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Friday, April 8, 2016

Romance Hindu XXI: Ultimos Episodios

Mahābharata
Una versión de
Michael Dolan, B.V. Mahāyogi

Romance Hindu XXI
La Incredible y Triste Historia de un Amor Prohibido Por los Dioses:
Nala y Damayanti


Oh Sudeva, gracias. Me has devuelto la esperanza. Vayamos a Vidarbha”.
Y la Reina Madre, con lágrimas de felicidad en los ojos dijo, “Sea, hija mía”. Y llamó a los guardias: “Preparen el palanquín. ¡Irán hacia Vidarbha!”
Brihad Aswa dijo, “Y fue así que un espléndido palanquín se preparó para Damayanti. Ocho hombres fornidos transportaron el palanquín real sobre las montañas de Vindhya custodiadas por un poderoso ejército. Y debido a su elevado nacimiento, le otorgaron finos ropajes, bebidas refrescantes y comida deliciosa.
Regreso a Vidarbha
Poco a poco la princesa regresó a Vidarbha, en donde Sita, nacida de la tierra, reinara alguna vez. Los ciudadanos de Vidarbha se regocijaron y cantaron mantras Védicos al ver su regreso. Hallo ahí a sus parientes en buena salud. Indrasena e Indrasen corrieron hacia su pecho y la abrazaron con fuerza, mientras las lágrimas de Damayanti bendecían sus frentes.
El Rey Bhima abrazó a su hija y olió su cabeza. Él también lloró lágrimas de dicha y cubrió a besos a Damayanti entre su larga barba blanca. El rey declaró el día festivo y recompensó al viejo brahmán Sudeva con mil vacas, tierra para que pastaran, oro y plata, y un templo para la adoración a Viṣṇu. Y en todo el territorio se regocijaron por el regreso de su hija y princesa, Damayanti.
Cuando todos se hubieron retirado y la noche estaba en paz, la madre de Damayanti fue a verla.
Damayanti Abandonada en el Bosque
Y tras haber hablado largamente en la noche, luego de que Damayanti le contara todas sus vicisitudes en el bosque, al final le dijo: “Estoy muy feliz de ver de nuevo a mis hijos. Si he de vivir, será una vida estéril sin mi Nala. Si me amas madre, haz lo que puedas para ver que encuentren a Nala. Que sea tu principal encomienda encontrar al heroico Nala y traerlo de vuelta a casa. Esto es todo lo que te pido.”
Ante esto la honesta madre no pudo dar respuesta, pues estaba segura de que Nala estaba perdido para siempre. Su rostro se ensombreció, no pudo contener su dolor. “Oh Damayanti”, dijo, “Pídeme lo que quieras, pero me temo que hemos perdido a Nala”. Y tras esto tanto la madre como la hija lloraron desconsoladas, y así pasaron la noche.
El Cantar de Damayanti
Cuando el sol se elevaba por entre los árboles Ashoka en los jardines ralaes de Vidarbha en donde Damayanti un día vio al cisne mensajero, la Reina dejó dormida a su hija y se dirigió hacia los aposentos privados del Rey.
“¿Qué novedades?” dijo él. “Se ha reanimado nuestra hija después de su arduo calvario?”
“Ella duerme ahora” dijo la Reina. “Pero se lamenta por la pérdida de Nala. Mientras lloraba, rompió el silencio y me dijo que debemos buscarlo”.
El Rey Bhima frunció el ceño. “Oh, el pobre Nala murió hace mucho en el bosque. He enviado brahmanes a buscarlo por todas partes. No hemos sabido nada en muchos meses. Cómo sería posible que semejante gran rey abandonara a su esposa. No, Nala ha de haber muerto”.
 “Debemos intentarlo de nuevo”, dijo la Reina. Y de nuevo el rey Bhima convocó a los brahmanes a la corte. “Por favor hablen con mi hija”, dijo el rey. “Está desconsolada”.
En ese momento la joven Damayanti se aproximó a los brahmanes reunidos y les hablo así:
“Mis queridos padres santos. Creo que Nala está vivo. Creo que se ha disfrazado para evadir la sentencia de muerte dictada por su cruel hermano, el Rey Pushkar. No pregunten abiertamente por Nala”.
Y uno de los brahmanes dijo, “¿Cómo hemos de proceder, mi señora? Somos brahmanes honestos, siempre directos. ¿Por qué medios hemos de preguntar por Nala?”
A lo cual la princesa de Vidhara respondió de la siguiente manera: “Han de hablar con precaución. En cada reino vayan hacia donde los hombres se reúnen. En cada reunión repitan estas palabras una y otra vez:
९ क्व नु त्वं कितव छित्त्वा वस्त्रार्धं प्रस्थितो मम
     उत्सृज्य विपिने सुप्ताम् अनुरक्तां प्रियां प्रिय
 १० सा वै यथा समादिष्टा तत्रास्ते त्वत्प्रतीक्षिणी
    दह्यमाना भृशं बाला वस्त्रार्धेनाभिसंवृता
११ तस्या रुदन्त्या सततं तेन शोकेन पार्थिव
    प्रसादं कुरु वै वीर प्रतिवाक्यं ददस्व च
(Mahābhārata Book 3. 68.9-12 )

kva nu tva kitava chittvā vastrārdha prasthito mama |
utsjya vipine suptām anuraktāṃ priyāṃ priya ||
sā vai yathā samādiṣṭā tatrāste tvatpratīkiṇī |
dahyamānā bhṛśa bālā vastrārdhenābhisavtā ||
tasyā rudantyāḥ satata tena śokena pārthiva |
prasāda kuru vai vīra prativākya dadasva ca ||
“¿A dónde has ido, jugador, rey mío?
Me abandonaste mientras dormía.
Rompiste mi vestidos y desapareciste, amor mío.
Me dejaste durmiendo en el bosque, amor mío.
Sola, abandonada y perdida.
“¿A dónde has ido, ahora que me has dejado?
Ella se sienta y espera por tus órdenes;
Torturada por el dolor y la pérdida;
Constantemente llora de dolor, rey mío.
Ten piedad y vuelve a mí”.
“Reciten esto en donde quiera que haya hombres reunidos”. Dijo ella, “Y añadan esto:
“Una esposa ha de estar protegida; no abandonada y dejada en soledad.
Oh héroe noble, en donde quiera que estés, escucha mi plegaria. Tal como el fuego ha de atenderse con cuidado, así la esposa he de ser protegida por su esposo. ¿Has olvidado tus deberes, tú quien eres tan experto en todo compromiso? La bondad se dice es la mayor de todas las virtudes. ¿Has olvidado cómo ser bueno?” Añadan esto, para que si Nala está vivo, si está usando un disfraz y escucha mi mensaje, su corazón pueda ser pinchado por la compasión. Al escuchar esta canción, saldrá de su escondite”.
“Si alguien al escuchar esta canción se muestra, han de enviarme noticias. Pero sean discretos. Nadie ha de saber que este mensaje viene de la Princesa de Vidarbha. Pero sean cuidadosos al observar a quien quiera que entienda este mensaje. Y regresen a mí con noticias. Averigüen todo lo que puedan acerca de quien responda a este llamado. Pues el hombre que responda a mi mensaje con seguridad será el propio Nala”.
Así advertidos, los brahmanes de nuevo fueron en pos de ayudar a la Princesa de Vidarbha. Fueron a todos los reinos lejanos que rodeaban el reino. Fueron a Ayodhya y Vishadha y a los valles y montañas de Vindhya. Atravezaron ciudades, pueblos, aldeas, caseríos, sitios habitados por pastores y los retiros de ermitaños en el bosque. Y en todos los sitios que visitaron buscaron al Rey perdido, Nala. Y en todas partes en donde estuvieron, recitaron el canto de Damayanti tal como ella les enseñara.
En busca del Rey Nala
Tras mucho tiempo, un brahmán llamado Parnada regresó a la ciudad de Vidarbha. El viejo sabio pidió audiencia con la princesa. Cuando ella salió, se inclinó ante su presencia y dijo: “Oh, mejor de entre las mujeres, tengo noticias que pueden interesarte”.
Y la hija de Bhima dijo, “Habla por favor. Ansío escucharte”. Parnada dijo, “Cuando viajaba a través del reino en busca de tu esposo perdido. Llegué a la ciudad de Ayodhya. Ahí me topé con el hijo de Bhangasura, cuyo nombre es Rituparna. Él es el gobernante de Ayodhya. Seguí tus instrucciones y repetí tus palabras. Nadie se interesó en nada de lo que dije, a pesar de que repetí tus palabras muchas veces. Ni el Rey ni sus cortesanos, ni ningún hombre respondieron nada. Estoy seguro de que sintieron que estaba componiendo alguna poesía.
“Entonces, y tras que el rey me ordenara retirarme, se me aproximó un hombre extraño de su Servicio Real. Este hombre es una especie de cuadriga o entrenador de caballos a sueldo. Su nombre es Vahuka. Es difícil para mí creer que ese Vahuka es el hombre que buscas. Pues él, como verás, es un enano. Un enano de rostro horrible cuyo semblante retorcido y nariz ganchuda se acentúa con una barba negro carbón. Y sin embargo, es un hombre habilidoso. No sólo cuida los caballos del rey, si no que los ha entrenado a correr a gran velocidad. Es un maestro de las artes culinarias y seguido prepara los banquetes del Rey”.
Como sea, este enano Vahuka se me acercó en cuanto terminé. Y como ya me iba, sostuvo mi brazo con tosca garra. Me llevó a un lado. Y mientras se limpiaba las lágrimas de sus mejillas, me habló con voz entrecortada.
Dijo, ‘Tu canción ha tocado mi corazón. Has compuesto muy bien. Me apena escuchar cómo una mujer de nobleza es abandonada en el bosque con sólo media vestimenta. Y que aun así espere el regreso del Rey jugador. Es muy bueno.’ ‘Las mujeres castas aunque caigan en la angustia, protegerán su virtud,’ dijo el enano, ‘A pesar de ser abandonadas por el Rey no están enojadas por ello. Las mujeres castas y fieles guían su vida protegidas por su honor. Ella portará su virtud como un traje de plata, una armadura que la protegerá de todo daño. Una mujer que muestra esa clase de auto-control puede dominar el universo e incluso alcanzar el propio cielo’
“’Y sin embargo la señora de tu canto no debe enojarse con el rey jugador. Despojado de fortuna y su ropa arrebatados por ladrones, la ha de haber dejado a su suerte para que pudiera vivir.
“’Porque si esa señora hubiera seguido a su Rey jugador hacia el bosque oscuro con seguridad que hubiera perecido junto con él. Al enterarse lo que ha sufrido su esposo, no debe enojarse ni estando desamparada. Estoy seguro de que el Rey jugador de tu poema estaba demasiado afectado por el sufrimiento para retornar con su señor. Si pudiera, el Rey jugador seguramente regresaría a su lado. Pero su destino es estar escondido en la miseria del exilio, desconsolado, famélico, y consumido de aflicción.’
“’Notable composición. Estoy profundamente conmovido. Me sorprendo ante la paciencia de la señora”. Y diciendo esto el encogido enano me soltó de su garra y se desvaneció en la niebla.
“Tras escuchar este discurso tan misterioso del enano, he venido tan pronto como he podido”, dijo el sabio y viejo brahmán.  “Tal vez estas noticias puedan ayudar a su alteza real”.
Damayanti agradeció al brahmán Parnada, le dio caridad y lo dejó ir. Lagrimas brotaron de sus ojos al pensar que Nala estaba vivo. Pero necesitaba estar segura. Envió por su madre, y, y tras hacerla jurar el secreto dijo, “Mi querida madre. Tengo algunas noticias. Pero tenemos que ser discretas. Por ahora, no puedo decirte nada. Mi padre no ha de conocer mis planes en lo absoluto. Pero he tenido una idea. Si deseas ayudarme, sigue mis instrucciones”.
“¿Qué es mi niña? Dijo la Reina.
“Primero tenemos que enviar por el más discreto de los brahmanes, Sudeva, quien ha descubierto en el reino de Chedi. Sólo en él se puede confiar mi propósito. Quiero que se le envíe a Ayodhya”.
“Como quieres, querida mía” dijo la Reina y envió por Sudeva.
Y cuando llegó Sudeva, Damayanti dijo, “Oh mejor de entre los dos veces nacido, sólo tú puedes realizar mi encomienda pues fuste tú quien me encontró en Chedi cuando estaba perdida para el mundo”.
Sudeva se inclinó. La consoló con palabras dulces y mantras propicios y escuchó su plan.
“Sudeva, quiero que vayas a Ayodhya y le des este mensaje al rey que gobierna ahí, Rituparna. Dile exactamente estas palabras: Bhīma, el Rey de Vidarbha ha emitido un decreto real. Como el esposo de la Princesa Damayanti ha desaparecido, se proclama su fallecimiento. La princesa, habiendo pasado un largo tiempo de duelo y dolor ofrecerá su mano en matrimonio al campeón que la reclame. Que llegue este decreto a todos los rivales que la hija de Bhīma celebrará un nuevo swayamvara.
“Todos los grandes reyes y príncipes se reunirán en Vidarbha para la ocasión. La ceremonia se llevará a cabo mañana. Oh Rey de Ayodhya, si le es posible, vaya de inmediato a Vidarbha. Después del amanecer de mañana, ella escogerá un segundo esposo, tras dar por muerto a Nala”.

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