Mahābharata
Una versión de
Michael Dolan, B.V. Mahāyogi
Romance Hindu XXII
La Incredible y Triste Historia de un Amor Prohibido Por los Dioses:
Nala y Damayanti
Mahābharata
Una versión de
Michael Dolan, B.V. Mahāyogi
Romance Hindu XXII
La Incredible y Triste Historia de un Amor Prohibido Por los Dioses:
Nala y Damayanti
Oh héroe noble, en donde quiera que estés, escucha
mi plegaria. Tal como el fuego ha de atenderse con cuidado, así la esposa he de
ser protegida por su esposo. ¿Has olvidado tus deberes, tú quien eres tan
experto en todo compromiso? La bondad se dice es la mayor de todas las
virtudes. ¿Has olvidado cómo ser bueno?” Añadan esto, para que si Nala está
vivo, si está usando un disfraz y escucha mi mensaje, su corazón pueda ser
pinchado por la compasión. Al escuchar esta canción, saldrá de su escondite”.
“Si alguien al escuchar esta canción se muestra,
han de enviarme noticias. Pero sean discretos. Nadie ha de saber que este
mensaje viene de la Princesa de Vidarbha. Pero sean cuidadosos al observar a
quien quiera que entienda este mensaje. Y regresen a mí con noticias. Averigüen
todo lo que puedan acerca de quien responda a este llamado. Pues el hombre que
responda a mi mensaje con seguridad será el propio Nala”.
Así advertidos, los brahmanes de nuevo fueron en
pos de ayudar a la Princesa de Vidarbha. Fueron a todos los reinos lejanos que
rodeaban el reino. Fueron a Ayodhya y Vishadha y a los valles y montañas de
Vindhya. Atravezaron ciudades, pueblos, aldeas, caseríos, sitios habitados por
pastores y los retiros de ermitaños en el bosque. Y en todos los sitios que
visitaron buscaron al Rey perdido, Nala. Y en todas partes en donde estuvieron,
recitaron el canto de Damayanti tal como ella les enseñara.
En busca del Rey Nala
Tras mucho tiempo, un brahmán llamado Parnada
regresó a la ciudad de Vidarbha. El viejo sabio pidió audiencia con la
princesa. Cuando ella salió, se inclinó ante su presencia y dijo: “Oh, mejor de
entre las mujeres, tengo noticias que pueden interesarte”.
Y la hija de Bhima dijo, “Habla por favor. Ansío
escucharte”. Parnada dijo, “Cuando viajaba a través del reino en busca de tu
esposo perdido. Llegué a la ciudad de Ayodhya. Ahí me topé con el hijo de
Bhangasura, cuyo nombre es Rituparna. Él es el gobernante de Ayodhya. Seguí tus
instrucciones y repetí tus palabras. Nadie se interesó en nada de lo que dije,
a pesar de que repetí tus palabras muchas veces. Ni el Rey ni sus cortesanos,
ni ningún hombre respondieron nada. Estoy seguro de que sintieron que estaba
componiendo alguna poesía.
“Entonces, y tras que el rey me ordenara
retirarme, se me aproximó un hombre extraño de su Servicio Real. Este hombre es
una especie de cuadriga o entrenador de caballos a sueldo. Su nombre es Vahuka.
Es difícil para mí creer que ese Vahuka es el hombre que buscas. Pues él, como
verás, es un enano. Un enano de rostro horrible cuyo semblante retorcido y
nariz ganchuda se acentúa con una barba negro carbón. Y sin embargo, es un
hombre habilidoso. No sólo cuida los caballos del rey, si no que los ha
entrenado a correr a gran velocidad. Es un maestro de las artes culinarias y
seguido prepara los banquetes del Rey”.
Como sea, este enano Vahuka se me acercó en cuanto
terminé. Y como ya me iba, sostuvo mi brazo con tosca garra. Me llevó a un
lado. Y mientras se limpiaba las lágrimas de sus mejillas, me habló con voz
entrecortada.
Dijo, ‘Tu canción ha tocado mi corazón. Has
compuesto muy bien. Me apena escuchar cómo una mujer de nobleza es abandonada
en el bosque con sólo media vestimenta. Y que aun así espere el regreso del Rey
jugador. Es muy bueno.’ ‘Las mujeres castas aunque caigan en la angustia,
protegerán su virtud,’ dijo el enano, ‘A pesar de ser abandonadas por el Rey no
están enojadas por ello. Las mujeres castas y fieles guían su vida protegidas
por su honor. Ella portará su virtud como un traje de plata, una armadura que
la protegerá de todo daño. Una mujer que muestra esa clase de auto-control
puede dominar el universo e incluso alcanzar el propio cielo’
“’Y sin embargo la señora de tu canto no debe
enojarse con el rey jugador. Despojado de fortuna y su ropa arrebatados por
ladrones, la ha de haber dejado a su suerte para que pudiera vivir.
“’Porque si esa señora hubiera seguido a su Rey
jugador hacia el bosque oscuro con seguridad que hubiera perecido junto con él.
Al enterarse lo que ha sufrido su esposo, no debe enojarse ni estando
desamparada. Estoy seguro de que el Rey jugador de tu poema estaba demasiado
afectado por el sufrimiento para retornar con su señor. Si pudiera, el Rey
jugador seguramente regresaría a su lado. Pero su destino es estar escondido en
la miseria del exilio, desconsolado, famélico, y consumido de aflicción.’
“’Notable composición. Estoy profundamente
conmovido. Me sorprendo ante la paciencia de la señora”. Y diciendo esto el
encogido enano me soltó de su garra y se desvaneció en la niebla.
“Tras escuchar este discurso tan misterioso del
enano, he venido tan pronto como he podido”, dijo el sabio y viejo
brahmán. “Tal vez estas noticias puedan
ayudar a su alteza real”.
Damayanti agradeció al brahmán Parnada, le dio
caridad y lo dejó ir. Lagrimas brotaron de sus ojos al pensar que Nala estaba
vivo. Pero necesitaba estar segura. Envió por su madre, y, y tras hacerla jurar
el secreto dijo, “Mi querida madre. Tengo algunas noticias. Pero tenemos que
ser discretas. Por ahora, no puedo decirte nada. Mi padre no ha de conocer mis
planes en lo absoluto. Pero he tenido una idea. Si deseas ayudarme, sigue mis
instrucciones”.
“¿Qué es mi niña? Dijo la Reina.
“Primero tenemos que enviar por el más discreto de
los brahmanes, Sudeva, quien ha descubierto en el reino de Chedi. Sólo en él se
puede confiar mi propósito. Quiero que se le envíe a Ayodhya”.
“Como quieres, querida mía” dijo la Reina y envió
por Sudeva.
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