Kunti continuó, “La maldición colgó sobre
sus cabezas como una nube oscura del monzón al principio de la época de lluvia.
Con el paso del tiempo, Paṇḍu estaba decidido a tener hijos, puesto que el
reino necesitaba un heredero. Pero todos temíamos a la maldición de la mujer
del brahmán. Conocíamos el poder de la palabra de un brahmán: Paṇḍu enfrentaría
la muerte en el momento de la concepción.”
Mientras Kunti hablaba, el amanecer se
elevaba de nuevo en las planicies sagradas de Kuruksetra. El sol se elevó a
través de la niebla.
“Madri y yo hicimos sacrificios y
austeridades en cuevas sagradas cercanas a donde fluía el río. Pasamos mucho
tiempo en el bosque, intentando purificarnos de todo pecado. Después de un
tiempo, recordé el mantra que me diera Durvasa Muni. La memora del hijo del
dios solar y la forma en que lo asenté en el río en una cunita de madera me pesaba
en la mente. Todos estos secretos que mantuve cerca de mi pecho quemaban mi
corazón.”
Kunti continuó, “Por último, un día me
confesé a mi esposo, tu padre, el Señor Paṇḍu, toda la historia del mantra que
me diera Durvasa; De cómo su encantamiento podía llamar a cualquier dios ante
mi llamado para engendrar un niño. Y de cómo si él estaba decidido a continuar
con la dinastía, podríamos confiar en el poder santo del mantra.”
“Vagamos a través de las higueras en el
bosque oscuro, hicimos peregrinajes a diversos lugares sagrados. Lo que había
sido planeado como un festejo romántico en el bosque se convirtió en un camino
oscuro y peligroso lleno de austeridades. Al final, Paṇḍu tomó la decisión. Si
era imposible para él engendrar un heredero de forma natural, tendría que
acudir a poderes sobrenaturales para continuar con la dinastía. Era la única
manera de evadir la maldición.”
El Rey Pandu con Kunti |
Mientras Kunti hablaba, la niebla se
ensombreció. Empezaron a formarse las nubes. Pronto llovería.
Al final, me ordenó utilizar el mantra para
conseguir un heredero para el trono de todas las Indias, No teníamos otra
opción.”
Kunti se volvió hacia su hijo y lo vio a
los ojos y dijo: “Ahora que me has maldecido no tengo secretos ante ti, y has
pedido a tu madre que te revele todas estas cosas confidenciales así que te
hablaré de tu verdadero origen hijo mío.”
“A causa de las acciones erróneas de tu
padre y de la ira de un brahmán, tu padre fue maldecido a morir en el acto de
engendrar un hijo, así que, bajo su orden, de que no habría vergüenza en el
asunto, del mismo modo en que llamé al dios del sol, usé el mantra para llamar
al dios del dharma, la muerte misma, Yamaraja: y a través suyo fui bendecida
con un hijo. Tú eres ese hijo. Eres siempre tan veraz y grave. Siempre ves el
lado más profundo y oscuro de las cosas. Y esto se lo debes a tu origen como
hijo de la muerte.”
Las nubes se espesaron. Un rayo cayó.
Kunti dijo, “Y fue entonces que mi querido
Señor y Rey, mi hijo nació, el veraz Yudhiṣthira. Y sin embargo tu padre sintió
que necesitarías la protección de un hermano, alguien cuyos fuertes brazos
pudieran proteger tu reino en tiempos de guerra. Y así, una vez más tu padre me
ordenó usar el mantra. Me dijo que llamara al poderoso dios del trueno. Así que
llamé a un segundo dios, Indra, el dios del trueno, la lluvia y los rayos, el
rey de los cielos. Y a través suyo obtuve a un hábil arquero, tu hermano
Arjuna. Y quien creció para ser el mayor de entre todos los guerreros, experto
en las armas, pero también sabio, al tomar consejo de su primo Kṛṣṇa.
La lluvia empezó a caer fuertemente. Las
gotas golpearon el lienzo de la tienda de campaña.
Kunti dijo: “Tu padre de nuevo me ordenó
tener un hijo. Una vez más utilicé el mantra para llamar al dios del viento,
Vayu, Y del dios del viento Kunti tuvo a Bhima, el poderoso portador del mazo, guerrero con cicatrices de
batalla y devorador rapaz, hermano de Hanuman cuyos hechos podría haber
superado.
Finalmente pensé que mi hermana en
matrimonio, Madri, debería también de tener hijos. Le enseñé a Madri el mantra
que usó para llamar a los Ashvini Kumars, los doctos gemelos de los dioses.
Ella lo hizo, y los galantes gemelos, los eruditos y bien parecidos Nakula y
Sahadevam, expertos en la espada, la equitación, y la poesía fueron su
descendencia.”
El Rey Pandu con Madri |
La voz de Kunti se atragantó. “Paṇḍu trató
de cumplir con las reglas de la renuncia. Llegó la primavera, el río plateado
se desbordó de su curso. Los lotos florecían en los estanques cercanos al baño
de gath. Las aves Kokil parloteaban en sus nidos en los árboles viejos de
tamarindo y las flores brotaban por todas partes. Un día el sol del amanecer
lanzó un reflejo en el agua fresca en la que Madri se bañaba, enjuagaba su
cabello. Se sumergió tres veces en el agua, repetía el nombre del río mientras
sentía sus aguas refrescantes. Y se puso de nuevo de pie, el sari se aferraba a
su figura, alcanzaba a ver la figura de su esposo, un rey antes orgulloso,
parado en la orilla. Paṇḍu se sobrecogió de pasión. Tomó a Madri en las
sombrías arboledas cerca del bambú donde florean las flores de la mañana.
No pudo resistirse más tiempo, Mientras sus
dos cuerpos se movieron como uno solo, y él se sobrecogía en olas de deseo, se
sintió abrumado con un intenso dolor en el corazón.
Madri se apartó de él y conmocionada miró
su rostro pálido”.
Kunti ya no podía continuar. Salió. Una
lágrima cayó y se mezcló con la lluvia ligera que ahora empezaba a caer. “El
gran rey Paṇḍu estaba paralizado por la maldición de la mujer brahmán. Tras
cumplir con su objetivo de asegurar la dinastía, tu padre abandonó este mundo y
se fue al próximo. Dios tenga piedad de su alma.”
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