La
Misericordia Desciende
por Tapananindini devi dasi
En ocasiones he
visto a algún devoto colocar las manos sobre la ofrenda con la buena intención
de purificarla antes de ofrecerla. Realizan un mudra que algún origen tendrá en
alguna senda, pero no en Bhakti.
Evidentemente
todo alimento que ofrecemos está altamente contaminado, y no hablo de
contaminación física. Nuestro enojo, nuestras dudas, miedos y demás
encantiños que acompañan a nuestro nivel
de conciencia, la crítica inútil de la envidia. Celos, tantas cosas que nos
hacen impuros. Que nos alejan de nuestra inocencia primera. Todo eso que
acarreamos es la verdadera impureza y sólo puede purificarse de manera superficial.
Un día se me
ocurrió hacerle unos idlis a Srila Govinda Maharaj. El día anterior había
salido a predicar a las calles de Kolkata y de pronto me sentí demasiado
fatigada, una mujer muy amable me invitó a pasar a su casa, me dio agua, me
ofreció un dulce. Y cuando ya me iba me regaló una olla para hacer idlis, así
que regresé feliz con mi olla y alguien entonces me comentó que el idli era la
comida favorita de Gurudev. Naturalmente que corrí al mercado a comprar todo lo
necesario, tamarindo, coco, papas, chiles, etc. Tendría que aprender a hacer
Sambhar y chutney de coco, y los suaves panes de arroz y frijol fermentados.
Muy temprano me puse a la tarea de preparar el idli, el chutney y el Sambhar ,
Gurudeva estaba feliz, aunque mi chutney era casi una caricatura y el Sambhar
tenía ingredientes tal vez un poco distintos, o el panecillo no había quedado
perfecto, él estaba feliz y me dijo que cocinara para él.
Uno de los
devotos que estaba entonces en la cocina, empezó a quejarse, que yo hacía lo
que me daba la gana en la cocina, entraba sin pedir permiso, él concluyó su
queja diciendo que ya que él estaba cocinando para la deidad, con seguridad se
enfermaría. Gurudeva se puso muy serio y miró a los ojos al devoto, y dijo “La
enfermedad no viene de afuera hacia adentro, la enfermedad se produce adentro y
se manifiesta después.” El devoto guardó silencio, yo prometí comportarme
mejor…
Era muy
divertido, el devoto, a pesar de lo que Gurudeva dijo, aún conservaba un cierto
recelo, pero para velarlo, colocó dos hornillas “amablemente” fuera de la
cocina para que yo pudiera cocinar, pero aún quedaba el hecho de que todas las
especias estaban bajo su férreo control, debido a mi promesa yo me detenía
junto a la puerta y le solicitaba que por favor me permitiera tomar alguna
especie, “¡No, no… Wait, wait, don’t come in!”
gritaba con marcado acento Indio, y yo le amenazaba, “Voy a entrar si no
me la pasas.” Y estiraba un pie hacia la cocina, cosa que le hacía reaccionar
entregándome lo que le pedía de inmediato.”
Al final se
volvió un juego, y ambos reíamos, nos hicimos amigos, unos días antes de
partir, se acercó y me dijo, “He visto que quieres a Gurudeva”, me sentí
bendecida.
“La enfermedad
no viene de afuera hacia adentro, la enfermedad se produce adentro y se
manifiesta después.” Esas fueron las palabras de Govinda Maharaj, es dentro de
uno, a causa del sentir, del pensar, del desear, del consumir, del corazón a
fin de cuentas de cada uno. Ahí es donde está la enfermedad, la verdadera
enfermedad. No afuera, no son las vibras, es lo que uno produce
irremediablemente y a pesar de los esfuerzos por que no sea así, uno es
arrasado por la poderosa corriente de la ilusión. De este lado entonces, no
está el poder para purificar la ofrenda.
La misericordia desciente |
Nuestra ofrenda
llega impura ante Gurudeva, y sin embargo, si existe en ella una mínima gota de
afecto, él la aceptará. Ahí sucederá la transformación de todo aquello que
ofrecemos, es esa inocencia, la Suya, la que la purificará y es ese su amor el
que nos garantiza que será aceptada.
Entonces, su
misericordia sin causa llegará hasta nosotros en la forma de prasadam. Ahora sí
se puede hablar de que tendremos un alimento libre de toda contaminación,
impregnado de afecto, bienaventuranza, dicha e inocencia.
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