Violencia en la era de Kali parte II
Tolerancia
Como señala Śrīla Prabhupāda, el santo
nombre es la mejor medicina para la era de Kali.
El mundo material está lleno de dicotomías:
felicidad y sufrimiento, amor y odio, guerra y paz, vida y muerte. La violencia
se halla en el propio corazón de la lucha por la existencia en el mundo
material: la supervivencia del más apto. No podemos prohibir la violencia.
Incluso las plantas luchan entre sí por la luz solar. Cuando caminé a través de
la jungla en Camboya, vi cómo como las gruesas enredaderas trituran los
antiguos templos de piedra de Angkor. La violencia es el camino de la vida en
los reinos de la Naturaleza.
Así como es imposible erradicar el
sufrimiento, nunca vamos a eliminar la violencia.
Mi propio guru, el propio A.C. Bhaktivedānta
Swāmī Prabhupāda no era un pacifista. Sentía que al pacifismo como una función
de la búsqueda de la verdad o satyagraha que puede integrarse en la realización
de la paz espiritual, pero la no violencia no es un objetivo práctico, ya que
la violencia y la no violencia son componentes de este mundo material.
Hace poco repasé las cartas de Prabhupāda
para refrescar mi entendimiento en este punto. En una carta al Sr, Nakano
fechada el 18 de Abril de 1961, Prabhupāda resume su currículo vitae. Menciona
su participación en el Movimiento de Gandhi:
“Fui educado en el Scottish Churches
College (B.A. 1920) Abandoné la educación ahí por influencia de Mahatma Gandhi
en 1921 y me uní por algún tiempo al Movimiento de Liberación Nacional y a
otros movimientos de servicio social”.
En una carta famosa Prabhupāda le escribió
al propio Gandhi en 1947m cuando Gandhi vivía en la colonia de los intocables,
luchando por los derechos civiles. Lo exhortaba para sumar su influencia para
promover “el trabajo de prédica del Bhagwat Geeta”, advirtiéndole que a menos
que tomara “la verdadera ocupación de los Mahatmas”, se encontraría con una muerte
sin gloria, prediciendo su asesinato a manos de sus enemigos políticos. Devotos
poco escrupulosos a menudo citan esta carta como ejemplo de repudio de Prabhupāda
hacia Gandhi.
Pero la desilusión de Prabhupāda de Gandhi
fue el hecho de que no fue lo suficientemente lejos en abrazar los principios
del Bhagavad-Gita.
Los devotos recuerdan la primera parte y se
maravillan de que Prabhupāda certeramente predijo la muerte de Gandhi, pero la
mayoría de la gente no termina de leer la carta.
El honra a Gandhi, dice, “…tus sinceros
esfuerzos por alcanzar algunas cualidades divinas a través de austeridades,
etc… seguramente te han elevado a una posición que puedes utilizar mejor en el
propósito de la verdad Absoluta… Pero si de verdad te quieres aproximar a la Verdad
Absoluta y quieres hacer un bien verdadero a la gente en general de todo el
mundo, que incluya tus ideas de unidad, paz y no violencia, entonces has de
abandonar de inmediato la política podrida y levantarte en la prédica de la
filosofía y la religión del “Bagwat Geeta” sin ofrecer una interpretación
innecesaria ni dogmática de ello. Sólo te pediría que te retires de la política
por lo menos un mes y que discutamos del Bhagawat Geeta. Estoy seguro de que,
de esta manera, tendrás una nueva luz como resultado de esa discusión no sólo
para tu beneficio sino, a la larga, para
beneficio del mundo—ya que eres sincero, honesto y moralista.
Prabhupāda critica a Gandhi por
malinterpretar el mensaje del Bhagwat Geeta, por involucrarse en la “política corrupta”.
Pero parece creer que Gandhi puede venir y aprender una interpretación más
profunda ya que es “sincero y honesto y moralista”, quien a través de sus
austeridades se ha elevado a una posición que puede utilizarse para el
propósito de la verdad Absoluta. Prabhupāda parece decir que Gandhi puede hacer
“un verdadero bien a la gente en general de todo el mundo, la cual puede
incluir tus ideas de unidad, paz y no violencia” al abrazar las profundas
verdades del “Bhagwat Geeta”.
En una carta al primer ministro adjunto de
India el Dr. Ballavbhaji Patel, del 28 de febrero de 1949, Prabhupāda alaba a
Gandhi y ofrece conmemorar su memoria con lecturas del Bhagavad-Gita y kirtan:
“Juntamos fondos para conmemorar a Mahatma
Gandhiji de manera apropiada y me atrevo a sugerirle que se haga lo mismo al
estilo de Gandhi y no de otro modo. Toda la vida de Gandhiji fue dedicada al
servicio de la humanidad en general, con especial interés por elevar el nivel
moral. Sus actividades finales mostraban que era igual a todos y toda la gente
del mundo lo conoció más como un líder espiritual que por un simple político.
La devoción hacia Dios era su objetivo último y… su memoria sagrada se
perpetuará no sólo de manera ordinaria, sino al estilo de Gandhi… si se lleva a
cabo de manera organizadamente científica, con el soporte de todas las
escrituras auténticas de todas las religiones traerá una tranquila tregua
pacífica a pesar de toda la dureza y amargura del mundo actual, que tanto hemos
anhelado hasta ahora”.
El 5 de julio de 1949, Prabhupada escribió
de nuevo al secretario de la junta de Síndicos o Fondo Nacional en Nueva Delhi.
“Gandhiji, sin sus actividades
espirituales, sería un político ordinario. Per de hecho era un santo entre los
hombres de estado y su principio básico consistió en revisar el propio
fundamento de la presente civilización en la novela filosófica de Satyagraha y
la No violencia. El Congress Institution ya está en el ocaso por descuidar el
movimiento espiritual de Gandhi el cual
era el pilar fundamental de su popularidad universal. Al proclamar el estado
Indio como secular no debemos sacrificar el movimiento de Gandhiji el cual es
diferente de la religiosidad común.
…Mahatma Gandhi, a pesar de que estaba
ocupado en sus actividades políticas, nunca dejó de asistir a sus reuniones
diarias de oración en las tardes. Esta regla la observó puntualmente aún
minutos antes de su asesinato. A las cinco en un monumento a Mahatma Gandhi
debemos seguir y propagar esta línea particular de actividad espiritual y
diariamente leer un capítulo del Bhagwat Geet en congregación.
El Bhagwat Geeta es la filosofía reconocida
en el mundo de la cultura India y la escritura favorita de Mahatma Gandhi. Él
era un gran seguidor de esta gran filosofía como otros grandes santos y por
ello era un gran devoto de Rama y Krishna y por sólo esto fue elevado a una
posición tan exaltada de ser un santo entre los hombres de estado durante el
transcurso de su vida”.
Tal vez todo esto sea una hipérbole.
Pudiera ser que Prabhupāda simplemente exageraba la posición de Gandhi como
“santo entre los hombres de Estado”, o como “un gran devoto de Rama y Krishna”,
para sacar ventaja del Gandhi Memorial Committee.
Todo el punto de la carta es para que el
comité apoye el Kirtan y las actividades de prédica del Bhagavad-gita. Pero al
decir que todo esto una hipérbole cuestiona los motivos de Prabhupāda y así
mismo le cataloga como cínico. Creo que la verdad se halla en algún sitio entre
esos dos extremos. Tal vez en esta carta masajea los egos del memorial
committee al tiempo que promueve el kirtan y la causa del Bhagavad-Gita, pero
creo que tenía un respeto genuino por Gandhi. Parece que él cree sinceramente
que los partidarios de Gandhi simpatizarán con el mensaje del Bhagavad-gita.
Confía bastante en que esta obra tendrá respaldo. La carta continúa: “Por todo
el proceso anterior, Mahatma Gandhi, quería establecer una sociedad humana
mejor. Su idea de una sociedad sin castas sólo podía tomar forma bajo la guía
de los principios del Bhagwat Geeta. …El Bhagawat Geeta da una idea clara de
este quehacer y el Gandhi memorial Fund ha de utilizarse principalmente para
este fin. Yo mismo con un montón de trabajo sincero, estoy dispuesto a asumir
este trabajo y espero su respuesta a mis sugerencias anteriores”.
Dos años después, en 1951, Prabhupada
escribe a Sri R, Prakash, Oficial a cargo del Social Upliftmen and Prohibition,
Departamento N.P Ejercicio Allahabad, en el cual reitera la idea. Tras una
larga explicación de los principios de Krishna.
La Consciencia, explica, “Estoy confiado en
que muchos jóvenes abnegados se unirán a nosotros tan pronto iniciemos esta
tarea. Debemos llevar a cabo este esquema de pueblo en pueblo y de ciudad en
ciudad, que tendremos que desarrollar gradualmente… Para empezar podemos
utilizar los Gandhi Memorial Centers en todo el país para organizar este
movimiento de Sankirtan y si hacemos la labor apropiadamente el Gobierno tal vez
recomiende al Gandhi Memorial Fund que ayude en este movimiento”.
Las cartas de Prabhupada demuestran que al
menos de 1920 a 1950, él mostró un gran respeto por el mensaje de Gandhi y sus
enseñanzas, a pesar de que difiere con él en aspectos importantes: el mensaje
de Gandhi de Satyagraha no-violencia es, en sentir de Prabhupāda, superficial
comparado con el mensaje del Bhagavad-Gita y la senda espiritual recomendada
por Caitanya Mahaprabhu.
De niño yo no vivía lejos de Sunset Beach
en los Ángeles. Nuestra casa en las palizadas del Pacífico estaba a una hora de
la playa. Pero yo conocía un atajo. Nos escabullíamos a través de los arbustos
y árboles en lo alto de una propiedad y corríamos atravesando un parque cercano
a la playa. La propiedad, más tarde sabría que era la Hermandad de la Auto-Realización,
la misión de Paramahamsa Yogananda. En un sitio hay en el parque una estatua de
Gandhi. En una carta a “Kris” desde Los Ángeles en 1968 Prabhupada rechaza
claramente la visión superficial de Gandhi.
“Hace poco visité el retiro del ashram de
Yogananda, y es simplemente una mezcolanza de necedades. Había una estatua de Buda,
una de Cristo, una estatua de Gandhi con una leyenda “Memorial a la Paz
Mundial”.- ¿y qué mundo de paz ha traído? Ninguno. Y de cualquier modo ‘qué
tiene que ver Gandhi con la realización espiritual? Gandhi sólo estaba
interesado en sacar a los británicos de India-- ¿qué tiene esto que ver con la
realización espiritual, la meta primordial de la vida?”
Después de todo, la violencia es parte de
la vida, tal como el nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte. El mundo
material está lleno de sufrimiento y sólo la liberación positiva espiritual y
la inmortalidad progresiva nos liberarán del sufrimiento. El punto es abandonar
el círculo del nacimiento y muerte. El hombre es mortal, Gandhi es mortal,
todos los hombres son mortales. El verdadero problema de este mundo es la
mortalidad. La verdadera no-violencia significa liberarse de la violencia del
nacimiento y la muerte a través de la realización espiritual. Krishna dice nos
indica abandonar toda otra concepción religiosa y rendirnos.
Y esa realización espiritual puede
descubrirse a través del mantra divino, el santo nombre.
En su capacidad como editor del Back to God
Magazine (Revista Regreso a Dios), Prabhupāda escribe el 7 de Mayo de 1957 a
Sri Padampat Singhani, Kamala Tower Kanpur. Aquí señala su nombre “Goswāmī
Abhay Charan Bhaktivedānta”, supongo que esto sucedió después de que tomara
sannyasa y habla más puramente como representante de Bhaktisiddhanta Saraswati
Thakura. Tomo una posición ecuménica sorprendente del santo nombre. “Ya he
mencionado acerca de este mantra en mi carta previa y le ruego confirme aún
más, que el nombre de ‘Kṛṣṇa’ incluso en palabras extranjeras como Dios y
Allaha, si éstas se refieren a la Personalidad Suprema- entonces el Nombre es
tan santo y potente como perfecto es el Señor Supremo—porque en el Reino
Absoluto o Naturaleza Primordial todo es idéntico con todo ya que todos ellos
son cualitativamente espirituales y por ello putos, eternos, liberados y
perfectos. Para propósitos particulares si sistemáticamente predicamos a cantar
el santo nombre de Dios, pienso que ni siquiera un fanático religioso objetará.
Todo ser humano tiene una concepción de la verdad absoluta. Esa concepción es
presentada en una forma concreta. Si por ello los musulmanes o los cristianos
se niegan a cantar el nombre de rama o de Krishna les pediremos que canten el
nombre de Allah o Dios respectivamente y yo creo que ahí no habrá objeción ni
siquiera de los budistas si simplemente les pedimos que canten el nombre de Buda
de forma sistemática. De forma sistemática quiere decir evitar las diez ofensas
distintas en el proceso del canto, que son todas ellas verdades filosóficas. Si
a través de tal propaganda del canto del santo nombre, la corrupta atmósfera de
los celos, disputas, egoísmo y falsedad y tantos otros asuntos de la era
moderna. Se pueden evitar, y si a través de tal canto el proceso completo de la
auto-realización puede ser alcanzado- no es nuestro deber combinar este
servicio por la fuerza. En esta era de riña todo tiene que hacerse combinando
fuerzas para alcanzar el éxito”.
El credo de los que consideran el santo
nombre como el camino, la verdad y la luz incluye una advertencia importante
del fundador de esta tradición mística, Caitanya Mahaprabhu quien vivió y
enseñó en el siglo XV en Bengala.
Sólo dejó atrás 8 versos escritos en
Sánscrito como la esencia de su instrucción. El aboga por el santo nombre como
la panacea para todos los problemas de la era de Kali. Él escribió:
trinad api sunichena
taror api sahishnuna
amanina manadena
kirtaniya sada hari
“Uno no puede tomar el santo nombre a menos
que sea humilde y tolerante. Uno ha de ser más humilde que una brizna de
hierba; inferior a una pajilla de la calle. Uno ha de ser más tolerante que un
árbol. Sin solicitar respeto uno ha de respetar todo. Sólo quienes han dejado
el ego pueden tomar el santo nombre de Hari”.
Algunos así llamados seguidores de Prabhupāda
han sugerido que debemos ser “audaces para Krishna”. Cuando uno de nuestros
templos Hare Krshna fue atacado por algunos hombres enloquecidos armados en
motocicleta, Prabhupāda se dice que les dijo que tenían derecho a una legítima
defensa. Este llamado “derecho a la autodefensa”, más adelante llegó a mal
interpretarse en el sentido de que los devotos deben organizarse como
“kshatriyas” y llevar armas. Estos devotos parecen haber descubierto el
principio de que los musulmanes son animados por la ética “Corán y espada”, y
sólo entienden la violencia. La idea de loa devotos “audaces para Krishna”
armados con fusiles AK-47 en equipos de autodefensa es una evidente corrupción
de los principios de Prabhupāda. Enunciados en carta tras carta y millones de
palabras en cientos de libros que él publicó.
Los llamados seguidores de Jesucristo
corrompieron sus principios de “Príncipe de Paz”, con una teología de
conquista, sed de sangre, violación y pillaje en las Américas y alrededor del
mundo. Los seguidores de Mahoma hicieron lo mismo. Corrompieron el mensaje de
moralidad en una justificación para el terrorismo. Me sorprende que los
seguidores de un hombre quien dedicó su vida a la paz crean que su mensaje
justifica la violencia. Prabhupāda no era un pacifista. Pero era un hombre de
paz. Aunque difería de Gandhi, lo elogiaba.
Aquí hay una carta a “Harbansla Ji” Bombay:
2 de agosto de 1958.
“…De acuerdo con el pensamiento Indio, a
todos se aconseja hacer el bien a los demás, no sólo a la sociedad humana sino
a todos los seres vivientes que no son seres humanos… Debemos aprender a ver a
todos los seres vivientes como nuestros hermanos y tratarlos en ese amor. La
filosofía de Mahatma Gandhi empieza desde la filosofía de la hermandad
universal la cual no se restringe a los humanos sino a todas las especies de
vida. Este es una señal de inteligencia verdadera. En el Bhagwat Geeta se
declara que un hombre educado mira con equidad a un brahmán bien educado lo
mismo que a un chandala quien acostumbra comer perros. ¿Y cuál es el propósito
de esta visión equitativa? El propósito es que debemos ver a todos como chispas
del Brahmán Supremo y no mirar la vestimenta externa la cual uno ha de
abandonar nacimiento tras nacimiento. Deseo que prediquen este modo de pensar
Indio en todos lados de los países extranjeros y donde quiera que tengan la
oportunidad. Pienso que la gente necesita este mensaje indio en sus horas de
necesidad cuando la bomba atómica se cierne sobre las cabezas de la sociedad
humana”.
Yo no soy pacifista en el sentido que estoy
en contra de la idea de auto-defensa. Sino que soy un hombre pacífico que ama
al hombre. Nunca he llevado un arma. Nací en 1953 y en 61 años he caminado por
callejones lúgubres en la noche oscura en Nueva Orleans, Chicago, Los Ángeles,
Calcuta, Bombay, Ciudad de México y muchas otras ciudades sin temer al peligro.
He comido con chicanos en Los Ángeles y con gente negra en Chicago, con bengalíes
en Calcuta y con mexicanos en Tepito.
Mientras no tenga odio en mi corazón hacia
oros no veo por qué otros querrían atacarme. Supongo que es anticuado e
impráctico, pero creo que tengo fe en que Dios me protegerá.
Ya que no tengo ningún interés en
perjudicar a los demás siento que ningún daño puede llegarme. Tal vez soy
ingenuo.
Pero he vivido en esta tierra 61 años entre
la gente, gente negra, gente café, gente amarilla, gente rosada y gente beige.
Una vez estaba sentado con conductores de
camiones y Ángeles del Infierno en Fresno, California hace unos cuantos años.
Uno de ellos, un hombre enorme de barba larga, una barriga cervecera y placas
de jinete cocidas a su chaqueta de mezclilla, pasaba por el asunto de derecho a
portar armas.
Yo le dije.
“Nunca he llevado un arma y no siento que
necesito llevarla. Siento que es un signo de debilidad llevar una pistola”.
Me miró por encima de su té helado.
Un día en Sudáfrica en 1982 estaba perdido
esperando un autobús.
Después de un rato un anciano se unió a mí.
Esperábamos. Me miró.
“Eres nuevo por acá ¿Qué te trajo aquí?
“Busco el templo Hare Krishna en
Johannesburgo”, le dije.
Sonrió
“Un extranjero, Eres uno de esos que tienen
ideas nuevas, Creen que deben ser iguales. Pero cambiarás”.
El camión se acercaba por la carretera.
“Un día un tipo negro te robará. Pondrá un
cuchillo en tu garganta. Ya verás”.
El camión llegó. Entré, el anciano se quedó
atrás.
Días más tarde estaba distribuyendo libros
en el centro de Johannesburgo había reunido cerca de 200 dólares en Rand y me
estaba yendo bien. Era el momento de un descanso.
Conté los billetes y los puse en un rollo
en el interior de un bolsillo de mi chaqueta. Separé suficiente cambio para
tomarme un jugo de maracuyá en el puesto Jucy Lucy una cuadra más adelante.
Puse el cambio en el bolsillo de mi pantalón. Empecé a caminar cruzando la
plaza principal rumbo al Jucy Lucy. De la nada vi un destello de acero y sentí
algo frío en la garganta. Un tipo negro flaco en vaqueros. El cuchillo brilló.
Revisó mis bolsillos tan rápido como pudo y se fue con un dólar y diecisiete
centavos de cambio, desapareció tan rápido como había aparecido. No tuve tiempo
suficiente para procesarlo.
Había sido asaltado a punta de cuchillo,
tal como el hombre había dicho.
Revisé el bolsillo de mi chaqueta. Miré
alrededor de la plaza. La gente en bicicleta, las niñas en sus vestidos
veraniegos. Un muchacho vendía periódicos en la esquina.
Este incidente no cambió mi visión. Bien
podría haber sido un hombre blanco o una mujer. El racismo es estúpido. Como lo
es la intolerancia religiosa. La educación se supone que erradica la estupidez.
Pero ahora estamos expuestos a una incesante propaganda que arrasa la educación
que logramos asimilar. La propaganda refuerza los estereotipos. Se sostiene el
estereotipo de enemistad. Tenemos que hacer la guerra a esos enemigos y la
guerra significa sacrificarlos. El racismo es para los tontos.
Recientemente un amigo me dijo, “Soy un
racista, Mike. Tú no vives en el mundo real. Un día en un callejón oscuro verás
a unos negros y cambiarás tu visión”. Me reí y le dije, “Lo siento, pero cada
día en mi camino a casa desde el trabajo paso por tres callejones oscuros.
Estoy rodeado de gente de piel oscura. Soy un hombre blanco que vive en México.
Ellos no son negros, sino diferentes tonos de marrón. Es malo que vivas con ese
miedo”.
Estoy harto del racismo. Mi padrastro era
francés; me llevó a creer que debemos tratar a las personas como seres humanos.
Trato de no ver a la gente en términos del color de su piel, sino como Eddie o
Marc o Eduardo o Lupita. Como maestro me esfuerzo en dar a cada estudiante la
atención que necesita. Hacer menos que eso sería en detrimento de mi profesión.
Mis negocio es empoderar a la gente con habilidades en comunicación para que
puedan dialogar con otros. No es mi asunto el tratar de forma diferente a las
personas porque no pueden hablar Inglés; es mi asunto ayudarlos a hablar un
mejor Inglés.
En las manos de una estructura de poder
corrupta, el racismo, y la xenofobia son herramientas de la propaganda que
fuerzan el estatus quo; son útiles para dividir, que evitan que la gente
comprenda cuál es su propio interés. El racismo y la xenofobia también son
obstáculos en el camino de la autorrealización; son guiados por el miedo y en
respuesta impulsan el ciclo de la violencia característico de la era de Kali.
Las intolerancias religiosas llevan el racismo y la xenofobia al extremo:
etiquetamos a las personas que son "diferentes” como herejes, paganas,
subhumanas, demonios e infieles. Nada puede estar más lejano al espíritu
ecuménico de la conciencia de Krishna.
Śrīla Prabhupāda aceptó discípulos de todos
los países sectores de la vida. Éramos
negros, blancos, y leíamos el Bhagavad-Gita. Éramos chicanos, chinos y checoslovacos.
Éramos la Sociedad Internacional para la Conciencia de Krishna.
Que al final Prabhupada rechazara la visión
de Gandhi como una filosofía moral superficial no significa que rechazara toda
filosofía moral. La idea de que las almas-cisne
supremas trascienden la filosofía moral y habitan en los reinos elevados
de consciencia divina no se ocupa de la moralidad de la gente en general.
Mientras que Bhaktisiddhanta Saraswati también halló que la filosofía moral era
externa a la profunda verdad del amor divino, insistió en que sus seguidores se
adhirieran a principios morales estrictos. El propio Prabhupāda insistió en una
moral estricta. La idea es que filosofía moral debe servir a la realización
divina. Este es un tema que corre a través de todas las escrituras védicas
desde los mismísimos Vedas hasta el Mahābharata y los Puranas. Yudhiṣthira es
un ejemplo primordial de moral y dharma. El Dharma debe y tiene que seguirse; y
sin embargo al final, el alma-cisne descubre una reiteración más elevada del dharma
que se resuelve en amor divino. Y sin embargo, la búsqueda del amor divino
implica un enorme aprecio por el dharma.
Cuando se discutían los planes de fundar
escuelas para sus seguidores, Prabhupāda escribió a Mohananda en Bombay, el 11
de Diciembre de 1972. “Dejemos que todos los niños pequeños de todas las
familias buenas en tu país vengan a la escuela Gurukula y reciban educación de
nosotros. Pueden tener la certeza que sus hijos obtendrán el verdadero
conocimiento que creará los mejores ciudadanos de la clase brahmán, limpios,
honestos, respetuosos de la ley, sanos, trabajadores, tendrán todas las buenas
cualidades”. Notemos los valores que promueve Prabhupāda: Limpios, honestos,
respetuosos de la ley, saludables, trabajadores. No está diciendo que sus
seguidores pueden ser astutos y evitar la ley poniendo como pretexto algún
principio religioso más elevado.
En una carta a Rupanuga Das, fechada el 9
de Enero de 1974}5, desde Bombay, Prabhupāda escribe:
“En cuanto a esta controversia acerca de la
técnica de distribución de libros, tiene usted razón. Nuestra ocupación ha de
ser honesta. Todos han de adorar a nuestros miembros como honestos. Si hacemos
algo que vaya en detrimento de los sentimientos públicos a favor de nuestro movimiento, eso no es bueno.
De algún modo u otro no debemos hacernos impopulares ante el público. Estos
métodos deshonestos han de parar pues obstaculizan nuestra reputación en todo
el mundo”.
Los principios morales con base a los que Prabhupāda
fundó su sociedad no son secretos evasivos: expresó estos principios una y otra
vez a través de miles de páginas en sus escritos y libros. Aquí una carta de
Agosto 7, 1973 a Butatma: “Las cualidades de un brahmán se enumeran en el
Capítulo 18 verso 42 del Bhagavad-Gita. “Pacíficos, auto-controlados, austeros,
puros, tolerantes, honestos, sabios, con conocimiento y religiosidad.. estas
son las cualidades a través de las cuales un brahmán trabaja.
Así que haz de ser muy cuidadoso de ver que
nuestros devotos sigan los principios regulativos y las prácticas
establecidas”.
Orwel escribió un día acerca del mundo en
donde “La Guerra es Paz, la Libertad es Esclavitud, y la Ignorancia es
Conocimiento”. En la sociedad fragmentada de la Era de Kali en donde las mentiras
son verdad, los así seguidores de Prabhupāda tergiversan sus palabras para
probar que él era uno sectario que odiaba y quien promovía la intolerancia
religiosa y la violencia. Hallo esto ofensivo. En español decimos, “El que
calla, otorga”, o “quien permanece en silencio consciente”. El quedarse callado
y permitir a la gente repetir las mismas mentiras una y otra vez corro el
riesgo de apoyar su intolerancia, racismo y xenofobia. Me niego a permanecer en
silencio.
El legado de Prabhupāda ha sido mancillada
por comida y bribones que explotan a devotos inocentes e ingenuos. La
conciencia de Krsna no está destinada a ser un vehículo para unas cuantas
personas interesadas en enriquecerse. Bhaktisiddhanta Saraswati Thakura
reconoce estas cosas cuando escribe una canción en bengalí, cosas que destruyen
el bhakti: kanaka, kamini, pratishta bhagni: “avaricia, lujuria y orgullo son
como una bruja que destruye el bhakti, escribió. Sridhar Mahārāja llamó a esto,
“Dólares, Diplomacia y Despotismo”.
Pero el legado de Prabhupada vive en los
corazones, mentes y almas de sus seguidores verdaderos. Ustedes saben quienes
son.
Trinad api sunichena
Taror api sahishnuna
Amanina manadena
Kirtaniya sada hari
“Uno no puede tomar el nombre sagrado a
menos que sea humilde y tolerante. Uno ha de ser humilde como una brizna de
hierba; más bajo que una pajilla de la calle. Uno ha de ser más tolerante que
un árbol. Sin exigir respeto uno ha de respetar todo. Sólo quienes han dejado
atrás el ego pueden tomar el santo nombre de Hari”.
Cuando el Chand Kazi azotó hasta el
martirio a nam acharya Haridas Thakura, los seguidores de Mahaprabhu
respondieron con Kirtan. Los seguidores de Caitanya Mahaprabhu desde Rupa y
Sanatana Goswāmī hasta Bhaktivinod Thakura nunca predicaron la intolerancia religiosa
contra los musulmanes. Tampoco lo hizo Bhaktisiddhanta Saraswati Thakura quien
vivía en Bengala, un estado indio dominado por musulmanes.
Sridhar Maharaj vivió al lado de muchos
residentes musulmanes en Koler Danga, Nabadwip. Śrīla Prabhupāda no predicó la
intolerancia religiosa. Prabhupāda atestiguó la impactante violencia entre los
hindúes y musulmanes cuando tras la división de India. Él era un hombre de paz
que dedicó su vida a la paz y a la comprensión espiritual.
Los disturbios de Calcuta en 1946 se
conocen como “La Gran Matanza de Calcuta”, en donde cuatro días de disturbios
masivos entre hindúes y musulmanes en la capital de Bengala, India dieron como
resultado de 5 mil a 10 mil muertos, y cerca de 15 mil heridos, entre el 16 y
19 de Agosto de 1946.
Estos disturbios son probablemente la
masacre más notoria del periodo 1946-47, durante la cual escaló la violencia
que ocurrió en muchas partes de la India. Sin embargo “La Gran Matanza de
Calcuta” se destaca de algún modo, con mucho, como el episodio más letal en la
historia reciente de la ciudad.
Estos eventos violentos no escaparon a la
conciencia de Prabhupāda, incluso años después cuando presidía sobre el
movimiento internacional espiritual, Estaba muy consciente del daño causado por
la intolerancia religiosa.
Y sin embargo, tras la partida de Prabhupāda,
muchos de los así llamados seguidores suyos hallan razones para justificar la
intolerancia religiosa, el racismo, la xenofobia y el sectarismo. Este odio no
es exclusivo de otros grupos étnicos, el odio se dirige incluso hacia otros
devotos. No sorprende que de los 5 o 6 mil devotos iniciados originalmente por
el propio Prabhupāda, tan pocos confiesen ser sus seguidores. Es sorprendente
para mí que un grupo que es evidentemente una minoría religiosa esté decidido a
apoyar la intolerancia religiosa.
El efecto boomerang del karma podría
volverse contra ellos.
En la década de los 80s un puñado de
devotos de Krishna en San José fueron lo suficientemente valientes para
confrontar a una institución determinada a heredar todas las propiedades de
Prabhupada y ninguno de sus grandes legados espirituales. Fuimos tan lejos como
para publicar los libros que explican los principios divinos de Caitanya
Mahaprabhu interpretados por Sridhar Maharaja.
Fuimos anatemizados como herejes de la
organización religiosa deducible de impuesto cuyas arcas llenamos trabajando
duro alguna vez. Fuimos acusados en documentos que se hicieron circular
internacionalmente. Nuestros libros fueron prohibidos. Pronto fuimos visitados
por matones contratados con bates de beisbol. No daré nombres. Algunas de estas
personas reconocieron después el error de su senda y nos hicimos amigos.
Algunos de ellos ya no están con nosotros.
Pero una noche, ocurrió un acontecimiento
que selló mis puntos de vista acerca de la intolerancia religiosa.
Fue en nuestro templo principal y sede del
Guradian of Devotion Press en San José, California en 1989. Teníamos el hábito
de levantarnos temprano a atender los servicios religiosos llamados aroti. Siempre
he sido de sueño ligero; el precio que se paga por tener un cerebro
hiperactivo. Algo me despertó, no puedo recordar por qué. Un humo acre, un
penetrante olor a madera quemada. Nos sentíamos orgullosos de vivir en el hogar
de Maybeck, construido enteramente de madera roja. Hoy sería imposible
encontrar tanta madera de Secuoya. Algo se quemaba. Yo dormía en una cama pequeña
del tamaño de un escritorio que hacía las veces de mesa. Me levanté de un salto
y corrí hacia la puerta, medio vestido. Las paredes estaban revestidas de
madera de Secuoya. Al final del pasillo había una escalera de caracol que era
el único acceso hacia la planta baja. El humo hervía por las escaleras. Me
ahogaba. Pude ver que la puerta principal estaba en llamas. Corrí escaleras
abajo. Hacia la puerta trasera. Pude ver que la puerta principal ardía. La
puerta era una enorme puerta de roble de tres pulgadas. Las llamas empezaba a
crecer hacia la parte delantera del edificio que empezaba a encenderse.
Delante de la puerta en un arriate hecho
para un árbol que nunca fue plantado, había una cruz encendida, dos leños
atados entre sí y ardiendo. Alguien había prendido fuego a la cruz. Alguien
había derramado gasolina en la puerta y había la había encendido. Las llamas
empezaban a llegar hasta el techo.
Dentro de nuestra casa, en el piso de
arriba dormía Goswāmī Mahārāja en su oficina y varios brahmacharis e invitados
estaban ahí también, alrededor de diez personas. Si no les avisábamos
inmediatamente y evacuábamos la casa podrían quedar atrapados. Empecé a gritar
fuego y corrí en busca de la manguera. Como proyecto paralelo, había estado
plantando gardenias y petunias al otro la do de la casa y quiso la suerte que
la manguera estuviera a mano. Un par de brahmacharis apareció, con los ojos
soñolientos. Juntos de alguna manera controlamos el fuego. Un minuto más y
habríamos perdido el templo. Alguien llamó al departamento de bomberos.
Llegaron 20 minutos después de que hubiéramos extinguido el fuego. El capitán
empezó a revisar a punta de hacha los paneles del interior de la casa para ver
si el fuego continuaba ardiendo. De momento estábamos fuera de peligro, y Goswāmī
Mahārāja le dijo al bombero que bajara su hacha, “No me impresiona tu
tecnología”, bromeó. Más tarde nos reíamos. Tal vez había sido un hombre
enloquecido.
Si hubiéramos sido judíos en un templo de
la ciudad de Nueva York, o una iglesia negra de Mississippi esto se hubiera
considerado un crimen de odio. Pero como éramos Hare Krishnas, no hubo
publicidad. Nunca supimos quiénes fueron los autores del crimen de odio:
probablemente se necesitó más de un hombre para erguir la cruz de fuego y
encender la puerta en medio de la noche con un coche para escapar con rapidez.
¿Eran acaso cristianos los hombres que querían quemarnos hasta morir?
¿Fanáticos? ¿Locos locales cuyo asilo cerraran los recortes del gobierno? O los
miembros justicieros de cierta organización religiosa deducible de impuestos
que sintieron que Sridhar Maharaja no representaba la continuación de la línea
de Prabhupāda. Definitivamente fue un acto de odio planeado. Otros que se
habían atrevido a criticar el despotismo de los nuevos gurus habían perdido la
vida. Un contrato había vencido. El dinero pagado. Había sido asesinado. Sólo
ser paranoico no significa que te están siguiendo. Nunca sabremos. Incomodos
con la realidad actual olvidamos el incidente y seguimos adelante.
Pero yo tenía experiencia de primera mano
de los extremos a los que conduce a la gente la intolerancia religiosa. Mi
reacción fue no confrontar la violencia con violencia. Eventualmente me fui
hacia el auto exilio en México, tras llegar a la conclusión de que Estados
Unidos, aunque parece basarse en los principios de libertad religiosa, no es
una atmosfera conductiva para la práctica de religiones alternativas. Los
americanos pueden ser particularmente intolerantes. De hecho, como podemos ver
en los hechos recientes de políticos como Donald Trump.
“La violencia es el pastel de cerezas de
los americanos”, dice H. Rap Brown. Encuentro que es cierto: Me parece que las
tendencia maniqueas del cristianismo que promueven la doctrina básica del
conflicto entre la luz y la oscuridad, el bien y el mal, a menudo se reflejan
en las actitudes estadounidenses de fundamentalismo que se resuelven en una
mentalidad de “nosotros y “ellos”. Me parece que la mentalidad de “culto”
practicada por extremistas tiene muy poco en común con lo que fue predicado y
practicado por mi guru A.C. Bhaktivedānta Swāmī Prabhupāda a través de su vida
y sus palabras.
Él aceptó brasileños, japoneses, africanos,
chinos, mexicanos, y americanos como discípulos con la misma facilidad con la
que aceptó brahmanes del sur de india: sin discriminar.
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