Bhiṣma abandona la esfera terrenal
नारायणं नमस्कृत्य नरं चैव नरोत्तमम्
देवीं सरस्वतीं चैव ततो जयम् उदीरयेत्
महाभरत
Mahābhārata
Una versión de
Michael Dolan, B.V. Mahāyogi
traducida por Teresa Loret de Mola, Tapanandini DD
Bhiṣma abandona la esfera terrenal
La narración de Sauti del Mahābharata fue
escuchada por los sabios del bosque de Naimisharanya en el sacrificio de doce
años de Sahunaka. Si Sauti y Suta eran la misma persona, Suta Goswami es
también el narrador del Bhagavat Purana y un discípulo de Vyāsa quien narró sus
conclusiones a Shaunaka Rishi y a los sabios de Naimisharanya.
La narración del Mahābharata de Sauti o
Suta Goswami es tal cual la escuchó Saunaka, fue recopilada por Vyāsa como la
edición final del Mahābharata. Sauti escuchó la historia del Mahābharata de su
guru Vyāsa. La versión de Vyāsa como la escuchara y narrara Sauti incluye la
versión de Vaishampayana Rishi que se la contara a Janamejaya.
El nombre completo de Sauti es Ugashrava,
el hijo de Lomaharshana. Y este sabio aunque es llamado Sauti en el Mahābharata,
también es llamado Suta Goswami en el Bhagavat Purana. Como discípulo de Vyāsa
narra ambas obras. Cuando Bhiṣma inicia su partida de este mundo, Suta Goswami
lleva a cabo el deber de narrador del Mahābharata.
Suta Goswami dice:
“El real hijo de Kunti regresó a la gran
ciudad de los elefantes, ahí llevó a cabo diferentes sacrificios y también
gratificó a las deidades. Consoló a las mujeres que habían perdido a sus
maridos e hijos en la guerra e hizo donaciones. Se instaló en el trono de
Hastinapura y, fue apropiadamente coronado como rey, dio caridad a los
brahmanes y llevó a cabo variedad de actos de buena voluntad para la población
en general. Aceptó las bendiciones de los brahmanes y de los oficiales
militares junto con las de los dirigentes de la ciudad de Hastinapura. De este
modo, Yudhiṣthira hizo todo lo que pudo para revivir el espíritu de la ciudad y
establecerla en la senda de la paz.
“Yudhiṣthira estuvo cincuenta noches en la
capital hasta que cambió la posición del sol tal cual le indicara Bhiṣma.
Cuando el sol inició su movimiento hacia el norte y la partida de Bhiṣma se aproximaba, el recién coronado rey
volvió al campo de batalla. Yudhiṣthira cabalgo en su hermosa cuadriga de
guerra acompañado por una multitud de sacerdotes brahmanes. Llevaron ghee y
guirnaldas de flores, aceites olorosos, sedas y madera de sándalo, y todo lo
que se necesitaba para una ceremonia fúnebre apropiada y para la cremación del
cuerpo de Bhiṣma para que su alma ascendiera hacia los mundos elevados.
“El viejo rey ciego, Dhritarasthra, iba al
frente con su esposa Gandhari. Kunti, la madre de Yudhiṣthira también iba al
frente. Yudhiṣthira era seguido por sus hermanos. Kṛṣṇa estaba con Arjuna, el
veloz arquero, Bhīma el poderoso y también Nakula y Sahadeva le seguían.
Cabalgaron en los hermosos carros de guerra tirados por los mejores caballos
adornados con oro. También estaba ahí presente mi maestro espiritual Vyāsa y el
sabio Dhaumya, quien siguió a los Pāṇḍavas aún en sus días más oscuros. Todos
los sabios como Parvata Muni, Narada, Dhaymya, Vyāsa la encarnación de Dios,
Brihadasva, Bharadvaja y Paraśurāma y sus discípulos, Vasiṣṭha, Indrapramada,
Trita, Gritsamada, Asita, Kakshivan, Gautama, Atri, Kausika y Sudarsana estaban
presentes, Y muchos más como Sukadeva Goswami y otras almas purificadas
llegaron ahí con grandes personalidades como Vidura para presenciar la partida
de Bhiṣma.
Suta continuó: “El Señor Kṛṣṇa, Dios mismo,
estaba sentado en el carro dorado de Arjuna.
Con todos los familiares y seguidores
formaban una larga comitiva. Había poetas y glorificadores y brahmanes expertos
en el canto de los himnos Védicos. Encendían sacrificios de fuego en honor a Bhiṣma
mientras se movían a través de los campos de Kurukṣetra. Y así acompañado, Yudhiṣthira
se parecía a un segundo rey de los cielos. Tan pronto como llegaron al palacio
en donde el hijo de Shantanu yacía aún en su cama de flechas como un dios caído
del cielo.
Suta dijo, “Mi mentor Vyāsa, el hijo de
Parashara, le ofreció reverencias al igual que lo hizo Narada, el sabio entre
los dioses. Los reyes guerreros que sobrevivieron a la guerra también le dieron
sus reverencias. Sólo por contemplar a Bhiṣma, los jefes de los descendientes
del Rey Bharata, todas las grandes almas del universo, específicamente los
rishis entre los semidioses, los brahmanes y los reyes, todos los situados en
la cualidad de la bondad, se reunieron ahí. Bhiṣmadeva, con los ojos apenas
abiertos murmuró un saludo a todos los ahí reunidos y cerró los ojos.
“Y por último el Rey Pāṇḍava Yudhiṣthira,
junto con sus hermanos menores y el Señor Kṛṣṇa, se inclinaron ante él y Yudhiṣthira
dijo, ‘Mi señor, perdóname por mi ausencia, pero he estado con la presión de
cumplir con mis deberes reales en la ciudad de los elefantes. Tus ojos casi se
han cerrado. ¿Me reconoces? Soy yo, Yudhiṣthira.’”
“’Hay muchos brahmanes presentes junto con
grandes sabios como Narada y Vyāsa. El mismísimo Kṛṣṇa está aquí. Hemos venido
junto con los guerreros ilesos y los ciudadanos de Kurujangala. Abre los ojos,
mi señor, y míralos. Hemos preparado todo para tu partida a la hora indicada.’”
Suta dijo, “Tras la indicación del hijo de
Kunti, el hijo del Ganges abrió los ojos. Vio a todos los Bharatas reunidos
ahí, encabezados por Yudhiṣthira. El poderoso Bhiṣma de la barba como la nieve,
tomó la fuerte mano de Yudhiṣthira y le indicó en una voz profunda como las
nubes.”
Bhiṣma dijo, “Oh hijo de Kunti, veo que has
venido a mí en la hora de mi muerte. No me has abandonado. Has traído a tus
consejeros, encabezados por Vasudeva, quien no es otro que el mismísimo Señor
Dios.
“’Mi hora ha llegado, el autor de los días
de mil rayos, el santo Surya ha iniciado su curso hacia el norte. Las cincuenta
y ocho noches que he estado tendido en este lecho, estirado por las puntas de
los dardos, me han parecido como cien años. El mes de Magha ha llegado y pronto
partiré de este mundo. Y ahora al momento de mi muerte deseo ver a mi Señor Kṛṣṇa,
Vasudeva, la Suprema Personalidad de Dios, Bhagavan’”
Suta dijo, “Y Kṛṣṇa había descendido de su
carro y estaba ahora ante Bhiṣmadeva. A través de sus ojos medio cerrados, Bhiṣma
se dirigió a Él, dijo. “Oh santo, O dios de todos los dioses, Oh tú quién eres
adorado por todas las deidades y asuras, Oh tú que cubres los tres mundos con
tres pasos, ofrezco ante ti mis reverencias.
Oh portador de la caracola, el chakra y el
mazo: Eres Vasudeva de cuerpo dorado, el Purusha primogénito, el creador de
todo. Oh tú de porciones vastas.
Tú eres el Paramatma Supremo. Oh tú de los
ojos de loto, rescátame. O ser más elevado de todos, dame permiso Oh Kṛṣṇa de
abandonar este mundo. Los hijos de Paṇḍu siempre estuvieron protegidos por ti. Tú
eres el único refugio de todos nosotros. Le dije a Duryodhana que en donde
quiera que esté Kṛṣṇa, hay rectitud, y en donde hay rectitud está la victoria. Kṛṣṇa
es el amo de todos los místicos y en donde quiera que está Kṛṣṇa, el amo de
todos los místicos acompañado de Arjuna el arquero supremo ahí estará la
victoria. Todo esto dije al perverso Duryodhana, pero no puede detener su deseo
de batalla.
Y ahora por voluntad de Kṛṣṇa, quien es el
mismísimo Dios, hay paz. Es hora de que un viejo guerrero se vaya del mundo. Se
tú, Oh Kṛṣṇa, quien me conceda abandonar el molde de este cuerpo mortal y
alcanzar el final más elevado.
Suta Goswami dijo, “Los hijos de Paṇḍu, se
sentaron cerca silenciosos, sobrecogidos de afecto hacia su abuelo agonizante.
Al ver esto, Bhiṣmadeva los congració sentidamente. Había lágrimas extáticas en
sus ojos, pues estaba sobrecogido de amor y afecto.
“Bhiṣmadeva” “’ Qué terribles sufrimientos
e injusticias han tenido que sufrir ustedes buenas almas por ser los hijos del
dharma. Es un milagro que hayan sobrevivido a pruebas tan terribles, y sin
embargo estén protegidos por los brahmanes, por Kṛṣṇa, quien es el propio Dios.
Y por sus principios del dharma incluso frente al rostro de peligros
indescriptibles.
Kunti enviudó tras la muerte prematura del
rey Paṇḍu. Se convirtió en viuda con muchos hijos, y sufrió grandemente su
ausencia. Y cuando crecieron ella padeció muchas cosas también a causa de las
penurias por las que ustedes pasaron. Todo esto debido al tiempo inevitable,
que controla todo lo que se mueve, tal como las nubes son movidas por el
viento.
Qué sorprendente es la influencia del
tiempo ineludible. Es irreversible- de otro modo ¿cómo puede haber reveses ante
la presencia del Rey Yudhiṣthira, el hijo del semidios que controla la
religiosidad; de Bhīma, el gran luchador del mazo; de Arjuna el gran arquero
con su poderoso arco Gandiva; y por encima de todos ellos, el Señor Kṛṣṇa, el
bien queriente de los Pāṇḍavas?”
Pero, Oh Rey, ¿Quién puede entender los
caminos de Dios? Nadie puede saber el plan del Señor Kṛṣṇa. Hasta grandes
filósofos inquieren su propósito y son confundidos.
Oh Yudhiṣthira: el mejor de los hijos de
Bharata: Todas estas calamidades son parte del plan del Señor. Su diseño está
por encima de nuestro poder de entendimiento, sólo tenemos que seguirlo. Ahora
eres el Rey de Hastinapura e India, ha llegado el momento de transformar la
espada en arado, de renunciar a la guerra y asumir la causa de la paz. Ahora,
rey mío, a pesar de las vicisitudes que han enfrentado tus hermanos, tus
batallas han terminado. Haz de reinar en paz y proteger a tus ciudadanos.”
Kṛṣṇa que está aquí ante nosotros no es
otro que el mismísimo Dios, Narayana, el Purusha supremo. Ha caminado junto con
los descendientes del Rey Vrishni como si fuera uno de nosotros. Confundidos
por su poder mágico, hemos errado en entender su naturaleza verdadera. Con su
energía creada por Él mismo. Sin embargo aunque es el propio Dios, ha venido
junto a mí a causa de su misericordia a la hora de mi muerte, porque le he
dedicado a él mi vida con servicio inquebrantable.
El Señor Kṛṣṇa, Dios mismo, aparece en la
mente de quienes se dedican a sí mismos a través de la devoción y la
meditación. Por ello libera a sus siervos de las cadenas del karma en el
momento de abandonar su cuerpo mortal. Así que yo oro, “Pueda mi Señor, quien
tiene cuatro brazos y cuyo hermoso rostro decorado, con ojos tan rojos como el
sol naciente, y que está sonriendo, amablemente esperar al momento en que
deseche este cuerpo material. Es hora de echar fuera el aliento vital. Por tu
misericordia, ha llegado el momento de dejar este cuerpo material. Busca la
verdad. La verdad es el poder más elevado. Vive con personas santas de conducta recta. Mantén la fe en aquellos
que se abstienen del comportamiento cruel y las palabras ásperas.”
Suta Goswami dijo: entonces el hombre que
hablara de diferentes temas con miles de significados y quien peleara en mil
batallas y protegiera a miles de hombres, dejó de hablar y, estando totalmente
libre de ataduras, retiró su mente de todos los asuntos y fijó sus ojos bien
abiertos en la Personalidad de Dios original, Sri Kṛṣṇa, que estaba ante él, de
cuatro brazos, vestido con ropa amarilla brillante. A través de la meditación
pura, con la vista en el Señor Sri Kṛṣṇa, fue de inmediato liberado de todo
desafortunado vestigio material y de todo dolor causado por las heridas de las
flechas. Así, todas las actividades externas de sus sentidos se detuvieron al unísono,
y él mientras abandonaba su cuerpo material oraba trascendentalmente al
controlador de todos los seres vivientes.”
Bhiṣma, el hijo de Shantanu, detuvo su
aliento vital sucesivamente en las partes de su cuerpo que indica el Yoga. El
aliento vital de un alma elevada, es restringido debidamente, entonces se
levantó. El aliento vital, al ser restringido por el poder yóguico atravesó la
corona de su cabeza y procedió a elevarse llevando su alma a través de los
planos celestiales. Timbales del cielo sonaron mientras flores llovieron desde
el cielo. Seres perfectos, yoguis, místicos, santos y rishis se llenaron de
deleite. Cuando miraron hacia el cielo vieron que los alientos vitales de Bhiṣma
penetraban el firmamento como si fuera un meteoro encendido al elevarse más y
más hasta desaparecer de la vista.
Con esto, los Pāṇḍavas y Vidura tomaron
madera suficiente y de varias clases de fragancia y madera de sándalo y
prepararon la pira funeraria. Las grandes almas ahí reunidas se quedaron como
testigos. Por último Yudhiṣthira y Vidura envolvieron el cuerpo de Bhiṣma atravesado
de flechas con ropajes de seda y guirnaldas de flores. Se llevó a cabo el
sacrificio funerario. Mientras las llamas crecían y el aroma de humo del aloe
negro y de madera se elevaba hacia los cielos, los que quedaban de los Kurus
junto con Dhritarasthra observaban.