नारायणं नमस्कृत्य नरं चैव नरोत्तमम्
महाभरत
Mahābharata
Una versión de
Michael Dolan, B.V. Mahāyogi
La Historia Verdadera
de
Nala y Damayanti
Un Romance Hindu
de Mahābhārata
traducido por
Teresa Loret de Mola Tapanandini D.D.
de Mahābhārata
traducido por
Teresa Loret de Mola Tapanandini D.D.
“Nala era un hombre de muchos dones: no
sólo era atlético y gracioso, sino que aparte tenía una serie de poderes
místicos. Algunos de estos poderes eran naturales y otros dados por los dioses.
De los dioses adquirió la habilidad de conjurar el fuego en cualquier sitio que
quisiera. Era invulnerable al fuego y no podía quemarse. No sólo podía crear
fuego, podía conjurar al agua a su antojo a través del tacto. Como era amo del
fuego y el agua, también era maestro en la cocina y los sabores. Hay muchos
shastras Védicos basados en sus instrucciones para enseñar el arte de cocinar”.
Y fue así como este gran rey bendecido con
muchos talentos, experto en domar caballos, gobernó como un monarca entre los
dioses. Era muy leído en los Vedas y erudito en todas las escrituras. Y sin
embargo aún no tomaba una esposa. A pesar de ser admirado por todas las mujeres
en la tierra, sin embargo, estaba absorto en los deberes del reino y no había
buscado a la que sería la compañera de su vida”.
Un día llegó un brahmán a su corte, de
nombre Damana. Y como el Rey Nala siempre cuidaba mucho a los brahmanes,
recibió a Damana y le ofreció toda hospitalidad a su cargo. Y mientras estaban
sentados en el patio del rey, Nala le preguntó al brahmán:
´ ¿Qué novedades? ¿Qué puedes contarme de
tierras lejanas, oh Daman?’
Y Daman dijo, “mi querido Rey Nala experto
con los caballos, haz de saber que incluso ahora en el reino de Vidarbha reside
un gran gobernante. Su nombre es Bhīma”.
Brihad Aswa sonrió y miró a los hermanos Pāṇḍava
mientras contaba la historia. “Por supuesto que no hay que confundirlo con
nuestro propio Bhīma quien se sienta tan atento a escuchar nuestra historia”.
Continuó.
“De cualquier modo, Daman el vidente de la
verdad dijo a Nala lo siguiente:
‘Este Bhīma es un gran rey; experto en las
artes marciales quen ha conquistado muchas tierras. Pero por largo tiempo a
pesar de tener una hermosa esposa, no tenía ningún hijo. Hace muchos años
visité su corte, tal como ahora te visito a ti. Su hospitalidad fue cálida, yo
estaba muy complacido con él y por el poder místico investido en mí, le otorgue
a su esposa la bendición de los niños. Con el tiempo el rey Bhīma tuvo una hija
que es una joya y tres hijos famosos de alma elevada: estos eran la niña
Damayanti y los tres niños, Dama, Danta y Damana, mi tocayo. Esto fue hace
muchos años?
“Damana continuó, ‘La reina por supuesto estaba muy contenta de
tener estos hijos encantadores. Y mientras los tres hijos crecieron para ser
grandes guerreros, orgullosos y fuertes, la hija del rey, Damayanti de talle
delicado, es una gran belleza dotada en todos los sentidos con la excelencia y
el encanto, la gracia y la buena fortuna, leve como la luna nueva pero radiante
como el sol. Incluso ahora que hablamos, su mano es buscada por muchos reyes y
príncipes’”.
La Princesa Damayanti en su Palacio |
“Damayanti es una belleza especial. Y
aunque es esperada por cien de doncellas que la bañan y visten con hermosos
ornamentos y joyas, ella no es vana ni orgullosa. Con su brillo y gracia,
camina entre sus más hermosas siervas tan elegante y perfecta como un rayo
entre un banco de nubes’”.
“Nala dijo, ‘Estas noticias son
maravillosas, Pero ¿qué tengo que ver con una doncella tan hermosa como
Damayanti?’”
“El viejo vidente continuó”, ‘Temo que eres
muy bien conocido. Todo el mundo repite el nombre de Nala. Nala el gran hombre
de los caballos, Nala el cocinero, Nala el buen atleta, Nala el rey de los
hombres.’”.
“Pero todo eso es simple vanidad’, dijo el
rey. “Todo lo que he hecho me ha sido otorgado por los dioses. Hago lo mejor
que puedo para gobernar el reino tal como lo hizo mi padre. ¿Qué es la fama?
Todo es vanidad. Pero continúa, mi santo amigo. Tu historia es sorprendente.’
El viejo visionario Damana dijo, ‘Cuando
Damayanti era apenas una niña, jugaba con muñecas en el mármol del suelo del
gran palacio de Vidarbha, ella escuchaba con frecuencia el nombre de Nala. Los
mensajeros llegaban ante el Rey Bhīma, y la hermosa Damayanti escuchaba sus
conversaciones. Los hombres hablan de tus hechos y proezas.’
‘No pasó mucho tiempo para que ella
empezara a imaginar cómo sería caminar con su señoría por los bosques verdes.
La reina me ha confiado muchas cosas. Me dijo cómo su hija habla de ti.
Damayanti habla de cómo ella cabalgará junto a ti, montada en corceles blancos
controlados por tus mantras. Ella ríe y se ruboriza estando con sus cien
doncellas vírgenes cuando habla de vivir contigo en este gran palacio. Y aunque
se ruboriza ante tales pensamientos, ahora que ha crecido te sigue conservando
en su corazón. Vienen y van noticias del reino de Vidarbha, y mientras los
heraldos del rey extienden tu fama, esta joven doncella, hermosa como las
apasras del cielo ha empezado a concebir un gran apego por el famoso Rey Nala,
su señoría.’”
“’Te agradezco estas noticias, amable
Damana,’ dijo el rey, no sin cierta gravedad. Y después, esa tarde, tras
recibir caridad y hospitalidad de Nala, el viejo visionario regresó a su
peregrinación, vagando a través de los valles de la montaña Vidhya en la tierra
de los Nishadha.
“El propio joven Rey Nala estaba
sorprendido de estas noticias del viejo visionario. Y, aunque era cierto que
había empezado a pensar en tomar esposa, nunca se le ocurrió que una doncella
con el alma perturbada tan hermosa como Damayanti pudiera pensar en el con
tanta luz.
“No era la primera vez que Nala escuchaba
de lo que a menudo se oía acerca de la belleza de Damayanti quien era la
doncella más bella en los tres mundos. Se decía que su casta belleza perturbaba
hasta los propios dioses. Y le agradó el saber del visionario brahmán como
Damana, como es que ella pensaba en él, Nala de igual modo; empezó a pensar en
la famosa doncella, poseedora de gran belleza, casta e inocente rodeada de cien
siervas vírgenes, en su aromático jardín de flores de jazmín. ¿Cómo podía una
hermosa doncella como esta pensar en él?
“En Vidarbha, la propia Damayanti estaba
encantada con la idea de casarse con este tigre entre los hombres. Había
escuchado que era tan bello como cupido, valiente, bien formado, experto con
los caballos y un maestro en la cocina que ordenaba al fuego y al agua. De
hecho eran ciertas las noticias que llegaban a sus aposentos.
“De este modo, por el constante oír de los
encantos y las virtudes uno del otro, a pesar de que el gran príncipe nunca
había puesto los ojos en la adorable Damayanti, y esa hermosa doncella nunca
había puesto los ojos en Nala, ambos cayeron profunda y locamente enamorados el
uno del otro”.
“Y fue así como Nala fue herido con los
pensamientos de la adorable doncella Damayanti. Para aclarar sus pensamientos
llevaba a los jardines reales a su semental más fino y caminaba a través de los
elevados árboles de mango y los espejos de agua.
Una mañana, justo antes del amanecer
cabalgó veloz en las verdes llanuras fuera de los muros de palacio. Y mientras
corría vio una bandada de pájaros dorados que iban hacia los bosques y jardines
reales.
Curioso, siguió su camino, Vio a los
pájaros posarse en el bosque, cerca de un espejo de agua cubierto con flores de
loto. Dejó su caballo y se movió despacio hacia el bosque, sin hacer ruido.
Escondido entre los árboles de mango que
rodeaban el estanque vio que los pájaros eran cisnes, sus alas de plumas doradas
que brillaban mientras jugaban en el agua. Y fascinado por esas alas doradas,
Nala los persiguió, en un capricho fue tras ellos.
Agitaron sus alas doradas y volaron sobre
los árboles. Pero uno de los cisnes no escapó de su alcance. Nala atrapó al
cisne dorado, lo sostuvo contra su pecho.
Y mientras Nala admiraba su belleza, el
cisne se volvió hacia él y dijo, “Oh Rey, libérame y te haré un gran servicio”.
Nala rió. “¿Por qué he de liberarte? Con
tus alas doradas darás mucho a mi jardín. Quédate conmigo aquí y engalana con
tu belleza mi estanque de lotos, y todos se sorprenderán ante tus alas
doradas”.
“Libérame”, dijo el cisne. “Pues puedo
ayudarte”.
Nala sonrió. “¿Cómo puede un simple pájaro
como tú ayudar a un príncipe del reino?”
“Te he visto seguido caminar aquí en este
jardín, en la mañana temprano. Algunas veces suspiras y miras el agua y gritas
el nombre de Damayanti”.
“Y qué tienes tú que ver con Damayanti”,
dijo él, apretando el cuello del pájaro con gentileza y mirando sus negros
ojos.
“Nosotros los cisnes dorados vagamos de un
estanque real al otro. He estado en Vidarbha, el antiguo reino de Sita. He
visto a Damayanti, la joven doncella quien ha capturado tu corazón. Ella camina
en los patios de sus jardines en la mañana temprano. Ahí dice sus oraciones y
hace su meditación matutina.
“Y algunas veces cuando con gracia floto
sobre las aguas cristalinas de ese espejo de agua en donde crecen los lotos
rojos escucho que languidece de amor. Dice tu nombre una y otra vez mientras
ora, ‘Oh Nala’. Sé que está enamorada de ti. Pero si me liberas, volaré hasta
los muros de su patio e iré hacia ella. Ahí le diré de tu amor. Le llevaré a
ella tu mensaje. Nosotros los cisnes también sabemos lo que es el amor. Déjame
libre y navegaré sobre los árboles y surcaré los cielos hasta llegar al palacio
de Damayanti. Alcanzaré su jardín y le diré a esa doncella de tus encantos
hasta que arda de amor por ti”.
“Muy bien”, dijo Nala, liberando al cisne.
El cisne mensajero dio gracias al rey. Se elevó con sus alas doradas y abandonó
el palacio. Se reunió con sus amigos los pájaros de alas doradas volando antes
del amanecer a través de los cielos despejados, hacia la tierra de Vidarbha y
al palacio del Rey Bhīma.
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