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Friday, May 1, 2015

Romance de Shakuntala Parte IX



Shakuntala Segunda Parte: 
Dushyant.

Cuando el bufón fue secuestrado por una raza de rekshasas caníbales gigantes, el propio Indra descendió en un carro alado para luchar en defensa de Dushyant y ayudarlo en la batalla.

Batalla en los Cielos
Entonces Dushyant ascendió hacia los cielos en un carruaje alado guiado por Matali para asistir al dios de la lluvia en contra de los poderosos demonios que secuestraron a su pobre bufón.

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Rakshasa
Matali dijo ‘mi señor el dios de la lluvia no tiene poderes contra este adversario y espera sometas a estos demonios con tus filosas flechas. Cuando oscuresca, el astro de la noche ascenderá y guiará nuestro camino.

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Nave Volante Vedico, segun artistas

Preparémonos para la victoria, Oh Rey. Cabalguemos en las nubes, hasta que huyan. Y moviéndose a través de las nubes liquidaron a las hordas demoniacas, las crías invencibles de Kalanemi. El demonio vampiro fue forzado a liberar al bufón del rey y a jurar lealtad al dios de la lluvia. El Rey Dushyant recobró a su querido payaso en la batalla mientras que Indra se alegraba de ver huir a los demonios, gritaban mientras abandonaban la batalla.

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Rakshasa

Concluida la batalla volaron en sus carrozas aladas hacia la morada celestial de Indra, donde Dushyant se entretuvo en compañía del señor de los cielos. Sentó a Dushyant junto a él en el trono de oro martillado y sonrió. Entonces el señor del trueno Indra colocó alrededor de su cuello aún oloroso a pasta de sándalo, la corona celestial de flores.  Laudó al Rey Dushyant por su heroísmo en batalla contra los poderosos guerreros rakshasas.

Dushyant se inclinó ante India y dijo, “Todo sirviente debe su éxito a honrar apropiadamente a sus maestros antes de que las cosas se hagan. El alba vence a las tinieblas mientras descansa en el carro del sol.” 

A lo que Indra respondió, “¡Oh Rey terrestre! Me haz complacido, al rey de los dioses. Y por ello, tu gloria es aún mayor pues ha sido proclamada en los cielos por los dioses con colores que han usado las apsaras para hacer que brille su belleza. Tus hechos valientes han sido escritos en las nubes, las cuales aún ahora enrojecen ante ti.”

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sonrojaron las nubes

Y siguiendo la orden de Indra de marcharse, el Rey Dushyant, junto con su bufón de la corte, abordó la nave aérea de Matali, la carroza de los dioses y empezó el largo descenso hacia su reino terrenal.  Poco a poco llegaron a una montaña mística cubierta de oro puro.

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La montaña dorada de Kailash

Y Dushyant dijo, “Cuando pasamos antes por este camino, luchábamos contra los demonios come-hombres en sus máquinas voladoras. Estaba tan concentrado en lanzar lluvias de flechas sobre esos diablos que no noté esta tierra mágica. ¿Qué senda de viento hemos tomado?”
Y Matali contestó, “Cuando el Señor Visnu apareció como Vamana, abarcó los tres mundos con tres zancadas. Aquí puso el pie de su segunda pisada. Este es un paraíso en la tierra en donde las creaturas viven libres de pasión y en paz permanente y armonía.”
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Vamana Dev
“Aún ahora,” dijo Dushyant, “Siento que una peculiar serenidad posee mi cuerpo y mi mente.”
“Debemos aterrizar un tiempo ahí.” Dijo Matali, el auriga de Indra el dios de la lluvia. Y al decir esto, comenzó a guiar la aeronave en su descenso a través de las nubes.
“Qué raro es descender del cielo en tu aeronave.” Dijo el rey. “En lo alto sobre nosotros veo a los halcones volverse y girar, y muy hacia abajo puedo ver las llanuras que se acercan. Un cordón plateado que se raya entre el verde se convierte en un río rugiente que corre entre el trigo. Y mientras bajamos las redes del nido se aclaran, aparecen los pequeños manantiales. Los puntos verdes se convierten en árboles inmensos. El valle de oro líquido se ha transformado en un campo de flores salvajes color ocre.

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Y al aterrizar la nave, Dushyant dijo, “Qué peculiar es este sitio. Nos rodean montañas cubiertas de nieve, sólo riscos de piedra en el paisaje nos dan la bienvenida. Pero aquí la cálida briza arrastra por los campos flores de jazmín. Las águilas vuelan desde sus cuevas en las alturas, muy  por encima de nosotros. Pero aquí abajo este valle tiene una quietud bendita.”

Matali dijo, “Esta cima dorada era la morada del Rey Kuvera, el dios de las criaturas del bosque, el señor de los yakshas, rey de la opulencia. Aquí en estas colinas, Kashyapa, el progenitor de los dioses reside y lleva a cabo penitencias.”
El rey dijo, “Guía la carroza aérea hacia el sitio en que reside Kashyapa. 

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Kashyapa Muni

Hagamos peregrinación hacia ese lugar sagrado. Aquí el gran ermitaño obtuvo sus poderes místicos absorto en los secretos del yoga. Vayamos a visitarle.”
Y Matali dijo, “Vale la pena lo que piensas. Sea.”

Y planeó en su carroza alada unos cuantos palmos arriba del suelo. La aeronave se deslizó en el viento hasta que hallaron el ashram del gran santo Kashyapa, el hijo de Marichi.
Y desde la distancia, Matali, el auriga de Indra apuntó a una cueva en los oscuros bosques y dijo, “¡Mira!”
“A través de esos árboles. Ahí está parado el mismísimo ermitaño, de barba larga, cuerpo austero. Mira cómo las vides estrangulan y ahogan su forma marchita. Se halla medio enterrado en la colina de hormigas que le rodea. Se mantiene quieto como un poste de madera, mira hacia el sol con ojos incansables. Una piel seca de cobra adorna su pecho. Ha permanecido tanto tiempo inmóvil que los pájaros han anidado en su enmarañada cabellera. Aquí tienes a Kashyapa Muni, el hijo de Marichi, progenitor de los dioses.



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