महाभरत
recontado por
Michael Dolan, B.V. Mahāyogi
y traducido en español por Teresa Loret de Mola, Tapanandini DD
El Secreto de Kunti: el poder del mantra
Kunti
dijo, “Un día fui a buscar agua al Ganges. Caminé al amanecer
bajo la higuera en donde los pájaros Koki cantaban.
Los
rayos del sol que brillaban a través de los árboles dispersaban la
niebla de la mañana y derramaban sus rayos vitales sobre las flores
de jazmín que florecían a orillas del río.
Entonces yo estaba en
la plenitud de la juventud. Faltaba poco para que tuviera esposo y
concibiera un hijo y viviera con mi marido en un palacio más grande
que el de mi padre.
Surya
El Dios del Sol सुर्य
En
ese momento recordé el mantra. No estaba segura si lo recordaba
completo y correctamente y al ver el brillo del sol matutino, por
curiosidad, empecé a cantar el mantra. Nada pasó. Me concentré más
profundamente. Me senté en una meditación yóguica bajo la higuera
y olvidé todo lo demás. Ya no podía escuchar el canto de los
pájaros Koki. En el ojo de mi mente vi al sol aparecer ante mí
mientras entonaba el mantra. Sentí la calidez del sol. Entonces abrí
los ojos, y ahí ante mí estaba el propio dios del sol, radiante y
sonriente.
“Oh
encantadora niña de la selva,” dijo, “hija del gran rey
Kuntibhoja, tus oraciones me han llamado a descender desde los
cielos. Aunque eres una doncella mortal, estoy aquí para
satisfacerte.”
“Oh
dios celestial. ¿Estás aquí para ayudarme a encontrar un esposo
adecuado?” Le pregunté, sin saber bien qué decir.
“¿Para
eso me has llamado?” Preguntó.
“Oh
Mi Señor, sólo estaba jugando. El sabio erudito, Durvasa Muni me
dijo que podía llamar a un dios del cielo con este mantra. Pensé
que era mitología. Ahora veo que te presentas ante mí. Por favor
perdóname. No tenía idea de lo que hacía.” Dije. “Puedes irte
ahora.” Dije, estaba avergonzada de mí misma por haber molestado a
un dios tan grande.
“Un
mantra tan poderoso no ha de decirse en vano,” dijo el dios del
sol. “En tu desesperación infantil por un esposo haz llamado desde
los cielos al dios del sol. Así sea. No desperdiciemos la
oportunidad. Ven a mí. Te daré un hijo que será el más grande de
entre los guerreros. Cuando nazca su brillo alumbrará el cielo
nocturno.”
Mientras
protestaba, sus palabras estaban tan llenas de poesía y no pude
resistir a sus avances. Finalmente le dije, “Ningún príncipe se
casara conmigo si no soy virgen. Por favor regresa a los cielos y
déjame.”
El
dios del cielo sonrió. Dijo, “No necesitas preocuparte querida
niña. Con mi poder místico como dios de la luz te bendigo para que
continúes siendo virgen incluso después del nacimiento de mi gran
hijo, quien se convertirá en el guerrero más fiero de todos los
tiempos. La mención de su nombre le recordará a la gente el valor y
la caridad.”
“Mi
querida Kunti,” dijo, “Como dios del sol, te doy mi palabra de
que tras parir a mi hijo, seguirás siendo virgen, tan casta como el
día en que naciste.” Pasmada ante sus palabras me sometí. Cerré
los ojos y sentí una calidez dorada en mi interior y cuando desperté
el sol había regresado al cielo en donde brillaba aún más como si
estuviera contento por nuestro breve momento juntos.
Así
fue como a los pocos meses di a luz a un hijo en secreto. Era un
milagro. Cuando llegó el momento, un pequeñísimo embrión surgió
de mi oído. Sé que es difícil de creer, pero es cierto. Mi hijo
más tarde fue conocido como “karna” ya que nació de mi oído.
Creció muy rápido y en cuestión de días, era un pequeño fuerte y
saludable bebé con un brillo dorado. Milagrosamente, mi hijo nació
con un peto de armadura de oro y pendientes de oro. Lo conociste. Era
tu rival y hermano.
Traté de ocultarlo, pero mi recién
nacido bebé brillaba tanto que su resplandor iluminaba el cielo
nocturno. Mi sierva estuvo presente en su nacimiento y quizá fue
ella quien se encargó de esparcir el rumor que tanto enfureció a mi
rival Gandhari, quien atacó su propio vientre.
Yo
estaba tan avergonzada que escondí al bebé en una pequeña cuna
hecha de bambú. Yo era apenas una niña.
Todo
parecía un sueño. No sabía qué hacer. Golpeé a mi pequeño bebé
con su hermosa armadura de oro y sus aretes dorados. Lo puse en su
cuna y lo dejé en el río. Las olas del Ganges se lo llevaron.
Entonces oré al dios del Sol para que lo protegiera. No lo vi
después de eso por muchos años. Para ese entonces, ya estaba casada
con tu padre Pandu.”
Nota:
Pareciera una hipérbola mitológica ridícula que un niño puediera
nacer de la oreja. Pero echen un vistazo a este artículo de noticias
de la NBC, actualizado el 23 de abril de 2015, acerca de una mujer
que lleva un embrión en el cerebro:
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