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Sunday, April 2, 2017

Materialismo

Materialismo, una Crisis de Identidad


por Michael Dolan, B.V. Mahayogi

traducido por Teresa Loret de Mola, Tapanandini
redactada por Parama Priya DD
Materialismo: Callejón sin Salida.
No podemos conocer El tiempo ni el espacio. Podremos hallar suficiente información acerca de nuestro entorno para manipular el mundo fenomenológico, pero la propia materia permanecerá por siempre desconocido. Agravamos el error al negar la existencia de la conciencia. Irónicamente, mientras el conocimiento de la materia nos elude, podemos conocer la conciencia íntimamente, pues es lo que somos.
La obsesión con el estudio de la materia es un callejón sin salida. El materialismo puede ofrecernos la llave a la felicidad, pero al final es una puerta falsa, no nos lleva a ningún lado. Aquellos quienes tienen el infortunio de ocupar sus vidas en la búsqueda material tienen únicamente la muerte como recompensa. La felicidad material es una ilusión que nunca puede ser alcanzada. ¿Cuánto dinero es suficiente? Los placeres sexuales pueden parecer la mayor felicidad, pero el fin lógico del placer sexual es la reproducción sexual y los niños pueden ser un gozo o un lazo. El sexo no es un fin en sí mismo. El sexo en busca del puro placer sexual no puede conducir hacia la felicidad, pues el placer físico y la felicidad no son la misma cosa.
Falsa Moral y Placer Físico
El placer físico es únicamente una contraparte del dolor físico. Al final, esta vida es temporal y el poder del placer físico disminuye con la vejez. La debilidad, la vejez y la muerte son inevitables y no puedes ser contra atacadas a través de la búsqueda del placer físico. Por ello, la felicidad material es una ilusión. Incluso la acción tiene una reacción igual y opuesta. Cuando el placer material se persigue excluyendo otros valores, la explotación es inevitable. La explotación tiene consecuencias. La ley del Karma de los Upaniṣads no puede sobrepasarse a través del placer de los sentidos materiales. Incluso después de la muerte las consecuencias de la acción continuarán.
La negación materialista de la ley del karma. Para los materialistas no existe nada después de la muerte. Si la conciencia no existe y no hay nada después de la muerte, entonces la moral no es necesaria.

Kant y Jaimini. Dios como Juez
Después de establecer una cuarentena racional que excluye cualquier discusión acerca de Dios o del espíritu del reino de la razón, Immanuel Kant se da cuenta de que ha creado un gran riesgo moral. Debido a que emitió el certificado de defunción de Dios, la moralidad también había muerto. Kant quería resucitar una versión de Dios más débil para apoyar la moralidad basada en la razón práctica. Y entonces, el filósofo agnóstico argumentó acerca de la moral basada en la razón práctica. Argumentó que debido a que la meta de la humanidad es la de alcanzar la felicidad perfecta y la virtud una vida después de la muerte ha de existir para hacer esto posible. Dios por ello ha de existir para proveernos con una recompensa a la moralidad. El materialismo agnóstico de Kant incluye a Dios como pensamiento posterior, para proporcionarnos los frutos de la acción kármica. Esto se asemeja a la versión hinduista antigua del Karma-mimamsa de Jaimini o filosofía “Apurva”
La versión de Bhaktivinod.
En su Tattva-Viveka, Bhaktivinoda Thakura explica los paralelos y contrastes entre la filosofía materialista kármica de Jainmini y la filosofía moral de Kant. Explica que “Jaimini sabía bien que la creencia natural en Dios estaba en el corazón de los seres humanos. Por ello en su filosofía apūrva  cuidadosa y astutamente elaboró un Dios imaginario quien otorga los resultados de las acciones. Oculta así bajo el manto de la creencia en Dios, la filosofía atea Karma-mīmāṁsā predicada por los smārta-panditas la cual tiene fuertes seguidores en India. Una persona interesada en sí misma a menudo entra en conflicto con el interés de otra persona.
Bhaktivinod continúa, explicando que cuando una persona de inteligencia promedio oye la palabra altruismo, se siente atraída, pues piensa que siguiendo la filosofía del altruismo su propio deseo será satisfecho. Esa es otra razón por la que se ha diseminado tanto la filosofía del materialismo ateo. Los ateos smārta-paṇditas en India aceptan la adoración a Dios sólo para promover su filosofía atea. Si en ocasiones ellos aceptan las ideas de una vida póstuma y de un Dios quien otorga los resultados de las acciones, ellos las aceptan sólo como partes subordinadas de su filosofía kármica.

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La verdadera devoción (bhakti) a Dios nunca es vista en esta clase de filosofía kármica. Los filósofos saben que en cualquier sistema moral agnóstico habrá corrupción: el altruismo gradualmente se vuelve hacia el egoísmo. Los filósofos Occidentales como Kant y  la filosofía Hindú del karma de Jaimini inventan un “Dios” exclusivamente con el fin de presionar su ley del karma. Ellos aceptan la existencia de un dios único y omnisciente quien otorga los resultados de las acciones. Bhaktivinod explica que esos filósofos promueven una concepción de Dios meramente para asegurar que la buena moralidad es recompensada y la mala moralidad es castigada. Ellos entonces citan muchos pasajes de las escrituras para mostrar cómo la adoración a Dios es parte de la filosofía karma-mimāmsā. De esta forma aceptan un Dios imaginario. Kant temiendo que su imperativo moral tal vez no sea tomado en serio, imagina a un Dios que podría ser considerado real con el propósito de recompensar la virtud y castigar el vicio y que Dios ha de existir para hacer cumplir las reglas de la ley. Kant era más honesto intelectualmente que Jaimini. Y sin embargo la “filosofía moral” es un argumento débil que nunca realmente ha convencido a nadie. Esta idea imaginaria de adoración a Dios con propósitos morales nunca atrajo a muchos seguidores. Debido a que él era esencialmente un agnóstico, no insistió realmente. Su argumento moral defendiendo la existencia de Dios no convenció a muchos filósofos. Jaimini, por otro lado, tenía un entendimiento más profundo de la sicología humana. Era más perspicaz que Kant en insistir en un Dios quien puede satisfacer las leyes del karma y por ello su filosofía karma-mīmāmsā logró enorme aceptación en la comunidad smārta-pandita. Al final Kant y Jaimini sostienen la misma filosofía, la idea de que un Dios imaginario es útil para reforzar la moralidad y para recompensar el “buen karma”. Un examen más cercano revelará que ni el “imperativo moral” de Kant ni la filosofía karma mīmāmsā de Jaimini son sostenibles, pues ambas evitan una comprensión más profunda de la realidad consciente, la naturaleza eterna del ser y de Dios. Por eso ellos no están en la posición de aportar una auténtica bienaventuranza a la sociedad humana. El imperativo moral de Kant no es suficiente para la auto-realización. El positivismo lógico apunta hacia la bienaventuranza para la sociedad humana, pero se queda corto, debido a que evita la satisfacción de nuestro propio interés. Un sistema de materialismo que ignora la realidad espiritual nunca puede satisfacer nuestra demanda interna. Del mismo modo, el arcaico sistema de Jaimini del buen karma, llamado karma-mīmāmsā no tiene el poder de desenraizar los pecados. Todos estos intentos externos de moralidad o “buen karma” están condenados al fracaso, puesto que no son sinceros. El buen karma y el mal karma son externos al problema de la auto-realización. Con buen Karma tal vez podamos promovernos hacia una posición más elevada en el mundo del nacimiento y la muerte. Y con el mal karma tal vez podamos ser castigados en el mundo del nacimiento y la muerte. La vida condicionada en el mundo del nacimiento y muerte es a menudo comparada a una prisión. No es inteligente para un prisionero el pensar únicamente en mejorar su condición. Si un prisionero piensa, “Estoy en una celda- permitan que solicite al guardia que cambie mi celda y seré feliz” esta es una idea errónea. Uno no puede estar feliz mientras se halla entre los muros carcelarios. Nuestro objetivo ha de ser el liberarnos de los “ismos” que nos mantienen condicionados, para liberarnos completamente de los “ismos” del materialismo. El verdadero “buen karma” se funda únicamente en el servicio devocional a Dios. Mientras el karma continúa llamándose a sí mismo buen karma no es una parte del servicio devocional, puesto que invoca sólo a Dios sólo para hacer cumplir los resultados del karma. Una verdadera relación con la divinidad no puede adquirirse a través de los méritos de un buen trabajo, sino a través de la misericordia, a través de la rendición, a través del amor divino. Cuando es verdaderamente parte  del servicio devocional, el karma se llama a sí mismo bhakti. Buen karma o mal karma son ambos componentes del materialismo. Mientras se llame a sí mismo por el nombre karma. Este karma será un rival del servicio devocional y siempre intentará hacerse más importante que el servicio devocional. La moralidad o buen karma afirma que ayuda a la filosofía, a la civilización y al arte, pero esto es verdadero únicamente cuando se transforma en bhakti. La moralidad materialista es externa al verdadero interés del alma humana. Debido a que el tiempo y el espacio no pueden conocerse a través del materialismo, debemos profundizar. Kant y otros filósofos intentan  establecer una razón para la acción ética con base en la teoría del “imperativo moral”, pero si no hay reacción al karma y no hay vida después de la muerte, entonces no hay necesidad para la moralidad. Como lo expresa Dostoievski, “Si Dios no existe, todo es posible,” es decir ninguna acción es inmoral. Y sin moralidad la vida humana es vida animal. El materialismo sin egoísmo (altruista) no es posible. La tendencia humana innata hacia el altruismo es evidencia de un orden ontológico superior. Rousseau creía que el hombre primitivo era más virtuoso precisamente porque estaba en contacto con una moralidad natural que fluye desde la condición espiritual. Tal vez haya una naturaleza sin egoísmo en el hombre que tiende hacia el altruismo. Pero si una ausencia de egoísmo “natural” existe, se debe únicamente porque nuestra condición “natural” es la de vivir en armonía con Dios. En un sentido más elevado, el SELF-ish-ness (N/T Ego-simo, sería la traducción pero aquí se trata del SELF significando al SER y no del ego mundano como podría interpretarse) Es natural estar en contacto con el SER, nuestro ser interno. La Auto-realización es egoísta y es natural. Pero la auténtica auto-realización significa realizar el propio SER como parte y parcela del SER eterno o Paramātmā. La forma más elevada de autorrealización es el hallar el propio ser como sirviente del Ser Supremo. No existe tal cosa como materialismo libre de egoísmo. El materialismo nos enseña a vivir en la ley de la jungla, a explotar a otros en una carrera de ratas de la supervivencia del más apto.

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