Reunión
Mientras Kunti relataba su historia de
Dushyant y Shakuntala habia pasado la noche. Un nuevo día amanecía. Pronto caminarían por los campos
de muertos en donde miles de hombres fueron asesinados, sangre roja que
manchaba la verde tierra.
Los fuegos cercanos al río ardían mansos, el humo
acre se mezclaba con la niebla. Yudhiṣthira se sentó paciente, sus ojos verdes
estaban atentos a la historia de sus antiguo ancestro, el gran rey Bharat.
Kunti continuó, “El rey levantó la cabeza y
vio que algo se movía entre los árboles ashoka. Una vestimenta blanca, una mano
como de flor de loto. Escuchó el sonido de pies delicados que aplastaban la
hierba tierna. Entonces una voz dulce como la de cualquier apsara, dijo,
“¿dónde está mi hijo?”
"¿Donde está mi hijo? |
“Ahí en el campo con un rey extraño que ha
venido a visitarnos, mi señora,” dijo la nana.
“Llévame hacia él.” Dijo la voz
El rey miró de nuevo cómo ella pasaba a
través del bosquecillo de ashokan. Vio el vestido rústico, simple, desgastado,
la cara de una joven sencilla, de pelo negro como los abejorros tejido en una trenza detrás de su cuello de
alabastro. Era ella. No había duda. Parada frente a él con una sonrisa
angelical estaba la chica que conociera en las arboledas de mango del ashram de
Kanva hacía mucho tiempo. Era Shakuntala.
Y Shakuntala miró hacia su hijo que
permanecía junto a su padre y dijo. “Quien es este hombre que retiene a mi hijo
con su abrazo? Su amuleto debiera protegerlo.”
Y el niño dijo, “Madre, este hombre me ha
llamado hijo. ¿Quién es él?”
Dushyant caminó hacia adelante, puso una
rodilla en tierra y dijo, “Perdóname. Mi memoria estaba maldita. Y con la
memoria perdida, te desdeñé. Hice algo muy cruel. Pero no estaba en sí. Por
favor perdóname. Y ahora la memoria perdida es la tuya. ¿No me reconoces?”
"¿No me reconoces?” |
“Soy yo, el rey Dushyant. Una vez
descubrimos juntos el goce del amor. Hace mucho en los bosquecillos de mango
junto al río cercano al ashram de Kanva ¿no me conoces? Soy el padre de este
niño. Soy tu esposo. Soy yo Dushyant. La oscura locura se ha ido, mi memoria se
ha restaurado. Veo ante mis ojos a mi único amor. Justo antes del vuelo de Rahu
cuando el eclipse se va los demonios de la duda son destruidos y la luz
continúa, para que las amorosas estrellas se acerquen a la luna y le den su
luz.
La reunion de Shakuntala y Dushyant |
Shakuntala se sonrojó. Dio un paso hacia
adelante. Ahora podía ver su cara. Era de hecho el rey, su esposo. Su amargura
se fue, el pesar tomó su lugar, luego el amor. “Es él,” pensó.
El niño Bharata miró hacia el hombre
arrodillado frente a su madre y que la hizo ruborizar. “¿Quién es madre?”
preguntó el niño. Shakuntala se cubrió el rostro con sus manos de loto y
derramó lágrimas de dicha y vergüenza. “Pregúntale al destino, hijo mío,” dijo
ella y lloró.
Y Dushyan arrodillado dijo, “Mi amada y
leal esposa haz de perdonar las cosas que hice en mi locura. Desvanece la pena,
deja que se desvanezca el pecado; todo fue una locura. La ceguera trabaja para
sacudir el gozo del amor. En ocasiones confundimos una guirnalda con una
serpiente. Por favor no me castigues por mi ignorancia. He venido a hacer las
cosas bien, a corregir el error que en mi locura causé.”
Shakuntala se recuperó y dijo, “Levántate
esposo mío. No ha sido tu culpa. Fue tal vez algo en las estrellas… pero deja
ya que pase.”
Con esto, el Rey Dushyant se levantó. Se
abrazaron de nuevo como sólo lo hacen los amantes perdidos. Dushyant enjugó una
lágrima de los ojos de loto de Shakuntala.
“¿Cómo me has encontrado?” le dijo ella.
“¿Qué trajo a tu memoria a tu esposa que sufría, si, como has dicho me habías
olvidado, cómo pudiste recordarme?”
Dushyant elevó el anillo y sonrió, “Un
milagro me restauró la memoria.”
“Ah sí, el anillo” dijo ella. “Lo perdí
cuando cruzábamos el río. Que totas fuimos.”
“Úsalo tú,” dijo el rey. “Después de todo,
yo te lo entregue a ti.”
“No tengo fe en los anillos,” le contestó
ella. “Úsalo tú.”
“Sea entonces,” dijo el rey y la atrajo en
un cercano abrazo mientras el niño pequeño sonreía.
Justo entonces se abrieron los cielos y la
carroza de viento de Matali apareció como por magia. Su aeronave planeaba a un
palmo por encima de la tierra.
Matali, Auriga de los dioses |
“Felicidades” dijo el auriga de Indra,
sonrió mientras se acariciaba el bigote. ¡Que reencuentro más apropiado. Ya
tengo el permiso del sabio Kashyapa Muni. El gran sabio, el hijo de Marichi y progenitor
de los dioses, el austero muni cuya cueva visitamos está listo para verte.
Kashyapa Muni y su querida Aditi te recibirán. Están ansiosos por dar sus
bendiciones a vuestra reunión.”
Shakuntala y Bharata |
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