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Monday, February 29, 2016

Romance Hindu XI

Mahābharata
Una versión de
Michael Dolan, B.V. Mahāyogi

Romance Hindu XI
La Incredible y Triste Historia de un Amor Prohibido Por los Dioses:
Nala y Damayanti




Nala y Damayanti en Exilio
El Cazador y Damayanti 

Oh dama del bosque de ojos verdes,” dijo. “Oh adorable creatura cuyos miembros son ágiles como los de una gacela, ¿quién eres? ¿Por qué estás aquí en este bosque oscuro?
Casi inconsciente de miedo, los ojos de Damayanti quedaron en blanco. ¿Quién era este hombre? Pero, mientras la alababa con dulces palabras, empezó a abrazarla estrechamente. Al verla medio vestida con su traje de seda que poco dejaba a la imaginación y al notar sus pechos rebosantes y sus caderas redondeadas, sus brazos delicados y sus piernas perfectas, empezó a llenarse de lujuria.
Al ver su rostro como el de la luna, sus ojos como los lotos con pestañas rizadas, enloqueció de deseo.
Al recuperar la consciencia, la casta Damayanti estaba sorprendida. Se sacudió la cabeza del cazador, lo empujó, indignada. “¡Cómo te atreves a tocar a la reina de Nishadhas?” Dijo. “Nala te matará”.
El cazador enamorado rió. “¿Quién es ese Nala? Estamos solos en este bosque. Tal vez es nuestro karma el estar juntos,” dijo, tocando su cuchillo. Sonrió y la tomó del brazo. “Lo que no se da libremente por amor,” dijo, “se puede tomar por la fuerza”. Con el cuchillo en la mano, sus intenciones eran claras.
El cazador la miró de reojo y la atrajo más hacia sí. Pero Damayanti, casta y fiel a su señor, lo maldijo diciendo, “Si he sido una esposa fiel a Nala, si he sido pura y constante, que esta bestia caiga muerta en el suelo”. Y maldecido por la hermosa Damayanti, el lujurioso cazador cayó herido de muerte al suelo al instante siguiente de pronunciada la maldición, tal como cae un árbol golpeado por un rayo.
Y tras matar al malvado cazador, la hermosa Reina de ojos de loto, Damayanti empezó a vagar sola a través del bosque aterrador. A su alrededor escuchaba a las cigarras mientras entraba en lo profundo del bosque. Caminó suavemente más allá de la guarida de los tigres, los ciervos, los búfalos y osos. Pájaros de diversos colores revoloteaban en los árboles. El bosque no estaba desierto pues ahí vivían muchos caníbales y tribus de hombres carnívoros. Caminó más allá de las guaridas de los devoradores de hombres y ladrones, en donde habitaban los hombres salvajes y los ladrones.
Muchos árboles poblaban el bosque desde el bambú hasta el Ashvatthan , el Jambu y el Mango y el Árbol del Pan, Tamarindos e Higueras y palmas y plantas de dátiles. Había árboles de Sal, bambús y oscuros ébanos, árboles Arjuna y Nim.
Caminó a través del bosque de Manzanas rosas y Mangos, árboles de Lodh y los campos de caña de azúcar. Había flores en el camino: Lotos y Kadambas y Jazmines. Árboles enormes y tupidos de hojas le dieron sombra y refugio y árboles frutales como la azufaifa y la higuera le dieron sus frutos.
Las enredadas Higueras custodiaron su camino mientras cruzaba arroyos y ríos hasta que alcanzó un bosquecillo de palma en donde había palmeras de cocos, árboles de harita y muchos más.
Frescos riachuelos y arroyos corrían a través del bosque y había también diversidad de arboledas. Y así, Damayanti  vagó de arboleda en arboleda, perdida en el bosque, buscando a su esposo Nala quien estaba poseído por el demonio Kali.
Cruzó enramadas sombrías y cañadas verdes, lagos y lagunas, estanques cristalinos y ríos caudalosos, aves y bestias de toda forma y especie; vio serpientes, elfos, duendes, enanos y yakshas. Buscó en muchos sitios a través del bosque. Pero en ninguno halló a su Nala. Y así entró en duelo y se consumió de angustia, cada una de sus extremidades temblaba de dolor.
Hacía mucho había olvidado el camino hacia Vidarbha y famélica de hambre y sufrimiento por la separación de Nala empezó a lamentarse.
Oh rey de los Nishadhas, oh tú el de pecho amplio y brazos poderosos, ¿a dónde te has ido y porque me has dejado en este bosque? Oh señor mío ¿moriré sola en este bosque, devorada por animales? ¿Por qué me has abandonado?”
Y así Damayanti se dirigió hacia el norte hasta que, tras muchos días, llegó a un bosquecillo en donde sabios santos habían construido un ashram.


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