Venganza
Continuamos con el recuento del Mahābharata,
éste inicia al final de la batalla de Kurukṣetra.
Ashvatthama, Hijo de Drona. |
La guerra ha terminado, Sin embargo un
hombre hierve de ira por tomar revancha. El hijo de Droṇa, Aśvatthāmā ataca en
la noche. ¿Su objetivo? La venganza por la muerte de su padre, el guru militar
de los Kauravas. Sigilosamente, Aśvatthāmā pretende dar muerte a Drishtadhyumna,
el hermano de Draupadī, el guerrero responsable de la muerte de Droṇa.
La Venganza de Aśvatthāmā
Drishtadhyumna nacido del fuego había acido
como hijo de Drupada con el único propósito de matar al rival de su padre, Droṇa,
el gurú militar de los Kauravas. Había logrado alcanzar su cometido únicamente
a través de un ardid, un truco cruel para desmoralizar a Droṇa, Pero ahora, el
hijo de Droṇa, Aśvatthāmā tendría su revancha.
Y sin embargo, mientras sostenía su sable
contra el cuello del príncipe dormido, Aśvatthāmā se acobardaba. Morir de un
tajo de su sable sería demasiado amable. Este ardiente príncipe había asesinado
a su padre, el piadoso Droṇa. Un corte rápido de su espada cercenaría demasiado
pronto su vida. Aśvatthāmā pensó que Dhristhtadyumna debía ser insultado antes.
Tendría que ser deshonrado. Enfurecido, Aśvatthāmā empezó a golpear a
Dhristhtadyumna, quien despertó, sorprendido al ver al hombre que estaba a
punto de matarle.
La joya de su frente relumbraba. Mostraba
sus dientes en una horrorosa sonrisa. Sus ojos enrojecidos de ira. Ferozmente Aśvatthāmā
empezó a golpear y apalear al indefenso Drishtadhyumna. No quedando satisfecho
con golpear con sus puños a su enemigo hasta la muerte, empezó a patear y
patear al príncipe, hijo del Rey Drupada, hermano de Draupadī. Y cuando estaba
cercano a morir, Aśvatthāmā elevó su sable y dijo. “Mueran los enemigos de Droṇa,
el gran Acarya de los reyes Kauravas.”
Drishtadhyumna estaba aterrorizado. Pelaba
los ojos al ver al escalofriante hijo de Droṇa, espada en mano. Y entonces el
pervertido Aśvatthāmā cruzó con su sable su cuello y lo mató tal cual a un
animal de matadero, decapitando así al hermano de Draupadī.
Al dejar muerto a Drishtadhyumna, el feroz Aśvatthāmā
condujo su cuadriga ruidosamente alrededor del campamento, gritaba y rugía como
un león. Sembrando el terror en los corazones de todos.
Mientras conducía su carroza entre las
tiendas colocadas en el terreno de la batalla, las mujeres gimieron ante la
muerte del rey. Los pocos guerreros sobrevivientes se montaron en sus carros,
ciñeron sus espadas, elevaron sus jabalinas, juraron valientes promesas y se
prepararon para pelear.
Preguntaron a las damas quién había visto a
Aśvatthāmā manejar su poderosa carroza por el campamente “¿Quién amigo o
enemigo había provocado el asesinato?”
Pero las mujeres gimieron y dijeron, “Si
era un hombre o un amigo, un monstruo o un rakshasa, no sabemos. No sabemos lo
que es. ¡Pero ahí va!”
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