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Monday, March 7, 2016

Romance Hindu XIII


Mahābharata
Una versión de
Michael Dolan, B.V. Mahāyogi

Romance Hindu XII
La Incredible y Triste Historia de un Amor Prohibido Por los Dioses:
Nala y Damayanti







Recuerda, cuando quieras recuperar tu forma original, usa la tela celestial que te he dado”.
Nala estaba asombrado. No sabía si dar las gracias al extraño rey o matarlo en el acto. Se dispuso para enfrentar a Karkotaka, pero se sentía clavado al suelo, inmóvil. ¿Era el veneno? Vio entonces como Karkotaka se perdía en el bosque.




Empieza la Búsqueda de Damayanti

Mientras tanto, en el Reino de Vidarbha, el Rey Bhima estaba preocupado. Los hijos de su hija ya habían llegado en carroza hacía quince días. El rey estaba contento de verlos.
“¡Abuelo!” dijeron, descendiendo del carruaje y rodeándolo con sus brazos.
“Dejen que los vea, niños”, dijo, una cálida sonrisa enmascaró su preocupación.
Habían crecido ¿Realmente habían pasado 12 años desde el swayaṃvara y la boda? Indrasen ya tenía el pelo rizado, los ojos penetrantes y el digno caminar de su padre, e Indrasena aunque aun era sólo una niña ya tenía la gracia y belleza tranquilas de su madre.
Los niños se sonrojaron y rieron. Mientras Varshneya el auriga ataba los caballos Indrasen e Indrasena se escabulleron a jugar a los jardines en los que un día el cisne mensajero trajera las noticias de un apuesto príncipe a la virginal Damayanti.
Bhima se aproximó al auriga quien daba de beber a los caballos. “Oh Varshneya, el mejor de los jinetes, acepta mis bendiciones. Oro y plata serán tuyos por haber traído a mis nietos en forma segura a la tierra de Vishadha. Pero qué noticias hay, mi amigo. ¿Dónde está mi hija? ¿Llegará pronto con el Rey Nala a visitarnos?” dijo.
Varshneya se miró las manos. “He traído a los niños aquí por órdenes de Damayanti. Me envió cuando predijo la tragedia.
“¿Qué tragedia, señor?” dijo el Rey.
“Todo está perdido. El hermano del rey usó un encanto místico para timar al rey. Yo sentí una influencia que entraba al sitio del juego. El Rey Nala apostó todo y perdió.
Jugaron durante días a los dados hasta que Nala lo perdió todo. Fue desterrado al bosque, despojado de toda su riqueza y dejado a morir de inanición, abandonado por los ciudadanos por órdenes de su hermano cruel. El rey está bajo un hechizo. Vaga perdido en el bosque. Por último, nuestra señora Damayanti lo siguió hacia el bosque”.
El Rey Bhima de Vidarbha escuchó las noticias del exilio consternado. ¿Qué demonios le había pasado a su yerno, el Rey Nala? ¿Qué pudo poseerlo para perder su reino en un juego de dados? ¿Cómo pudo el hermano de Nala, Pushkar, ser capaz de tal traición?
Varshneya le dijo de la traición de Pushkar. De cómo ordenó a los ciudadanos rehuir de Nala. Que quien le ayudara sería herido de muerte. Nadie podía ofrecerle comida o refugio. Cruel y envidioso, Pushkar intentó convencer al miserable Nala a que apostara a su esposa en el juego. Pero Nala se rehusó. Al perder el juego, fue hacia los bosques como un hombre de honor siguiendo los términos de la apuesta. Pero Pushkar con seguridad trampeó los dados. Tal vez Nala había sido envenenado o encantado de algún modo.
En el transcurso del día, el Rey Bhima acomodó a sus nietos en hermosos aposentos en el interior del palacio. Sus sirvientes reales hacían todo lo posible por cuidar de ellos y tenerlos cómodos. Pronto extrañarían a su madre. Pero ¿dónde estaba Damayanti?
Al caer la noche, el Rey Bhima envió por los brahmanes quienes frecuentaban su corte. Personalmente lavó sus pies, les ofreció todo el respeto y los alimentó muy bien. Y cuando estuvieron satisfechos le preguntaron, “mi querido Rey, ¿por qué has enviado a buscarnos?
El rey dijo, “Ay. Nadie conoce el destino de Nala, mi antiguo yerno. Fue exiliado al bosque por su despiadado hermano quien le engañó en los dados. Tras haber apostado y perdido todo, fue desterrado, expulsado de su reino, desterrado a morir solo en el bosque. Mi hija, la hermosa Damayanti, Princesa de Vidarbha, lo ha seguido en el exilio. Ay de mí. ¿Qué he de hacer? Necesito un buen consejo en este asunto”.
Entonces el mejor de entre todas estas buenas almas se levantó y dijo, “Deja que vayamos en busca de tu hija y de Nala, Rey de Vishada, Si están vivos, los encontraremos”.
Y el Rey Bhima dijo, “Sea. Vayan por todo el país. Anuncien en todas partes que el Rey Bhima está deseoso de ver a su hija Damayanti. Todo aquél que me traiga alguna noticia de mi hija será recompensado por sus penas.
“Descubran el paradero del Rey Nala, Quien traiga a Nala o a Damayanti a casa recibirá de mí vacas y terreno. Quien traiga noticias de mis hijos recibirá oro y plata. Ustedes piadosos y compasivos brahmanes pueden ayudarme, por su misericordia recuperaré la joya de mi reino, a mi hermosa hija Damayanti”.

Y con esto los brahmanes partieron, muy temprano por la mañana a buscar a la hija del Rey Bhima. Fueron en todas direcciones de pueblo en pueblo, pero nadie había escuchado ninguna novedad. Nala y su esposa no podían hallarse en ninguno de los pueblos ni provincias cercanos al reino de Vidarbha. Al paso del tiempo, el propio Rey Bhima estaba desconsolado. ¿En dónde estaba Damayanti?

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