Mahābharata
Una versión de
Michael Dolan, B.V. Mahāyogi
Romance Hindu XII
La Incredible y Triste Historia de un Amor Prohibido Por los Dioses:
Nala y Damayanti
“Recuerda, cuando quieras recuperar tu forma original, usa la tela celestial que te he dado”.
Nala estaba asombrado. No sabía si dar las
gracias al extraño rey o matarlo en el acto. Se dispuso para enfrentar a
Karkotaka, pero se sentía clavado al suelo, inmóvil. ¿Era el veneno? Vio
entonces como Karkotaka se perdía en el bosque.
Empieza la Búsqueda de Damayanti
Mientras tanto, en el Reino de Vidarbha, el
Rey Bhima estaba preocupado. Los hijos de su hija ya habían llegado en carroza
hacía quince días. El rey estaba contento de verlos.
“¡Abuelo!” dijeron, descendiendo del
carruaje y rodeándolo con sus brazos.
“Dejen que los vea, niños”, dijo, una
cálida sonrisa enmascaró su preocupación.
Habían crecido ¿Realmente habían pasado 12
años desde el swayaṃvara y la boda? Indrasen ya tenía el pelo rizado, los ojos
penetrantes y el digno caminar de su padre, e Indrasena aunque aun era sólo una
niña ya tenía la gracia y belleza tranquilas de su madre.
Los niños se sonrojaron y rieron. Mientras
Varshneya el auriga ataba los caballos Indrasen e Indrasena se escabulleron a jugar
a los jardines en los que un día el cisne mensajero trajera las noticias de un
apuesto príncipe a la virginal Damayanti.
Bhima se aproximó al auriga quien daba de
beber a los caballos. “Oh Varshneya, el mejor de los jinetes, acepta mis
bendiciones. Oro y plata serán tuyos por haber traído a mis nietos en forma
segura a la tierra de Vishadha. Pero qué noticias hay, mi amigo. ¿Dónde está mi
hija? ¿Llegará pronto con el Rey Nala a visitarnos?” dijo.
Varshneya se miró las manos. “He traído a
los niños aquí por órdenes de Damayanti. Me envió cuando predijo la tragedia.
“¿Qué tragedia, señor?” dijo el Rey.
“Todo está perdido. El hermano del rey usó
un encanto místico para timar al rey. Yo sentí una influencia que entraba al
sitio del juego. El Rey Nala apostó todo y perdió.
Jugaron durante días a los dados hasta que
Nala lo perdió todo. Fue desterrado al bosque, despojado de toda su riqueza y
dejado a morir de inanición, abandonado por los ciudadanos por órdenes de su
hermano cruel. El rey está bajo un hechizo. Vaga perdido en el bosque. Por
último, nuestra señora Damayanti lo siguió hacia el bosque”.
El Rey Bhima de Vidarbha escuchó las
noticias del exilio consternado. ¿Qué demonios le había pasado a su yerno, el
Rey Nala? ¿Qué pudo poseerlo para perder su reino en un juego de dados? ¿Cómo
pudo el hermano de Nala, Pushkar, ser capaz de tal traición?
Varshneya le dijo de la traición de
Pushkar. De cómo ordenó a los ciudadanos rehuir de Nala. Que quien le ayudara
sería herido de muerte. Nadie podía ofrecerle comida o refugio. Cruel y
envidioso, Pushkar intentó convencer al miserable Nala a que apostara a su
esposa en el juego. Pero Nala se rehusó. Al perder el juego, fue hacia los
bosques como un hombre de honor siguiendo los términos de la apuesta. Pero Pushkar
con seguridad trampeó los dados. Tal vez Nala había sido envenenado o encantado
de algún modo.
En el transcurso del día, el Rey Bhima
acomodó a sus nietos en hermosos aposentos en el interior del palacio. Sus
sirvientes reales hacían todo lo posible por cuidar de ellos y tenerlos
cómodos. Pronto extrañarían a su madre. Pero ¿dónde estaba Damayanti?
Al caer la noche, el Rey Bhima envió por
los brahmanes quienes frecuentaban su corte. Personalmente lavó sus pies, les
ofreció todo el respeto y los alimentó muy bien. Y cuando estuvieron
satisfechos le preguntaron, “mi querido Rey, ¿por qué has enviado a buscarnos?
El rey dijo, “Ay. Nadie conoce el destino
de Nala, mi antiguo yerno. Fue exiliado al bosque por su despiadado hermano
quien le engañó en los dados. Tras haber apostado y perdido todo, fue
desterrado, expulsado de su reino, desterrado a morir solo en el bosque. Mi
hija, la hermosa Damayanti, Princesa de Vidarbha, lo ha seguido en el exilio.
Ay de mí. ¿Qué he de hacer? Necesito un buen consejo en este asunto”.
Entonces el mejor de entre todas estas
buenas almas se levantó y dijo, “Deja que vayamos en busca de tu hija y de
Nala, Rey de Vishada, Si están vivos, los encontraremos”.
Y el Rey Bhima dijo, “Sea. Vayan por todo
el país. Anuncien en todas partes que el Rey Bhima está deseoso de ver a su
hija Damayanti. Todo aquél que me traiga alguna noticia de mi hija será
recompensado por sus penas.
“Descubran el paradero del Rey Nala, Quien
traiga a Nala o a Damayanti a casa recibirá de mí vacas y terreno. Quien traiga
noticias de mis hijos recibirá oro y plata. Ustedes piadosos y compasivos
brahmanes pueden ayudarme, por su misericordia recuperaré la joya de mi reino,
a mi hermosa hija Damayanti”.
Y con esto los brahmanes partieron, muy
temprano por la mañana a buscar a la hija del Rey Bhima. Fueron en todas
direcciones de pueblo en pueblo, pero nadie había escuchado ninguna novedad.
Nala y su esposa no podían hallarse en ninguno de los pueblos ni provincias
cercanos al reino de Vidarbha. Al paso del tiempo, el propio Rey Bhima estaba
desconsolado. ¿En dónde estaba Damayanti?
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