Una palabra a la gente lúcida…
नारायणं नमस्कृत्य नरं चैव नरोत्तमम्
देवीं सरस्वतीं
चैव ततो जयम् उदीरयेत्महाभरत
Mahābharata
महाभरत
recontado por
Michael Dolan, B.V. Mahāyogi
y traducido en español por Teresa Loret de Mola, Tapanandini DD
El Cisne y los Sadhyas
El cisne dorado continuó: “Las palabras
ásperas parten el corazón como dardos. Pero un hombre lúcido adopta la paz sin
perturbarse con ira ante los insultos y la humillación. Un hombre sabio evita la ira, el enojo es corrosivo. Sin
ceder ante la ira, es alegre y libre de malicia. La persona iluminada subyuga el
enojo cuya furia le consumiría. Cuando uno es indulgente ante el enojo, habla
mal de otros y se convierte en su propio enemigo. Y así, cuando alguien habla
mal de mí, le perdono.”
“El perdón y la verdad, la sinceridad y la
compasión son las principales virtudes. El significado interno de los Vedas es
verdad divina. La verdad se obtiene a través del autocontrol; pero el
significado interno del autocontrol es la dedicación. Esto nos conduce a la
liberación del nacimiento y la muerte y de todos los dardos y miserias de la
vida mortal. La dedicación en el amor divino es el mayor secreto a encontrar en
las enseñanzas de las escrituras.”
Mientras circulaba suavemente sobre las
aguas tranquilas y cristalinas del río sagrado, el Cisne continuó: “¿Quién es
un alma iluminada? Un verdadero brahmán o muni es quien aquieta la urgencia de
hablar, junto con las urgencias de la lengua
el estómago y los órganos de placer. Una persona que controla la ira
está más cerca de la verdad que quien cae ante la urgencia del enojo.
“Quién practica el autocontrol puede
contemplar la verdad más claramente que aquel cuya mente está nublada por los
impulsos descontrolados. Quien busca la verdad está más avanzado en la
auto-realización que quien no tiene interés alguno en el conocimiento. El alma
auto-controlada evita el discurso áspero aun cuando es insultada. Practica la
humildad y la tolerancia. Sólo a través de la humildad y la tolerancia uno
puede liberarse del ego. La humildad y la tolerancia se alcanzan a través de la
dedicación.”
“Será de tal fuerza espiritual que no
deseará el mal a aquellos que le dañen. Perdonará a quienes pequen contra él.
Con la práctica de indulgencia tal alcanzará el éxito en su búsqueda por la
verdad.
“Buscará la compañía de otras almas que
están purificadas del odio y la ira.
Espera en lo que es justo y no está
sediento de placeres mundanos. Abandona la senda del pecado y suprime la ira.
No es seducido por la codicia, no cae del camino de la rectitud. Tampoco se
aproxima a otros solicitando riquezas.”
“Si es maldecido, no devuelve maldiciones.
El autocontrol es la senda a la inmortalidad, pues a través de liberar a la
mente de maldiciones uno puede conocer la realidad tal como es.
“Ya que eres sincero en tu búsqueda por la
verdad, te revelaré los misterios de los Vedas. La forma de vida humana es
superior a otras formas puesto que otorga la oportunidad de liberarse del
escenario de vida y muerte. Al igual que la luna no está contaminada por las
nubes oscuras, sino que se mueve a través de ellas sin ser afectada, así el
hombre iluminado, libre de pecado, alcanza el éxito a través de la dedicación
paciente a la senda. Busca y encuentra, Espera y verás. Muere para vivir.”
Un alma autocontrolada y dedicada, es digna
de la adoración de todos, alcanza la meta más elevada. Esa persona cuya mente y
discurso siempre es moderado y que es siempre devoto hacia el Supremo, tiene
éxito en su intento de penetrar los misterios de los Vedas.
“Un hombre de tal sabiduría nunca ha de
injuriar a quienes carecen de mérito. El hombre de sabiduría acepta los
insultos como si fueran néctar y aprende la verdad a través de la tolerancia y
la humildad. Duerme en paz, en armonía consigo mismo y con el Supremo.”
Los Sadhyas se sentaron tranquilos y sin
pestañear escucharon al cisne que hablaba en tono dulce mientras se desplazaba
suavemente sobre la claridad de las aguas del río sagrado.
“Y sin embargo, el hombre iracundo, no
conoce la paz.
Ofendido por todos, devuelve la injuria.
Encuentra la destrucción. Vive en la ira, trabaja en el enojo y duerme
encolerizado. Pero su trabajo es ira que conduce hacia su propia destrucción.
Los sacrificios que realiza en la ira son cenizas y humo.
“Las penitencias a las que se somete bajo
la ira le llevan únicamente a llorar de rabia. La ofrenda y la libación que
hace en el sacrificio de fuego bajo la ira son robadas por Yama, el señor de la
muerte. Carece de mérito, tampoco lo salva de su karma. De este modo, el
esfuerzo de un hombre iracundo no tiene fruto.
“En conclusión, aquellos que practican la
verdad en el hablar y el hacer, quienes
son auto-controlados, los que viven con sinceridad y compasión, y son
pacientes, los que se dedican al estudio de las escrituras, que no codician lo
que pertenece a otros y que persiguen el bien con un propósito único, alcanzan
el cielo.”
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