Mahābharata
महाभरत
recontado por
Michael Dolan, B.V. Mahāyogi
y traducido en español por Teresa Loret de Mola, Tapanandini DD
La historia de Drona: No nació de una
mujer.
A la mañana siguiente, antes de que los
grandes reyes y los elevados sabios se reunieran en el campo de batalla, los Pāṇḍavas
se congregaron para escuchar al gran guerrero, que yacía agonizando, empalado
en una cama de mil flechas.
El rey Yudhiṣthira, líder de los Pāṇḍavas,
preguntó a Bhismadeva, “Nos has hablado de Shikhandi y de cómo ese guerrero de
cuadriga había sido Amba en su vida previa. Nos contaste cómo Amba juró
venganza por haber sido raptada de la ceremonia de swayambara, de donde la
tomaste para tu hermano Vichitravirya. Nos contaste de las penitencias y
austeridades, y de cómo por la gracia de Shiva nació como hija de Drupada. Nos
hablaste de cómo Drupada juró venganza en contra tuya también, y de cómo
Shikhandi fue transformada en hombre por el Yaksha Sthuna en los oscuros
bosques de Kuvera. ¿Por qué eran Droṇa y Drupada tan amargos enemigos? En parte
esta guerra sangrienta se debe a la
enemistad entre ambos.
Drupada era un gran rey, gobernante de
Panchala. Mi propia esposa Draupadī era su hija. Y Droṇa era su amigo y aliado
y nuestro mentor y guru. ¿Cómo fue que esas dos grandes almas se convirtieron
en enemigos tan terribles? Dinos Abuelo, de Droṇa y Drupada. Sé que fueron
amigos una vez. ¿Cómo fue que se encontraron y cómo se convirtieron en
enemigos? ¿Y cuál era el origen de nuestro guru, Droṇa?
Bhiṣma contestó, “La casa de Drupada fue la
causa de mi ruina. Cómo fue que el gran rey Drupada se convirtió en mi enemigo,
y cómo es que sus hijos fueron la causa de mi caída es una historia larga.
Porqué él odiaba a Droṇa y juro venganza en contra mía como aliado de Droṇa es
la historia de cómo los amigos se convierten en enemigos. Escuchen ahora. Y les
diré cómo Droṇa Acharya nació, cómo creció en el ashram de su padre Bharadwaya,
y cómo se hizo amigo de Drupada.”
“La historia de Droṇa empieza hace mucho
tiempo, en el ashram de un gran santo, un rishi conocido como Gnaradwaja.
Sronacharya nació como hijo de un brahmán. Su padre, Bharadwaja era un yoguí
místico sincero que ocupaba su tiempo en la contemplación de lo divino en
profunda meditación.
Bharadwaya no conocía los placeres
mundanos, sino que vivía una vida simple en una choza de paja cerca de las
orillas del río sagrado. Se levantaba temprano, estudiaba los vedas, entonaba
los mantras ancestrales de la auto-iluminación y practicaba una forma estricta
de auto-abnegación. Evitaba el contacto con mujeres y seguía los votos del
celibato. En la tarde, se sentaba debajo de un árbol de tamarindo, cuya sombra
daba refugio a sus estudiantes. Ahí explicaba las leyes del dharma a unos pocos
estudiantes quienes le llevaban limosna, unos puñados de arroz para que viviera.
Era un hombre sencillo que amaba la verdad. No tenía deseos mundanos, pero veía
que nuestra vida en este mundo es tan pasajera como una gota de agua que
tiembla en una hoja de loto. Sabía que la forma humana de vida debía usarse
para contemplar lo divino, para dedicarse uno mismo al absoluto. Pero mientras
que el espíritu es fuerte, la carne puede ser presa de la tentación. Aún
grandes santos caen ante la tentación.
Bharadwaja había completado una larga
quincena de un ayuno especialmente difícil, penitencias y austeridades. Una
mañana tras haber completado sus oraciones Védicas, Bharadwaja fue a tomar su
baño matutino en las cálidas aguas del sagrado Ganges, deseoso de limpiar
cualquier vestigio de pecado que hubiera en su corazón.
Una ligera niebla se había formado sobre
las aguas. Justo cuando estaba en las orillas del río, listo para entrar al
líquido impoluto, notó la figura en la orilla lejana del río, que se movía a
través de la bruma sobre las aguas. Cuando entró al agua se detuvo ante los
juncos que estaban en el barro. El bambú crecía ahí lo ocultó en el crepúsculo
mientras veía la figura que se movía a través del agua. Era una chica. Había
pasado mucho tiempo desde que Bharadwaja hubiera visto una chica tan adorable y
hermosa.
Mientras jugaba en el agua, se acercó, Bharadwaja escondido tras el
bambú miraba la esbelta figura que se movía graciosamente a través del claro
líquido. Pudo verla por entre los juncos, la figura de una ninfa del agua. Era
una bella apsara, la ninfa de agua Ghritachi. Era una doncella de belleza
inmortal. Sus penetrantes ojos de loto eran de color verde oscuro, y su cabello
negro como un abejorro.
Bharadwaja estaba avergonzado de sí mismo
por ocultarse tras el bambú y mirar sus labios rosados. Ella empezó a alejarse.
Pero cuando llegó a la orilla, se volvió y miró directamente hacia su
escondite, como si supiera que él estaba allí. Bharadwaja sintió que la daga
fría del deseo penetraba su corazón. Sus muslos de calentaron.
Se volvió como si fuera a irse. Pero
entonces, sonrió. ¿Le estaba sonriendo a él? Dejó su sari en la orilla y fue de
nuevo hacia el agua, con el agua hasta sus caderas. Él se impacientó con el
deseo por la bella ninfa y su cuerpo esbelto, que retozaba desnudo en las aguas
frías del Ganges. El joven, sobrecogido con el deseo y avergonzado de su
lujuria, derramó su semilla en una pequeña vasija de barro, la cual usaba para
bañarse. Al término de este acto pecaminoso, se volvió para contemplar a la
hermosa apsara que lo había hechizado por un instante. Se había ido.
Avergonzado por su pecado, Bharadwaya
escondió la vasija de barro llena con sus semillas ahí en las orillas del río. Bharadwaja
no era un hombre ordinario, sino un gran místico, y su semilla era potente. Del
fluido de la vasija nació un hijo. Y puesto que la vasija de barro es llamada
“Drona”, Bharadwaya lo llamó Droṇa, para no olvidar su error y el pecado de
derramar su semilla en una vasija de barro, al ser seducido por la visión de
una Apsara.
Así fue como Droṇa, el gran guerrero entre
los brahmanes no nació de una mujer.
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