matutino. Lo que
había sido verde una vez, las llanuras onduladas son ahora panteones a causa de
la devastación y los huesos carbonizados de los guerreros. Donde cabalgaron
campeones en batalla con coloridas banderas, es ahora sólo tierra chamuscada y
restos de cadáveres..
Sólo quedan ahora cráteres ardientes en
donde otrora feroces armas tomaron la vida de grades héroes.
Smoke rises from the funeral pyres of dead warriors. Widows wail and chant songs of grief, searching for survivors amid the wreckage of broken shields and bones. Passing their fallen heroes, they decorate the dead with flowers and pray to the gods.
Se elevó el humo de las piras funerarias de
los guerreros muertos. Las viudas se lamentaban y entonaban cantos de duelo, en
busca de supervivientes entre restos de escudos magullados y huesos.
Gloriosas y orgullosas banderas se hallan
dispersas sobre el barro junto con sus héroes, escudos y cuerpos despedazados.
El sol se ha puesto y se eleva de nuevo. Ha
llegado otro día. Kurukṣetra. El fin de la batalla. Nuestro escenario se halla establecido.
La Venganza de Aśvatthāmā
Y en los siguientes días cuando el sol de
un rojo sangre se elevaba sobre el campo de batalla devastado en donde tantos
perdieran la vida, los príncipes Pāṇḍava caminaron entre los cadáveres de
héroes y otrora orgullosos y arrogantes príncipes. Caballos heridos gemían. Los
espasmos de los hombres en agonía se podían escuchar haciendo eco sobre las
canciones lastimeras de alondras y aves de reyezuelos. Las mujeres
lloraban a sus muertos. Los estandartes de grandes héroes se hallaban tirados
en el barro. Las piras funerarias de los muertos salpicaban el paisaje.
Cientos de miles de guerreros asesinados.
Derribadas y destrozadas estaban las cuadrigas doradas, sus ejes rotos.
Cadáveres de caballos. Miles de elefantes habían muerto. Caótica estaba la
tierra quemada de flechas y hombres agonizantes, cercenados por las jabalinas y
los dardos, gemían de dolor.
Las mujeres se lamentaban, sollozando por
los muertos. Las espadas de bronce y hierro se mezclaban con las lanzas y la
sangre, cubrían a los soldados apiñados. Hombres decapitados, de cuyos cuellos
fluía sangre a borbotones. Había cuerpos por todas partes. El horror de la
guerra. El fin de una era.
Desde los albores del tiempo, una gran
civilización había florecido, decaído y se desvanecía. La impresionante matanza
de la guerra de Kurukṣetra concluía la tercera era de la Civilización Védica,
dando lugar a la era de Kali la del hierro y corrupción.
Sólo quedan ahora cráteres ardientes en
donde otrora feroces armas tomaron la vida de grades héroes.
Smoke rises from the funeral pyres of dead warriors. Widows wail and chant songs of grief, searching for survivors amid the wreckage of broken shields and bones. Passing their fallen heroes, they decorate the dead with flowers and pray to the gods.
Se elevó el humo de las piras funerarias de
los guerreros muertos. Las viudas se lamentaban y entonaban cantos de duelo, en
busca de supervivientes entre restos de escudos magullados y huesos.
El sol se ha puesto y se eleva de nuevo. Ha
llegado otro día. Kurukṣetra. El fin de la batalla. Nuestro escenario se halla establecido.
La Venganza de Aśvatthāmā
Y en los siguientes días cuando el sol de
un rojo sangre se elevaba sobre el campo de batalla devastado en donde tantos
perdieran la vida, los príncipes Pāṇḍava caminaron entre los cadáveres de
héroes y otrora orgullosos y arrogantes príncipes. Caballos heridos gemían. Los
espasmos de los hombres en agonía se podían escuchar haciendo eco sobre las
canciones lastimeras de alondras y aves de reyezuelos. Las mujeres
lloraban a sus muertos. Los estandartes de grandes héroes se hallaban tirados
en el barro. Las piras funerarias de los muertos salpicaban el paisaje.
Los Pāṇḍavas caminaban cansados hacia el
Ganges a través de la planicie del sitio de la batalla, seguidos por las
mujeres. Estaban en duelo por los muertos. Las mujeres tomaron agua sagrada del
río en potes y se las llevaron a los soldados caídos, rociándola sobre sus
restos. Los cuervos se posaban sobre los elefantes. Los buitres sobrevolaban en
círculo. Draupadī inclinaba su cabeza mientras lloraba.
Aśvatthāmā atacó con rabia, furioso.
Determinado a que la muerte de su padre no fuera en vano, vendió su alma a
Shiva en venganza. El maldito Aśvatthāmā cabalgó durante la noche hacia el
campamento de los Pāṇḍavas. Se escurrió sin ser visto en el campamento, ya que
la luna no brillaba, ató su caballo a un árbol.
Sigiloso como un tigre en la campiña, el
hijo de Droṇa se arrastró hacia el cuartel de Dhristhtadyumna. Los Panchalas
estaban dormidos tras la larga batalla, agotados por la guerra. Entonces, entró
a la habitación del feroz hermano de Draupadī, el cruel Asvatthama se aproximó.
El gran héroe yacía dormido sobre una cama de suaves plumas, estaba cubierto en
sábanas de seda, blancas como nubes. Guirnaldas de flores olorosas adornaban su
cama. Su cuarto estaba perfumando con el aroma delicado de incienso de sándalo
que creaba una sutil niebla de humo.
Los Pāṇḍavas caminaban cansados hacia el
Ganges a través de la planicie del sitio de la batalla, seguidos por las
mujeres. Estaban en duelo por los muertos. Las mujeres tomaron agua sagrada del
río en potes y se las llevaron a los soldados caídos, rociándola sobre sus
restos. Los cuervos se posaban sobre los elefantes. Los buitres sobrevolaban en
círculo. Draupadī inclinaba su cabeza mientras lloraba.
Aśvatthāmā atacó con rabia, furioso.
Determinado a que la muerte de su padre no fuera en vano, vendió su alma a
Shiva en venganza. El maldito Aśvatthāmā cabalgó durante la noche hacia el
campamento de los Pāṇḍavas. Se escurrió sin ser visto en el campamento, ya que
la luna no brillaba, ató su caballo a un árbol.
Sigiloso como un tigre en la campiña, el
hijo de Droṇa se arrastró hacia el cuartel de Dhristhtadyumna. Los Panchalas
estaban dormidos tras la larga batalla, agotados por la guerra. Entonces, entró
a la habitación del feroz hermano de Draupadī, el cruel Asvatthama se aproximó.
El gran héroe yacía dormido sobre una cama de suaves plumas, estaba cubierto en
sábanas de seda, blancas como nubes. Guirnaldas de flores olorosas adornaban su
cama. Su cuarto estaba perfumando con el aroma delicado de incienso de sándalo
que creaba una sutil niebla de humo.
Remains of Indus Valley Civilization at Harappa |
Kailash rock-cut temple. |
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Pandavas & Draupadi with Akshaya Patra (Source: Amba Theertha, near Kalasa, Karnataka |
Black and White Image of an Antique Medallion showing Arjuna and Hanuman |
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