Shakuntala Segunda Parte:
Dushyant.
Cuando el bufón fue secuestrado por una
raza de rekshasas caníbales gigantes, el propio Indra descendió en un carro
alado para luchar en defensa de Dushyant y ayudarlo en la batalla.
Batalla en los Cielos
Entonces Dushyant ascendió hacia los cielos
en un carruaje alado guiado por Matali para asistir al dios de la lluvia en
contra de los poderosos demonios que secuestraron a su pobre bufón.
Rakshasa |
Matali dijo ‘mi señor el dios de la lluvia
no tiene poderes contra este adversario y espera sometas a estos demonios con
tus filosas flechas. Cuando oscuresca, el astro de la noche ascenderá y guiará
nuestro camino.
Nave Volante Vedico, segun artistas |
Preparémonos para la victoria, Oh Rey. Cabalguemos en las
nubes, hasta que huyan. Y moviéndose a través de las nubes liquidaron a las
hordas demoniacas, las crías invencibles de Kalanemi. El demonio vampiro fue
forzado a liberar al bufón del rey y a jurar lealtad al dios de la lluvia. El
Rey Dushyant recobró a su querido payaso en la batalla mientras que Indra se
alegraba de ver huir a los demonios, gritaban mientras abandonaban la batalla.
Rakshasa |
Concluida la batalla volaron en sus
carrozas aladas hacia la morada celestial de Indra, donde Dushyant se entretuvo
en compañía del señor de los cielos. Sentó a Dushyant junto a él en el trono de
oro martillado y sonrió. Entonces el señor del trueno Indra colocó alrededor de
su cuello aún oloroso a pasta de sándalo, la corona celestial de flores. Laudó al Rey Dushyant por su heroísmo en
batalla contra los poderosos guerreros rakshasas.
Dushyant se inclinó ante India y dijo,
“Todo sirviente debe su éxito a honrar apropiadamente a sus maestros antes de
que las cosas se hagan. El alba vence a las tinieblas mientras descansa en el
carro del sol.”
A lo que Indra respondió, “¡Oh Rey terrestre! Me haz complacido, al rey de los dioses. Y por ello, tu gloria es aún mayor pues ha sido proclamada en los cielos por los dioses con colores que han usado las apsaras para hacer que brille su belleza. Tus hechos valientes han sido escritos en las nubes, las cuales aún ahora enrojecen ante ti.”
sonrojaron las nubes |
Y siguiendo la orden de Indra de marcharse,
el Rey Dushyant, junto con su bufón de la corte, abordó la nave aérea de
Matali, la carroza de los dioses y empezó el largo descenso hacia su reino terrenal.
Poco a poco llegaron a una montaña
mística cubierta de oro puro.
La montaña dorada de Kailash |
Y Dushyant dijo, “Cuando pasamos antes por
este camino, luchábamos contra los demonios come-hombres en sus máquinas
voladoras. Estaba tan concentrado en lanzar lluvias de flechas sobre esos diablos
que no noté esta tierra mágica. ¿Qué senda de viento hemos tomado?”
Y Matali contestó, “Cuando el Señor Visnu
apareció como Vamana, abarcó los tres mundos con tres zancadas. Aquí puso el
pie de su segunda pisada. Este es un paraíso en la tierra en donde las
creaturas viven libres de pasión y en paz permanente y armonía.”
Vamana Dev |
“Aún ahora,” dijo Dushyant, “Siento que una
peculiar serenidad posee mi cuerpo y mi mente.”
“Debemos aterrizar un tiempo ahí.” Dijo
Matali, el auriga de Indra el dios de la lluvia. Y al decir esto, comenzó a
guiar la aeronave en su descenso a través de las nubes.
“Qué raro es descender del cielo en tu
aeronave.” Dijo el rey. “En lo alto sobre nosotros veo a los halcones volverse
y girar, y muy hacia abajo puedo ver las llanuras que se acercan. Un cordón
plateado que se raya entre el verde se convierte en un río rugiente que corre
entre el trigo. Y mientras bajamos las redes del nido se aclaran, aparecen los
pequeños manantiales. Los puntos verdes se convierten en árboles inmensos. El valle
de oro líquido se ha transformado en un campo de flores salvajes color ocre.
Y al aterrizar la nave, Dushyant dijo, “Qué
peculiar es este sitio. Nos rodean montañas cubiertas de nieve, sólo riscos de
piedra en el paisaje nos dan la bienvenida. Pero aquí la cálida briza arrastra
por los campos flores de jazmín. Las águilas vuelan desde sus cuevas en las
alturas, muy por encima de nosotros.
Pero aquí abajo este valle tiene una quietud bendita.”
Matali dijo, “Esta cima dorada era la
morada del Rey Kuvera, el dios de las criaturas del bosque, el señor de los
yakshas, rey de la opulencia. Aquí en estas colinas, Kashyapa, el progenitor de
los dioses reside y lleva a cabo penitencias.”
El rey dijo, “Guía la carroza aérea hacia
el sitio en que reside Kashyapa.
Kashyapa Muni |
Hagamos peregrinación hacia ese lugar sagrado.
Aquí el gran ermitaño obtuvo sus poderes místicos absorto en los secretos del
yoga. Vayamos a visitarle.”
Y Matali dijo, “Vale la pena lo que
piensas. Sea.”
Y planeó en su carroza alada unos cuantos
palmos arriba del suelo. La aeronave se deslizó en el viento hasta que hallaron
el ashram del gran santo Kashyapa, el hijo de Marichi.
Y desde la distancia, Matali, el auriga de Indra apuntó a una cueva en los oscuros bosques y dijo, “¡Mira!”
Y desde la distancia, Matali, el auriga de Indra apuntó a una cueva en los oscuros bosques y dijo, “¡Mira!”
“A través de esos árboles. Ahí está parado
el mismísimo ermitaño, de barba larga, cuerpo austero. Mira cómo las vides
estrangulan y ahogan su forma marchita. Se halla medio enterrado en la colina
de hormigas que le rodea. Se mantiene quieto como un poste de madera, mira
hacia el sol con ojos incansables. Una piel seca de cobra adorna su pecho. Ha
permanecido tanto tiempo inmóvil que los pájaros han anidado en su enmarañada
cabellera. Aquí tienes a Kashyapa Muni, el hijo de Marichi, progenitor de los
dioses.
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